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"Te advierto, quien quieras que fueres, ¡Oh! Tú que deseas sondear los arcanos de la naturaleza, que si no hallas dentro de ti mismo aquello que buscas, tampoco podrás hallarlo fuera. Si tú ignoras las excelencias de tu propia casa, ¿cómo pretendes encontrar otras excelencias? En ti se halla oculto el Tesoro de los Tesoros ¡Oh! Hombre, conócete a ti mismo y conocerás el universo y a los Dioses." ORACULO DE DELFOS

lunes, 27 de febrero de 2017

La Libertad Interior. 10ª Conversación 28 de Julio de 1968


¡MARAVILLOSA Semana!!!

Tiene que habernos ocurrido a muchos de nosotros. Cuando vamos caminando solos por un bosque, y el sol está a punto de ponerse, sobreviene una calma peculiar. No se mueve el aire, los pájaros han cesado de cantar, no se siente ni el movimiento de una hoja, y nos invade una sensación de quietud, de alejamiento. Mientras observamos, mientras sentimos la belleza del anochecer en esa extraordinaria quietud, cuando casi todo parece estar inmóvil, nos hallamos entonces en completa comunión, en completa armonía con todo lo que nos rodea. No hay pensamiento ni palabra, no hay juicio ni valoración, no hay sentido de separatividad. Estoy seguro que usted tiene que haber experimentado todo esto en sus paseos a solas, cuando ha dejado todos sus cuidados, preocupaciones y problemas en casa, y ha seguido una senda a lo largo de un río que está en constante rumor. Su mente se halla muy serena y se siente usted totalmente en paz, con una extraordinaria sensación de belleza y amor, sentimiento que ninguna palabra puede describir.

Estoy seguro de que usted ha tenido semejante experiencia. Pero al describirla, mientras está sentado aquí, al poner en palabras esa quietud peculiar que le viene por las tardes, usted escucha con el propósito de captar esa cualidad; aunque, por tener un motivo, esa cualidad no vendrá. Del mismo modo, un motivo le va a impedir escuchar al que habla. Él está simplemente describiendo algo; no tiene ningún motivo y si usted pretende poseer con un motivo lo que él describe, no importa que lo haga en forma sutil, con envidia o agresión, la comunicación entre el que habla y usted mismo termina entonces. Usted tiene un motivo y el que habla no tiene ninguno. Él se limita a hablar no para divertirlo, no para decirle qué cosa tan maravillosa posee él, suscitando así su envidia, pues también usted quiere tener esa clase de experiencia. En este caso habría incomprensión entre nosotros.

Vivimos en un mundo de incomprensión. Se dice una cosa y usted la interpreta de acuerdo con su trasfondo, con sus deseos, con su compleja naturaleza, y así se crean conceptos falsos. Esta división entre un hecho y la forma en que usted lo interpreta, lleva a la desavenencia. Y ese asunto que vamos a examinar en la mañana de hoy es necesariamente complejo; sin embargo, tiene que expresarse en palabras. Las palabras tienen una forma y un contenido, tanto para usted como para el que habla; y si esa forma y contenido no están muy claros en la mente de ambos, habrá desavenencia y usted puede vivir en un mundo suyo, lejos de lo que se está diciendo.

Tenemos, por lo tanto, que ser muy claros al comunicarnos unos con otros, cómo escuchamos la palabra y la imagen que el signo crea en nuestra mente. Después de todo, uno usa palabras para comunicarse, y si el contenido, la imagen, la forma de la palabra, no son muy claros para nosotros, entonces vivimos en mundos separados. Cada uno la entiende a su manera, lo que puede, o no, ser incomprensión. Así pues, las palabras llegan a ser extraordinariamente peligrosas, a menos que las usemos sin motivo alguno, como cuando meramente se le dice a usted que el árbol es verde, que el día es hermoso. Pero cuando yo digo. «He tenido la más maravillosa experiencia de la realidad», la intención y el motivo entonces es despertar envidia en usted: «yo la he tenido, usted no; he poseído esta cosa tan valiosa que usted también debe poseer». En este caso, mi motivo es suscitar su envidia, su agresividad, y de este modo tal vez me siga usted o me ponga en un pedestal. Esto está ocurriendo continuamente a nuestro alrededor. Alguien dice: «He llegado a la realidad de Dios», o bien, «He tenido la suprema experiencia». Esto se dice con el motivo (como es evidente, porque de lo contrario no lo diría) de despertar una envidia agresiva en usted. De manera que ambos, el que dice que ha tenido la más maravillosa experiencia y usted, que codicia alcanzarla, viven en un mundo de incomprensión; entonces no es posible comunicarse. Esto está bastante claro.

Del mismo modo, no es posible que su mente esté muy serena si tiene intención o motivo alguno; cuando usted camina por los bosques a solas, entonces no hay palabra, no hay dicho, no hay «observador», con toda la compleja naturaleza de su condicionamiento, sus exigencias, su envidia, su deseo de oprimir y explotar, y todo eso. Se limita a estar allí, caminando tranquilo, sin pensar en sí mismo. No hay «observador», y por ello está totalmente en relación con todo lo que le rodea. En eso no hay separatividad ni división, ni juicio, sino una completa unidad, que tal vez pueda llamarse amor.

Y veamos si esto está claro la forma en que invariablemente entendemos mal cada palabra con un sentido distinto para cada uno de nosotros, no sólo el contenido esa palabra, sino que cada una de ellas despierta deseos y diversas cualidades emotivas - si esto no ocurre, entonces sólo es posible explorar. Es lo que vamos a hacer, si podemos en la mañana de hoy, dándonos cuenta cada uno de nosotros del peligro de la palabra, de la imagen que la mente va a crear de ella, dándole un contenido que puede que no refleje en forma alguna la intención del que habla; dándonos cuenta de que entonces habrá comprensión entre nosotros. Usted se marchará con una impresión y otro individuo le dará un sentido distinto. Y puede ser que el que habla no tenga la intención que usted cree que tiene.

Tenemos que tener mucho cuidado, estar extraordinariamente alertas y ser inteligentes, cuando exploramos la naturaleza de la religión. Cuando usted oye esa palabra «religión», si usted es intelectual en sumo grado, y vive en este moderno, sofisticado mundo, obviamente dirá: «¿Qué tonterías está diciendo? ¿Por qué trae usted aquí esa palabra? Esa palabra no es más que una distracción, una invención de los sacerdotes, de los capitalistas, etc.». De modo que esa palabra «religión» estamos hablando de meras palabras - despierta en la mente de usted cierto contenido, cierta forma, que usted acepta o rechaza; para el que habla, sin embargo, no tiene ningún sentido en absoluto. La palabra religión ha sido usada por el hombre en busca de algo permanente durante miles de años. Dice el hombre: «Vivo en este mundo de cosas pasajeras, en este mundo transitorio, de caos, desorden, agresión, violencia, guerras y opresión, en que todo muere; tiene que haber algo que sea eterno». Y así busca con el motivo de encontrar alguna cosa permanente, imperecedera, que le dé esperanzas, porque en este mundo hay desesperación, agonía, y a veces, alegría pasajera; su motivo es hallar alguna clase de consuelo perdurable. Y así encontrará lo que busca, porque ya tiene predeterminado lo que quiere hallar. Esto es bastante sencillo. Cuando uno hace la pregunta «qué es religión», a fin de explorar lo que es, al usar la palabra, ésta no ha de llevar consigo ningún deseo, no debe estar cargada de contenido. Esto también está bastante claro.

Al preguntar «qué es la religión», en el sentido de querer el hombre encontrar una realidad, hay dos maneras de mirar la pregunta: la forma negativa y la positiva. Uno tiene que negar por completo aquello que la religión no es. De otra manera, uno ya tiene una respuesta, ya está condicionado, porque uno se siente totalmente perdido, al no tener dónde agarrarse de forma intelectual, verbal o emocional. No es posible entonces explorar, ya que vivimos en un mundo de incomprensión creado por uno mismo. Y si el que habla dice: «vamos a examinar esta pregunta», «entremos en ella sin ningún prejuicio», y usted no rechaza lo que no es la religión, entonces vive en un mundo de falsos conceptos, y por eso se aleja de aquí con cierta confusión, esperando descubrir la verdad por medio de otra persona. Si esto está claro, entremos en el asunto.

Ante todo, el hombre desde el mono hasta el individuo más civilizado - se ha preguntado siempre si hay alguna otra cosa fuera de este mundo; este mundo donde hay trabajo, trastorno, desdicha, confusión, pena incesante, conflicto que aumenta y aumenta y aumenta, problema tras problema, guerras, una nación contra otra, un grupo ideológico opuesto a otro. Y así, ve todo esto en lo exterior, y también ve su propia confusión interna, su desdicha, su completa soledad, el ocasional gozo fugaz y el fastidio de la vida. Sólo imagínese un hombre que se pasa 40 años o más yendo todos los días a la oficina; ¡qué completo aburrimiento tiene que ser eso para él, aunque le ofrezca también una extraordinaria forma de escape de sí mismo, de la familia, de la lucha diaria! Ahí está, bien encerrado en competencia con otros, cosa que disfruta, ya que esa es su vida. Y al ver todo esto, desde el principio mismo del tiempo como los antiguos egipcios, etc. - siempre ha preguntado si hay alguna cosa más allá, algo más, algo que pueda llamarse la Verdad, a lo cual se pueda dar un nombre.

Salió el hombre a buscar algo, queriendo encontrarlo, y vinieron los sacerdotes, los teólogos, que le dijeron: «sí, eso existe». O tenían un salvador, un maestro, que les decía lo que hay. Y esa energía que empleó en buscar queriendo encontrar, fue aprisionada y organizada, se creó «una imagen» que llego a ser encarnación de la realidad, etc. La energía que es necesaria para descubrir fue aprisionada, puesta en un marco de creencia organizada, llamada «religión» con sus rituales, sus sacerdotes, su excitación, su entretenimiento, sus imágenes. Eso llego a ser el medio que tuvo el hombre que utilizar para descubrir. Evidentemente eso no es religión. Ver eso con toda claridad y negarlo por completo, requiere energía. ¿Podemos hacer esto? Como dijimos antes, hay que negar lo que es falso para descubrir lo verdadero. Usted no puede tener un pie en lo falso y vagamente sacar el otro pie para descubrir la verdad.

Podemos ver muy bien que el miedo ha producido esta estructura - la estructura de lo que se llama la «vida religiosa» el temor de este mundo y de lo que va a pasar después que uno muera, el miedo a la inseguridad.

Como la vida es incierta, nada está seguro, nada es permanente, ni la esposa, ni el marido, ni la familia, ni la nación; aunque tengamos una buena cuenta bancaria, nos durará sólo mientras vivamos. Comprende uno, pues, que no existe en absoluto nada que sea permanente ninguna relación, nada - y de ahí nace el temor. El temor es una forma de energía, y esta energía es apresada por los que prometen y dicen: «yo sé y usted no sabe», «he tenido la experiencia y usted no», «esto es real y eso no lo es», «siga este sistema y encontrará lo que busca». Pues bien, para ver todo eso como lo falso por completo, usted ha de tener energía, y esa energía se disipa cuando no ha comprendido usted el temor. Cuando hay una parte de usted que tiene miedo y otra que dice «he de tener algo perdurable», surge la contradicción, y esto es un desperdicio de energía.

¿Puede uno, entonces, rechazar completamente toda forma de eso que se llama organización o creencia religiosa? lo que se ha convertido en un medio de entretenimiento, en una distracción. Cuando uno ve esto con claridad, ¿puede desecharlo por completo, para no ser explotado por nadie que prometa o que diga «he tenido esta experiencia, que es suprema, soy el salvador», de modo que tenga uno la energía y el estado mental que no teme descubrir y que, por lo tanto, no acepta ninguna autoridad, sea la que fuere, incluso la del que ahora habla?

Así que al negar por completo lo que es falso, lo que no es religión, entonces usted puede proceder a averiguar, a explorar lo que podría ser, lo que es - no como una idea - sino lo que es; no de acuerdo conmigo, con usted o con cualquier otro. Si es de acuerdo con el que les habla, entonces usted vive en un mundo de incomprensión que él trata de comunicarle, creando de ese modo más incomprensión. ¿Está esto bastante claro? ¿O se está volviendo algo complicado?

Mire usted, toda forma de conversación o de comunicación es muy difícil, especialmente cuando se trata de algo que es más bien sutil, de la estructura psicológica del pensamiento y sentimiento humanos. A menos que esté consciente internamente, escuchando mientras hablamos, entonces lo que decimos se convierte en insensata verbosidad. Estamos hablando del contenido total de la vida, no sólo de un segmento; estamos hablando de todo el campo de la acción, no de la acción fragmentada.

La religión es una acción completa, total, que abarca toda la vida no dividida en vida de los negocios, vida sexual, científica y religiosa. Vivimos en un mundo de acciones fragmentadas, que se contradicen unas a otras, y eso no es vida religiosa, eso crea antagonismo, desdicha, confusión, dolor. Por eso uno tiene que explorar y averiguar por sí mismo, no como individuo separado, sino como ser humano, lo que es esta acción completa, cada minuto, donde quiera que se realice ya sea en la familia o en el mundo de los negocios, o lo que sea, al pintar, al hablar - una acción completa, total, sin ninguna contradicción en sí misma: por lo tanto, una acción que no engendra desdicha. Ese es un modo de vida religioso. Ese es el aspecto positivo. Hemos negado lo que no es la religión y estamos diciendo lo que es. Entonces, si hay tal acción, hay una vida de armonía, una vida en que se logra la unidad entre hombre y hombre, y no la contradicción ni odio, ni antagonismo. Esto último, según vemos, es lo que las religiones han creado, aunque hablen del amor, aunque hablen de la paz.

La religión es un modo de vida en que hay armonía interior, un sentimiento de unidad completa. Como dijimos antes, cuando usted camina por los bosques en silencio, mientras la luz del sol poniente cubre lo alto de las montañas o una hoja, se establece una completa unión entre usted y el paisaje. No existe usted en absoluto, no hay «palabra», no hay «observador» (que es la palabra y el contenido de la misma, su imagen), no existe el «observador» en absoluto, por lo tanto, no hay contradicción Por favor, no se lance usted a algún estado emocional, especulativo. Esto implica una labor muy intensa: ver con mucha claridad cómo estamos viviendo fragmentariamente, en oposición, en antagonismo mutuo, despertando en el otro agresión, violencia, odio. En ese estado no es posible la unidad, y ésta significa amor. Así, un modo religioso de vivir es por la acción total en que no hay nada de fragmentación, la fragmentación que ocurre cuando existe el «observador», la palabra, el contenido de ésta, su imagen y toda la memoria. Mientras exista esa entidad, el «observador», tiene que haber contradicción en la acción.

No es posible terminar con el odio por medio de su propio opuesto. ¿Comprende usted lo que significa? Si odio a alguien y a causa de este odio, digo: «No tengo que odiar, tengo que amar» el amor será el resultado de aquel odio. Todo opuesto tiene sus raíces en el propio opuesto.

Vivimos en un mundo no sólo en lo exterior; también internamente - junto a cosas conocidas. Es decir, conozco el pasado de mi propia actividad, conozco a través de mi pasado condicionado; vivo en lo «conocido» es un hecho evidente que no necesita gran explicación. Lo intelectual, lo científico, los negocios, la vida cotidiana, están dentro del campo de lo conocido. Tememos salir de esa dimensión. Sentimos que hay una dimensión distinta, que no es lo conocido. Le tenemos miedo a esto y le tenemos miedo a dejar que se nos vaya lo conocido, lo pasado, lo familiar, lo habitual.

Tememos lo desconocido; ¿podemos estar libres de ese miedo y estar con lo «desconocido» -¿estar? Si le da miedo lo que no conoce, empieza a crear imágenes de ello, tanto externa como internamente. Y entonces hay división: su imagen y la mía, por muy sutil que sea. ¿Puede, pues, la mente permanecer, estar, con lo desconocido, vivir en ello? Porque sólo entonces hay renovación de la vida, sucede algo nuevo. Pero si vive usted siempre en lo conocido como lo hacemos la mayoría de nosotros - lo conocido proyectado hacia el mañana, y llamándolo usted «lo desconocido», entonces no lo es, sigue siendo lo conocido como idea. En ese campo de lo conocido hay repetición, imitación, conformismo, y por eso hay siempre contradicción. El «observador» es lo conocido. Cuando miramos un árbol, siempre lo miramos con la imagen de ese árbol, como determinada especie, como algo conocido. Usted mira a su esposa, o a su marido, o a su vecino, con la imagen de lo conocido. Nunca dice: «No conozco a mi esposa o a mi marido». Sin embargo, permanezca en ese estado en que dice: «En realidad no conozco», y vea lo que ocurre en esa relación con su esposa. Entonces usted no acepta, está sensible y alerta a todas las cosas que le están ocurriendo a usted y a ella. En tal caso la relación es del todo diferente, no hay imagen que haya sido creada por hábito, por toda forma de experiencia, etc. - por lo conocido. Y, cuando se vive con otro en un estado mental sin imagen, un estado en que «yo no le conozco a usted y usted no me conoce a mí», la relación llega a ser extraordinariamente creadora. No hay conflicto. Entonces la relación despierta la más alta forma de sensibilidad e inteligencia.

Así, una vida religiosa es una vida en la existencia diaria de lo «desconocido» - «No sé, no conozco». Me pregunto si se habrá dicho usted alguna vez: «En realidad no sé nada». Usted puede saber algo por medio del conocimiento técnico, usted puede saber leer, etc., pero internamente, psicológicamente, ¿ha dicho usted alguna vez: «No sé» en serio, sin haberse puesto neurótico por ello? Si usted lo ha dicho alguna vez, no verbalmente, sino de hecho, entonces habrá visto que desaparece todo condicionamiento. Decirse «no sé» y vivir ese estado requiere inmensa energía, porque todos los que están a su alrededor actúan en lo «conocido» su esposa, su marido, todo lo que le rodea está dentro de lo «conocido». Cuando usted dice que no conoce, siempre está en peligro y necesita mucha energía e inteligencia para permanecer en ese estado. Por eso la mente siempre está aprendiendo: y aprender no es acumular.

La vida es acción, vivir significa actuar. La vida religiosa es una vida de acción, no conforme a un patrón determinado, sino acción en que no hay contradicción, acción que no está segmentada, dividida en vida de negocios, vida social, vida política, vida religiosa, vida familiar, etc., ni vida como conservador ni como liberal. Ver que existe una acción que no está fragmentada, que es total, completa; y vivir de esa manera, es vivir la vida religiosa. Usted sólo puede actuar de ese modo cuando hay amor amar. Y el amor no es placer cultivado y nutrido por el pensamiento; el amor no es cosa para cultivarse. Es sólo el amor lo que produce esta acción total y que puede posiblemente traer este completo sentido de unidad.

Lo «desconocido» no es algo extraordinario. Al vivir con lo «conocido» se convierte lo «desconocido» en su opuesto, algo que es contradictorio. Más cuando usted comprende la naturaleza de lo «conocido», las pasadas experiencias, las imágenes que uno ha creado del mundo, como las naciones, las razas, la diferenciación entre las distintas creencias religiosas dogmáticas todas esas cosas componen lo conocido - y si la mente no está presa en ello, puede haber amor; de lo contrario, haga usted lo que haga, y aunque tenga innumerables organizaciones para traer la paz al mundo, no habrá paz.

Después sigue uno preguntando: ¿Puede un ser humano, usted y yo, u otro, podemos alcanzar una vida en que no haya muerte? ¿Podemos dar con una vida que realmente esté fuera del tiempo? una vida en la cual termine el pensamiento, que crea el tiempo psicológico, como sus temores. El pensamiento tiene su propia importancia, pero psicológicamente no tiene ninguna en absoluto. El pensamiento es dañino, está siempre buscando el placer internamente. El amor no es placer, el amor es bienaventuranza, algo enteramente distinto. Y cuando todo esto se vea con mucha claridad y uno viva de esa manera, no verbalmente ni en un mundo de incomprensión, sino cuando todo eso sea muy claro, muy sencillo - entonces tal vez haya una vida sin principio ni fin, una vida de intemporalidad.


Jiddu Krishnamurti
libro La Libertad Interior, Saanen 1968. 
Jiddu Krishnamurti en español.

martes, 21 de febrero de 2017

La Libertad Interior. 9ª Conversación 25 de Julio de 1968

¡MARAVILLOSA Semana!!!

Vamos a hablar juntos sobre un problema bastante complejo. La mayoría de nosotros actuamos fragmentariamente: en lo político, religioso, social, individual, familiar, etc. No parece que seamos capaces de descubrir por nosotros mismos una acción que sea total no fragmentaria y que responda ampliamente a todos los problemas. Parece que no podemos vivir una vida plena, completa, total y siempre estamos tratando de dar con una acción que de alguna manera nos traiga satisfacción o contento en cualquier cosa que hagamos, ya seamos profesionales, políticos o personas religiosas. Parece casi imposible hallar una actividad que conteste todas estas preguntas sin contradicciones, sin dejar una sensación de insuficiencia.

En la mañana de hoy podemos entrar en un tema que tal vez dé respuesta a esta urgencia por una actividad abarcadora y total en que no haya división ni lucha de una acción contra otra. Vamos a hablar juntos de este tema: la meditación. Acaso algunos de ustedes crean que la meditación es simplemente una entretenida experiencia individual, con el fin de descubrir algo que está más allá de lo que la mente puede medir. Algunos de ustedes podrán creer que no es más que una introducción innecesaria a algo que carece de valor cuando estamos interesados en el vivir diario. Y algunos quizás habrán experimentado ya con sistemas de meditación que proceden del Lejano, Cercano o Mediano Oriente.

Antes de entrar en el tema, creo que deberíamos presentar, como aclaración, ciertas cosas absolutamente necesarias. En primer lugar, tenemos que estar libres de toda hipocresía; no debe haber fingimiento de clase alguna, ni doblez en las normas de la vida, ni doblez en las actividades eso de decir una cosa y hacer otra -. Toda forma de superchería propia está descartada. ¡Y la mayoría nos balanceamos tan sutilmente entre la hipocresía y el deseo de decir la verdad...! ¡Somos presuntuosos sólo por haber tenido la experiencia de alguna insignificante visioncita o algún estado de emoción que creemos es el fin absoluto de todo!

Así que, ¿es posible que la mente, la totalidad de nuestro propio ser, en acción, en pensamiento, sea honrada completamente, y no hipócrita? Eso es muy importante; el ser hipócrita, en cualquier forma, conduce al propio engaño, a la ilusión. Una mente que quiera descubrir lo que es la verdadera meditación, de ninguna manera debe proponerse esta doblez de normas en la vida, camino por el cual se desliza uno con tanta facilidad al decir una cosa, hacer otra y pensar otra cosa del todo distinta.

En segundo lugar, tiene que haber la más elevada forma de disciplina. A muchos nos disgusta la palabra «disciplina». Creo que esta palabra significa, por su raíz en latín, «aprender», pero hemos representado o interpretado mal su sentido dándole el significado de conformidad, obediencia, imitación. En todo ello está envuelta la represión de los propios deseos, ambiciones y necesidades, para ajustarnos a un patrón o una fórmula, a fin de seguir un ideal. En esto siempre hay conflicto entre lo que es y lo que debería ser. Ir en pos de lo que debería ser, lleva a la hipocresía. Y si se me permite decirlo cortésmente - en la mayor parte de los idealistas hay un tinte de hipocresía porque eluden lo que es.

Ajustarse a un modelo de lo que debería ser conduce al conflicto, a la pugna, a una existencia dual; e inevitablemente lleva al doblez en las normas y a la hipocresía. Cuando usamos la palabra «disciplina», lo hacemos en un sentido del todo diferente. Dijimos que tiene que haber la más alta y completa forma de disciplina sin conformismo, sin represión, sin seguir una ideología y sin crear una existencia doble, dual. Esta disciplina no es compulsión externa ni nada que usted se imponga como una exigencia interior para conformarse a algo, imitar, seguir, obedecer; la disciplina está más bien en el acto mismo de aprender cualquier cosa. Si quiero aprender un idioma, ese idioma requiere que la mente sea disciplinada; el aprender mismo implica disciplina. En eso no hay conflicto alguno. Si no quiere usted aprender un idioma, ahí termina el asunto; pero si, en efecto, quiere aprenderlo, entonces el aprendizaje mismo produce su propia disciplina. Así es que la disciplina en el más elevado sentido, que es la sensibilidad de la inteligencia, tiene que existir. Esa es, pues, la segunda cosa.

En tercer lugar algo que es un poco más complejo es todo este problema de los gurús. Creo que esa voz, en sánscrito, significa «uno que señala». El no asume ninguna responsabilidad por usted. Esa palabra ha sido mal usada, como muchas otras. El gurú, en la antigüedad, era alguien con quien usted vivía; le decía qué hacer, cómo observar, cómo examinar. Vivía usted con él y con eso tal vez aprendía sin imitarlo, sin ajustarse al modelo que él presentaba, sino observando. De ahí se desarrolló toda esta ficción de los gurús.

Por favor, uno tiene que saber esto con alguna profundidad, porque al proponerse penetrar en este asunto de la meditación, que en sí misma es muy, muy compleja - uno tiene que comprender la necesidad de estar libre de toda autoridad incluyendo la de quien habla para que la mente, esa forma más elevada de suprema inteligencia, sea una luz para sí misma. Y esa inteligencia no aceptará ninguna autoridad, ya sea la del salvador, del maestro, del gurú o de cualquiera. Tiene que ser y lo es, una luz para sí misma. Puede que cometa un error, que sufra, pero justamente en el proceso de sufrir, de cometer un error, está aprendiendo y, por lo tanto, se está convirtiendo en una luz para sí misma.

Hay muchos gurús en el mundo, los que se ocultan y los que se presentan abiertamente. Cada uno de ellos promete que, al conformarse a cierto sistema o método, la mente llegará a la realización de lo que es la verdad. Pero ningún sistema o método que implica imitación, conformismo, inclinación a seguir a otros, y, por tanto, temor - tiene importancia de clase alguna para quien está investigando todo este asunto de la meditación, asunto que requiere una mente muy delicada, inteligente, en extremo sensible. Se supone que el gurú sabe y que usted no sabe. Se le supone muy avanzado en evolución y que por tanto ha adquirido un conocimiento ilimitado a lo largo de muchas vidas, de muchas experiencias de haber seguido a otros gurús superiores, etc. Y usted que está muy por debajo, va a llegar de grado en grado a esa más alta forma de conocimiento. Todo este sistema jerárquico que existe, no sólo fuera en la sociedad, sino también internamente y aún entre los llamados gurús - es, evidentemente, una ilusión, cuando se está investigando lo que es verdad.

¿De qué valor es el conocimiento aparte del tecnológico? Tiene que haber conocimiento técnico, científico, no se puede eliminar todo lo que el hombre ha acumulado al correr de los siglos. Ese conocimiento tiene que existir, no es posible que usted y yo lo destruyamos. Los santos y todos los que han dicho que el conocimiento mecánico es inútil tienen su propio prejuicio particular.

Yo puedo tener el conocimiento más profundo de mí mismo; sin embargo, cuando hay acumulación de conocimientos, se empieza a interpretar, a traducir lo que se ve, en términos del propio pasado. Mientras haya esta carga de conocimiento psicológico, de conocimiento interno, no habrá actividad libre. Y existe la diferencia entre el hombre que está libre de esa carga y el que dice que sabe y que le conducirá a otro a ese conocimiento, a esa cosa suprema; y, si afirma que lo ha logrado, entonces desconfíe usted de él por completo, porque un hombre que dice que sabe, no sabe. Y esa es la belleza de la Verdad.

Tiene que haber base para la recta conducta, para la rectitud. Cometemos un error, ponemos una piedra angular que puede no ser resistente; pero pongamos una resistente para que el cimiento sea inquebrantable en virtud. No hay virtud si no hay amor; la virtud no es cosa que deba cultivarse, para convertirla en hábito. La virtud nunca es un hábito, es una cosa viva, y, como no es hábito, su belleza reside en que está siempre viva.

La virtud, pues, no puede tener como cimiento hipocresía alguna, ni el propio engaño, por supuesto. Y tiene que haber la más elevada forma de disciplina, que es una sensibilidad para actuar y comprender rápidamente. La disciplina no es algo que uno convierta en hábito. Tenemos que vigilarla todo el tiempo, cada minuto, cada día. Es que si no levantamos este cimiento, nos vendrá toda clase de calamidades, engaño, hipocresía, ilusión. Y como ya dijimos, toda autoridad (hablamos de la autoridad interna, no de la autoridad de la ley) anclada en el conocimiento, en la experiencia, en el concepto de que hay uno que sabe y el otro que no sabe, sólo sirve para crear arrogancia y falta de humildad, tanto respecto del que sabe como del que trata de seguir a éste. De modo que cuando tenemos esto firmemente, profundamente establecido, entonces podemos proceder a investigar esa cosa extraordinaria llamada meditación.

Para la mayoría de nosotros, la palabra «meditación» tiene muy poco sentido. En Oriente se ha establecido firmemente que la «meditación» envuelve ciertas maneras de pensar, de concentrarse, la repetición de palabras y el acto de seguir sistemas, todo lo cual niega la libertad y la vivacidad de la mente. La meditación no es una desviación o un entretenimiento; es parte de toda nuestra vida. Es tan fundamentalmente importante y esencial como el amor y la belleza. Si no hay meditación, entonces no sabe uno cómo amar, no sabe lo que es la belleza. Y, haga uno lo que quiera (puede uno indagar, ir de una religión, de un libro, de una actividad a otra, tratando siempre de descubrir lo que es la verdad), nunca descubrirá nada, porque la «búsqueda» de la verdad implica que una mente puede hallarla y que tiene la capacidad de decir «esa es la verdad». Pero, ¿sabe uno lo que es la Verdad? ¿Puede reconocerla? Si la reconoce, ya es algo que pertenece al pasado. De modo que la verdad no puede encontrarse buscándola; ha de venir sin ser invitada, o si uno es afortunado, por suerte. La meditación no es una evasión de la vida, no es proceso nuestro, particular, individual, que nos pertenezca.

No hay sendero que conduzca a la verdad. No existe el sendero suyo o el mío. No hay un camino cristiano hacia la verdad, ni un camino hindú tampoco. Un «camino» implica un proceso estático hacia algo que también es estático. Hay un camino desde aquí a ese pueblo próximo. El pueblo está firme allí, arraigado en los edificios, y hay una carretera hasta él. Pero la verdad no es así; es una cosa viva, algo que se mueve, y por eso no puede haber sendero que nos lleve a ella, ni suyo ni mío ni de los otros. Esto ha de estar muy claro en nuestra mente, en nuestra comprensión, pues el hombre ha inventado tantos caminos, ha dicho que usted tiene que hacer esto o aquello para encontrar algo como los comunistas cuando afirman que el de ellos es el único camino para gobernar a la gente, es decir, tiranía, dictadura, brutalidad, asesinato. Cuando uno ha despejado el campo, ha despejado la cubierta, puede entonces pasar a descubrir lo que la meditación es. Y no es un monopolio del Oriente. (Una de las cosas más monstruosas es decir que existen los que le enseñarán a uno a meditar; eso es evidentemente... ¡no quiero usar adjetivos!)

Procedamos, pues, a descubrir por nosotros mismos no como individuos, sino como seres humanos que somos, viviendo en este mundo, con toda la extraordinaria complejidad de la sociedad moderna - tratemos de descubrir lo que es el amor. No «encontrarle», sino hallarnos en ese estado de perfección, en esa condición de la mente que no está agobiada por los celos, la desdicha, el conflicto, la lástima de sí mismo. Sólo entonces hay una posibilidad de vivir en una dimensión diferente, que es el amor. Y así como el amor es de importancia inmensa, también lo es la meditación.

¿Cómo vamos (hago esta pregunta, no por casualidad, sino seriamente), cómo vamos a proceder con este problema? El problema, bastante obvio, de que nuestras mentes están condicionadas, de que nuestras mentes están eternamente charlando, nunca en silencio. Tratamos de imponerle silencio, o ello ocurre de manera casual, por suerte. Para encararse a este problema, para aprender, para ver, se requiere una mente serena que no esté dividida, que no está desgarrada, atormentada. Si quiero ver algo con mucha claridad: el árbol o la nube, o el rostro de una persona que está junto al mí, para ver muy claramente sin distorsión alguna, es obvio que la mente no debe estar parloteando. Tiene que estar muy callada, para observar, para ver. Y el ver mismo es acción y aprendizaje.

¿Qué es entonces la meditación? ¿Es posible la meditación (utilizo la palabra con el significado que le da el diccionario, no con el sentido extraordinario que le dan los que creen saber lo que es meditación), es posible considerar, observar, comprender, aprender, ver con mucha claridad, sin ninguna distorsión, oír todo tal como es, sin interpretarlo, sin traducirlo conforme a nuestro propio prejuicio? Cuando usted escucha al pájaro una mañana, ¿es posible escuchar por ejemplo, sin que una palabra surja en su mente, escuchar con atención total, sin decir «¡Qué bella, qué agradable, qué hermosa mañana!» Todo esto significa que la mente ha de estar en silencio, y no puede estar así cuando es afectada por cualquier clase de distorsión. Por eso tenemos que comprender toda forma de conflicto entre el individuo y la sociedad, entre el individuo y el prójimo, entre él mismo y su esposa, sus hijos, su marido, etc. Toda forma de conflicto, a cualquier nivel, es un proceso de deformación. Cuando hay contradicción interna, la cual surge cuando uno quiere expresarse de varias maneras distintas y no puede, emerge entonces un conflicto, una pugna, una pena. Esto trastorna la calidad, la sutileza, la viveza de la mente.

La meditación es comprender la naturaleza de la vida, con su actividad dual, su conflicto: es ver su verdadero significado, su verdad, de modo que la mente se vuelva clara sin distorsión alguna, aunque haya estado condicionada durante millares de años, viviendo en conflicto, en lucha, en combate. La mente ve que la distorsión tiene que producirse cuando sigue una ideología, la idea de lo que debería ser en oposición a lo que es. De ahí viene una dualidad, un conflicto, una contradicción, y, por tanto, una mente atormentada, deformada, pervertida.

Sólo hay una cosa: aquello que es, lo que es, nada más. Al interesarse uno por completo en lo que es, desecha toda forma de dualidad, y por eso no hay conflicto, no hay tortura mental. La meditación es entonces el estado de la mente que ve en realidad «lo que es», sin interpretarlo, sin traducirlo, sin desear que no existiera, sin aceptarlo. La mente puede ver esto únicamente cuando cesa el «observador». (Por favor, es importante comprender esto). Casi todos nosotros estamos amedrentados: hay miedo, y el que desea librarse del miedo es el observador. Este observador es la entidad que reconoce el temor nuevo y lo traduce en términos de los viejos temores que conoció y acumuló del pasado del cual ha escapado. Así pues, mientras existan el observador y la cosa observada tiene que haber dualidad y, por tanto, conflicto. Hay un retorcimiento de la mente, y esa es una de las condiciones más complicadas, algo que tenemos que entender. Mientras exista el «observador», tiene que existir el conflicto de la dualidad. ¿Es posible ir más allá del «observador», siendo éste toda la acumulación del pasado, el yo, el ego, el pensamiento que brota de este pasado acumulado? Bien, la meditación es la comprensión de todo el mecanismo del pensamiento. Espero que, mientras el que habla pone esto en palabras, usted lo estará escuchando y observando con mucha claridad, para ver si es posible eliminar todo conflicto, a fin de que la mente pueda estar totalmente en paz no contenta, pues el contentamiento surge sólo cuando hay descontento, que es además el proceso de la dualidad. Cuando no hay observador, sino sólo «observar», y, por tanto, no hay conflicto, únicamente entonces puede haber completa paz, de otro modo, hay violencia, agresión, brutalidad, guerras, y todas las demás formas de comportamiento en la vida moderna.

Así, pues, la meditación es el medio de comprender el pensamiento y de descubrir por uno mismo si el pensamiento puede terminar. Sólo en este caso, cuando la mente está en silencio, es que puede ver en realidad lo que es, sin ninguna distorsión, hipocresía o concepción ilusoria de sí misma. Ahí están esos sistemas y los gurús, etc., que dicen que, para terminar con el pensamiento, uno tiene que aprender a concentrarse, a dominarse. Pero una mente disciplinada en el sentido de haber sido disciplinada para imitar, para someterse, aceptar y obedecer, siempre tiene miedo. Una mente así nunca puede estar en silencio, sólo puede fingir que lo está. Y a ese estado de la mente silenciosa no es posible llegar mediante el uso de ninguna droga ni por la repetición de palabras. Puede uno reducirla al embotamiento, pero no estará en silencio.

Por la meditación se termina con el dolor, con el pensamiento que engendra miedo y dolor el miedo y el dolor en la vida diaria, cuando uno está casado, cuando entra en los negocios. En el trabajo tiene que usar su conocimiento técnico, mas cuando este conocimiento se usa para fines psicológicos - para llegar a ser más poderoso, ocupar una posición que le dé a usted prestigio, honra, fama sólo crea antagonismo y odio. No es posible que una mente en ese estado pueda comprender nunca lo que es la verdad.

Meditar es comprender el comportamiento de la vida, es comprender el dolor y el miedo y trascenderlos. Trascenderlos no es simplemente captar de manera intelectual o racional el significado del proceso del dolor y el temor, sino que es ir realmente más allá de ellos. Ir más allá es observar con verdadera claridad el dolor y el miedo como son. Al verlos con suma claridad, el «observador» tiene que terminar.

La meditación implica seguir el camino de la vida, no escapar de ella. Evidentemente, meditar no es experimentar para tener visiones o extrañas experiencias místicas. Como saben, uno puede tomar una droga que dilata la mente, que produce ciertas reacciones químicas y la vuelve altamente sensible. En ese estado sensible usted puede ver las cosas realzadas, pero de acuerdo con sus condicionamientos.

Y meditar no es repetir palabras. Ya saben, ha estado de moda últimamente que alguien le dé a uno una palabra, una palabra sánscrita; la está uno repitiendo y con ello espera lograr alguna experiencia extraordinaria lo cual es completamente absurdo. Desde luego, que si usted sigue repitiendo una serie de palabras, se embota la mente y, por tanto, se aquieta; pero eso no es meditación en absoluto. La meditación es la comprensión constante de la forma en que se vive, cada minuto, mientras la mente se mantiene extraordinariamente viva, alerta, sin estar agobiada por ningún miedo, ninguna esperanza, ninguna ideología, ninguna pena. Y, si podemos ir juntos hasta este punto (espero que algunos de nosotros hayamos podido llegar en realidad y no en teoría, hasta ahí), entonces entraremos en algo por completo diferente.

Como dijimos al principio, uno no puede llegar muy lejos sin poner los cimientos de esta comprensión de la vida diaria, la cotidiana vida de soledad, de tedio, de excitación, de placeres sexuales, de las urgencias para realizar algo, para autoexpresarse; la vida diaria de conflicto entre el odio y el amor, vida en la cual uno reclama que se le ame; una vida de profunda soledad interna. Si no se comprende todo eso, sin distorsión alguna, sin volverse neurótico; si no se es completa y sumamente sensible y equilibrado; sin esa base usted no puede llegar muy lejos. Y cuando ésta se halla profundamente establecida, entonces la mente es capaz de estar en completo silencio y, por tanto, en completa paz lo cual es muy distinto a estar contento como una vaca. Sólo entonces es posible descubrir si existe algo que esté más allá de lo que la mente puede medir; si existe la realidad, Dios, algo que el hombre ha buscado durante millones de años, algo que ha buscado mediante sus dioses y templos, sacrificándose a sí mismo, convirtiéndose en un ermitaño y creyendo en todos los absurdos y ficciones por los que ha pasado.

Ustedes saben que hasta cierto punto es posible la explicación, la comunicación verbal, pero mas allá de eso no hay comunicación verbal lo cual no implica que haya alguna cosa misteriosa, metafísica ni parapsicológica. Las palabras sólo existen para fines de comunicación, para comunicar algo que pueda expresarse en palabras o por un gesto.

Pero no es posible poner en palabras lo que esta más allá de todo esto. Describirlo no llega a tener sentido alguno. Lo único que puede uno hacer es abrir la puerta, esa puerta que solo se mantiene abierta cuando existe este orden no el orden de la sociedad, que es desorden - el orden que adviene cuando usted ve realmente «lo que es», sin ninguna distorsión producida por el «observador». Cuando no hay distorsión alguna, entonces hay orden, que en sí mismo lleva su propia disciplina, extraordinaria, sutil. Y lo único que uno puede hacer es dejar abierta esa puerta, venga o no por ella esa realidad.  No puede uno invitarla.  Y, si uno es muy afortunado por alguna casualidad extraña, puede que venga y dé su bendición. Usted no puede buscarla. Después de todo, así son la belleza y el amor. No puede usted buscarlos; si los busca, llegan a ser simplemente la continuación del placer, que no es amor. Hay una dicha que no es placer. Cuando la mente se halla en ese estado de meditación hay dicha inmensa. Entonces el vivir diario, con sus contradicciones, brutalidades y violencias, no tiene aquí lugar. Pero tiene uno que trabajar de manera muy intensa todos los días, para echar los cimientos; eso es lo único que importa, ninguna otra cosa. De ese silencio, que es la naturaleza misma de una mente meditativa, puede venir el amor y la belleza.

Jiddu Krishnamurti

libro La Libertad Interior, Saanen 1968

Jiddu Krishnamurti en español.

sábado, 18 de febrero de 2017

El Poder Invocador del Hombre

     Si analizamos el pasado, vemos que se ha prestado poca atención al factor invocación,  como lo expresa los pueblos del mundo; sin embargo, en el transcurso de las edades, el clamor invocador de la humanidad se ha elevado hacia Quienes nos guían y siempre se ha obtenido respuesta.

     Shri Krishna en el Canto del Señor, "El Bhagavad Gita", dio una afirmación espiritual que fue un enunciado preparatorio para la venida de Cristo.  Ese canto dice:

     "Siempre que haya un debilitamiento de la Ley y un crecimiento de la ilegalidad en todas partes, entonces Yo Me manifiesto.  Para la salvación de los justos y la destrucción de aquellos que hacen mal.  para el firme establecimiento de la Ley Yo vuelvo a nacer edad tras edad"

     Otro ejemplo de una invocación notable y muy antigua reside en el "Gayatri", donde la gente invoca al Sol de la Rectitud, con las palabras siguientes:

     "Descubrenos la faz del verdadero Sol espiritual,
oculto tras un disco de luz dorada,
a fin de poder conocer la verdad y cumplir nuestro deber,
al encaminarnos hacia Tus sagrados pies".

     A esto deberíamos añadir también las Cuatro Nobles Verdades, enunciadas por Buda y bien conocidas por todos nosotros, que resumen las causas y el origen de todas las dificultades que conciernen a la humanidad.  Luego vino Cristo y nos dio la ley fundamental del universo, la Ley del Amor.  Puso énfasis sobre la Paternidad de Dios, la llegada de Su Reino y las rectas relaciones humanas.  Hoy existe, como una síntesis divina de grandes verdades.  La Gran Invocación, tal como la emplean los elevados Seres.  La excepcionalidad de esta plegaria consiste en que es, en realidad, un gran método de integración, Vincula al Padre, al Cristo y a la humanidad, en una gran relación. 

     La Gran Invocación relaciona la Voluntad del Padre (o de Shamballa, el Centro donde la Voluntad de Dios es conocida), el Amor de la Jerarquía de Maestros y el Servicio de la Humanidad, en un gran Triángulo de Energías, que fortalecerá el trabajo para "sellar la puerta donde se halla el mal" y para impulsar el desarrollo del Plan de Luz y de Amor mediante el poder de Dios. liberado sobre la tierra. por medio de la Invocación.

     Llegamos al punto en que es necesario aclarar, también, el significado de la palabra Invocación y que es invocar.  Otra palabra, para reflexionar es evocación, por ser la respuesta o consecuencia de haber invocado.

     Estas dos palabras, invocación y evocación, describen ese algo misterioso, emanación, demanda silenciosa, es el impulso innato hacia la luz, subyacente en todas las formas, es lo que produce interacción y relación en la luz y en todo progreso o avance siendo la causa de ello, en el sendero de la conciencia en expansión.  Lo mismo sucede en la planta que se abre camino, de la oscuridad del suelo a la luz del sol;  en el niño que se desprende, por impulso de la vida, de la matriz de la madre;  en el ser humano que se esfuerza por ir en busca de un mayor conocimiento que le permita acercarse a la verdad.

     Todo se produce como parte de un gran sistema de invocación y evocación, de demanda y respuesta, y todos son característicos del "método de vida" que rige a todos los seres en nuestro planeta.  Este evolutivo impulso hacia delante, en el Camino Iluminado, de la oscuridad a la luz, de lo irreal a lo real y de la muerte a la inmortalidad, es un anhelo innato en todas las formas.  Así de grande y profundo es el significado de estas palabras: invocación y evocación.  Observamos que el hombre siempre ha invocado;  sus actitudes y respuestas en su vida son en sí mismas, análogamente, como una siembra y su resultante cosecha, que no necesariamente tiene que ser expresamente verbalizado sino sólo pensado. 

     La humanidad invocará al poder espiritual de Dios, y la Jerarquía responderá al llamado, y entonces se realizarán los Planes de Dios en la Tierra.  La Jerarquía invocará, en una vuelta más elevada de la espiral evolutiva, al "Centro donde la Voluntad de Dios es conocida", invocando así al Propósito de Dios.  La Voluntad de Dios será complementada por el Amor, y manifestada inteligentemente;  para esto la humanidad está preparada y el mundo espera. 

     Esto es verdaderamente "religión", puesto que debemos "religar", volver a unir el cielo (nuestro aspectos espiritual), con la tierra (nuestro aspecto personal).  Por lo tanto podemos afirmar que: Religión es el nombre asignado al llamado invocador de la humanidad y la respuesta,  a dicha demanda, evocada por esa Vida más grande.  Es la ciencia de invocación y evocación, y en lo que concierne a la humanidad, constituye el "Acercamiento" (en la futura nueva era) de una humanidad polarizada mentalmente.

     En el pasado la religión ha tenido un atractivo totalmente emocional.  Se ocupaba de la relación del individuo con el mundo físico y de buscar aquellos que aspiraban a la divinidad.  Su técnica consistió en capacitar al hombre para revelar esa divinidad, lograr una perfección que justifique esa revelación y desarrollar la sensibilidad y la respuesta amorosa al Hombre Ideal, resumida en Cristo para la humanidad actual.  Cristo vino para poder fin a este ciclo de acercamiento emocional, existente desde los días atlantes.  Demostró en Si Mismo la perfección visualizada y dio a la humanidad un pleno ejemplo de todas las posibilidades latentes en el hombre, hasta esa época.  Entonces el logro de la conciencia cristica, es decir una conciencia amorosa, se convirtió  en el objetivo principal de la humanidad.


martes, 14 de febrero de 2017

LA GRAN INVOCACIÓN

     Siempre saber es mejor que ignorar; ignorar es estar en la oscuridad, no ver, no comprender.
    La luz del conocimiento nos permite ver, y asi hacer mejor cualquier trabajo que emprendamos, pudiendo orientarnos en la dirección correcta, es decir en el sendero de acercamiento a la verdad.            Para ello es necesario  poseer la información que nos lleve al verdadero reconocimiento de lo que ignoramos, por esto y con la intención de que todos sepamos el profundo significado de la Gran Invocación, es que nace este cuadernillo.  Surge también como un aporte para ofrecer la posibilidad de utilizar correctamente estas maravillosas palabras y mejorar, a su vez. las distintas actitudes de las personas al pronunciarlas.
     Este poderoso mántram o plegaria, el cual no pertenece a ningún grupo en particular sino a toda la humanidad, apunta a invocar a ese Ser supremo, dador de Vida, en quien vivimos, nos movemos y tenemos nuestro ser, denominado Dios por algunas personas,  Pero el término para mencionarlo no debe hacernos olvidar que es Uno para la humanidad como un todo, así como para los otros reinos de la naturaleza, ya que gracias a Él existimos.
     También invoca o demanda la presencia del representante del Amor de Dios en nosotros, conocido por los cristianos con el nombre de Cristo, pero que los budistas Mencionan como Bodhisattva, los musulmanes conocen con el nombre de Imán Madi, y los judíos lo llaman el Mesías.  Sin embargo, todos se refieren al mismo Señor de Amor puro, no importa las diferencias que el hombre haya hecho en las religiones.
     La Gran Invocación es también un llamado a todos los seres humanos, a su corazón y su mente, para que dejen fluir el amor y la luz que esencialmente guardan, y que ambas cualidades sellen la puerta a todo aquello que no les permita avanzar en el sendero evolutivo, los retrase y ancle en la oscuridad de la caverna en la que han vivido hasta ahora, reconociendo el poder que existe en ssu interor para aceptase, en razón y conciencia, como un Hijo de Dios, y reconocer también a sus hermanos, logrando armonía a su vez, con la Naturaleza.
     La belleza y la fuerza de esta Invocación, reside en su sencillez y en la expresión de ciertas verdades esenciales que todos los hombres aceptan innata y normalmente; la verdad de la existencia de una Inteligencia básica a la que vagamente damos el nombre de Dios; la verdad de que detrás de toda apariiencia externa, el Amor es el poder otivador del Universo; la verda de que vino a la tierra una gran Individualidad llamada Cristo por los cristianos, que encarnó ese amor para que pudiéramos comprender; la verdad de que el Amor y la Inteligencia son consecuencia de los que se denomina Voluntad de Dios y, finalmente, la verdad de que el Plan Divino sólo puede desarrollarse a través de la Humanidad.
      Por eso es que la primera estrofa de la Gran Invocación dice:


"Desde el Punto de Luz en la Mente de Dios,
Que afluya Luz a las mentes de los hombres,
Que la luz descienda a la tierra"

     Por esa luz, se reconocerá el trabajo que debe hacer en su vida el hombre, para seguir el sendero correcto, ya que el presente está lleno de promesas y también de dificultades; como siempre la humanidad tiene en sus manos el destino del mundo.  Sin luz seguirá perdido como en un laberinto, mas si todas las personas de buena voluntad subordinan sus propios intereses personales a la tarea inmediata de practicar y difundir correctas relaciones humanas, tendremos lo que gráficamente podría describirse como la inauguración de una gran estación de Luz en la Tierra y la fundación de una gran usina de poder, que acelerará grandemente la evolución de la humanidad y el desarrollo de la conciencia humana.  La mente (concreta y abstracta, inferior y superior) se desarrolla constantemente, y a medida que lo hace, la Voluntad, el Propósito y el Plan de la Deidad, comienzan a tomar forma en las mentes de los hombres.

     La segunda estrofa, dice:  

"Desde el punto de Amor en el corazón de Dios,
Que afluya Amor a los corazones de los hombres,
Que Cristo retorne a la tierra"

El hombre se dirige al Señor de Amor, pues él mismo debe despertar el amor y la sabiduría, necesarios para relacionarse inofensivamente con el medio ambiente mundial.  Cristo dijo a toda la humanidad, no sólo a los cristianos: "Ama a tu prójimo como a ti mismo"  Sin embargo, hemos prestado poca atención a este enunciado.  Nos amamos a nosotros mismos y tratamos de amar a las personas que nos gustan,  Pero amar en forma universal y amar al prójimo, porque es un alma como nosotros, de naturaleza esencialmente perfecta y con un infinito destino, ha sido siempre considerado como un hermoso sueño a realizarse en un futuro tan remoto y en un cielo tan lejano que es mejor olvidarlo. ¿Hemos considerado lo que sería el mundo de hoy si los hombres hubiéramos escuchado las palabras de este gran Ser y hubiésemos tratado de obedecer Su mandato?  Pero no ha sido así, de allí nuestras actuales condiciones mundiales modernas.  
     Al comprender el amor verdaderamente como sensibilidad, pensamiento y aspiración, se esclarecerá el gran problema del hombre, que lo liberará de la esclavitud de los amores inferiores y adquirirá la libertad que otorga el amor y la liberación del que posee todas las cosas y , sin embargo, no desea nada para el yo separado.
     En su tercera estrofa, esta maravillosa plegaria dice:

"Desde el Centro donde la Voluntad de Dios es conocida,
Que el Propósito guíe a las pequeñas voluntades de los hombres,
El Propósito que los Maestros conocen y sirven"

     Todo el Universo es guiado por la sencilla razón de que existe, indiscutiblemente, para una mente amplia y abierta, una inteligencia Superior que ha Ordenado el Universo mismo con todo lo que hay dentro de él, pudiéndolo comprobar el individuo, al reflexionar sobre la perfección del cuerpo humano.  Dicho Orden es ajeno al hombre, siendo éste sólo una parte infinitesimal de la galaxia.  Sin embargo, la ciencia nos dice que lo único que podemos realmente conocer con certeza es el mundo tangible de los diversos y diferentes fenómenos, con sus formas, mecanismos, tubos de ensayo, laboratorios y los cuerpos de los hombres "creados en forma maravillosa y dignos de admiración".   Estos, producen pensamientos, sueños e imaginaciones y se expresan en el campo del arte, la literatura, la ciencia o en la simple vida cotidiana del ser humano común que vive, ama, trabaja, se divierte, engendra hijos, se alimenta, gana dinero y duerme.  ¿Y después qué?  ¿Desaparece el hombre en la nada o sigue viviendo en algún lugar una parte de él, hasta ahora invisible? ¿Existe un principio inmoral, una entidad sutil intangible que tiene existencia, ya en el cuerpo o fuera de él, y que es el Ser inmutable e inmortal, que la creencia en Él ha sostenido a incontables millones de seres en el transcurso de las épocas?  Reflexionar sobre esto traerá luz al investigador.  La ciencia paulatinamente se acerca un poco más al verdadero reconocimiento del mecanismo y la naturaleza de la forma.  Los pensadores espiritualmente orientados que afirman la existencia de un ente inmortal, también se han esforzado por una mayor captación de lo real, ambos oportunamente unirán sus conclusiones, siendo éstas, dos caras de la misma moneda, que nunca deben ser consideradas como antagónicas.
   La teoría hilozoísta afirma la existencia de una sustancia viviente, compuesta de una multiplicidad de vidas sensibles, las que son impulsadas continuamente a manifestarse, mediante el "aliento de la Vida Divina".  Dicha teoría no reconoce la existencia de la materia inorgánica, y recalca el hecho de que todas las formas están construidas de vidas infinitesimales, que en su totalidad, grandes o pequeñas, constituyen una Vida, conglomerado de vidas que a su vez son parte integrante de una Vida Mayor.  Tenemos así la gran escala de vidas que se manifiestan en máxima expresión y van desde esa diminuta vida llamada átomo (de la cual la ciencia se ocupa), hasta esa vasta vida atómica que llamamos un sistema solar.
     Esta es una definición breve e inadecuadamente expresada de la doctrina hilozoísta, y una tentativa de interpretar y encontrar el significado del mundo fenoménico manifestado, con sus tres principales características.  Vida, Conciencia y Forma.  Así, podemos afirmar que la vida de la humanidad toda (suma de las vidas de los individuos que la componen), posee una guía mayor, los llamados Maestros o Hermanos Mayores, Quienes, siguiendo el camino evolutivo, ya pasaron por la etapa humana, tal como la maestra ya fue alumna, estando hoy capacitada y viviendo otro momento de la vida, enseña a sus alumnos y puede guiar a los nuevos estudiantes compartiendo ambos la misma escuela pero teniendo gran diferencia de conocimiento, madurez y sabiduría.
     A su vez dichos Maestros, por formar parte de una Vida mayor, como dijimos anteriormente, también son guiados por la Voluntad de Seres aún superiores a Ellos, desde un nivel de Conciencia superior.  Ese es el Centro donde la Voluntad De Dios es conocida.  Los Maestros, nuestros guías, conocen el Propósito de la Deidad y lo transmiten a la humanidad como Plan, por eso lo llamamos el Plan de Dios, que es desarrollar en el hombre su aspecto Conciencia, mediante la rectitud de vida y sobre todo la inofensividad.  Esto lo podemos comprobar al estudiar la doctrina de los grandes iluminados que ha tenido la humanidad, así nos daremos cuenta que el mensaje es el mismo: Amor y Sabiduría.  Comprendiendo lo expuesto, el hombre espiritualmente orientado, el de buena voluntad, se esforzará para practicar dicho mensaje, no importando la religión a la que pertenezca. 
     El párrafo anterior aclara en parte la siguiente estrofa de la Gran Invocación, que dice:

"Desde el centro que llamamos la raza de los hombres,
Que se realice el Plan de Amor y de Luz,
Y selle la puerta donde se halla el mal.
(1)
Que la Luz, el Amor y el Poder
reestablezcan el Plan en la Tierra"

     Hoy la humanidad se encuentra en un momento excepcional, punto medio entre un pasado desventurado y un futuro lleno de oportunidades.  La sabiduría activada y motivada por el amor, e inteligentemente aplicada a los problemas mundiales, es en la actualidad, muy necesaria, lo cual no fue aún descubierta excepto por las pocas almas iluminadas de todas las naciones.  Debería haber más personas que sepan amar con sabiduría y apreciar la aspiración grupal, antes de poder ver la próxima realidad que debemos conocer, la cual surgirá de las tinieblas que estamos ahora en proceso de disipar, sellando la puerta donde se halla el mal, pues la armonía, expresada en belleza y poder creador, se adquiere mediante la lucha, la tensión y el esfuerzo,  El conocimiento expresado oportunamente por la sabiduría, sólo se logra por la angustia que causan las decisiones, presentadas sucesivamente, que al ser sometidas a la inteligencia discriminadora durante las experiencias de la vida. traen finalmente el sentido de los verdaderos valores, la visión del ideal y la capacidad de diferenciar la realidad que está detrás del espejismo que se interpone.
     En síntesis, podemos afirmar que esta magnifica Invocación, posee un poder propio, el cual se demuestra en el hecho de que miles de personas ya la están recitando.  Los pueblos del mundo se acercan a ella considerándola como plegaria a Dios Trascendente.
     Vale aclarar el significado de Dios Trascendente.  Es ese Dios más vasto, más incluyente que el mundo de Su creación, que es reconocido universalmente y aceptado por todos los credos, y que es quien ha dominado el pensamiento religioso de millones de personas sencillas y espirituales en el transcurso de los siglos, dese que la humanidad inició su camino hacia la divinidad.  Es ese Dios que reconocemos y que, podríamos decir, consideramos fuera de uno mismo, que está allá en el "cielo" o en niveles más sutiles de existencia, al cual consideramos como observador y a quien nos dirigimos al pedir, y no lo consideramos dentro nuestro, pues si así fuera, aceptaríamos al Dios Inmanente.  Este Dios inmanente está radicado en lo más profundo del corazón humano, es quien divinamente todo lo compenetra e internamente lo condiciona,  Expresa la divinidad ingénita a través de los seres humanos y, hace dos mil años, personificó la naturaleza de esa divina Inmanencia en Cristo.
     Los pueblos, sin excepción, podrían utilizarla como plegaria que ilumina a los gobernantes y dirigentes de los vastos grupos que manejan los asuntos mundiales; como ruego para que afluya amor y comprensión en re los hombre y puedan vivir en paz entre sí;  como demanda para que se cumpla la Voluntad de Dios y como invocación para fortalecer la responsabilidad de los hombres, a fin de que los males actuales, que tanto angustian y confunden a la humanidad, puedan ser eliminados y frenar esa indefinida fuente del mal.  Finalmente, sería bueno, que fuese considerada como oración, para que se restablezca una condición primordial de serenidad, paz y se produzca en la tierra la disminución paulatina y creciente de todo sufrimiento y dolor.
     Todas las personas de buena voluntad y aquellos que están espiritualmente orientados lograrán un acercamiento más profundo y comprensivo a esta Invocación.  Ellos reconocerán el mundo de las causas y a Quienes subjetivamente se hallan detrás de los asuntos mundiales, los Dirigentes espirituales de nuestra vida.  Dichos grandes Seres están preparados para alentar a quienes poseen verdadera visión, y también, revelar aquello que permitirá a la humanidad pasar de la oscuridad a la luz.
     Como dijimos anteriormente, debemos reconocer que algo inteligente y espiritual dirige a la humanidad,  no importa como lo llamemos, Propósito guiador, o Voluntad de Dios, para otros son las tendencias inevitables del proceso evolutivo o bien se puede creer en las fuerzas espirituales del planeta;  incluso hay muchos que hablan de la guía del Cristo y sus discípulos.  Sea lo que fuere, existe un reconocimiento universal de un Poder guiador, que ejerce presión en una dirección a través de las edades, lo cual parece conducir todo hacia un culminante Bien.
     Una dirección definida ha conducido desde la etapa del hombre primitivo hasta el punto evolutivo en que puede aparecer un Platón, Un Shakespeare, un Da Vinci, por ejemplo.  Algún poder ha evocado la capacidad del hombre para formular ideas, producir sistemas de teología, de ciencia y de gobierno; algún poder motivador interno ha dado al hombre la capacidad de crear belleza, descubrir los secretos de la naturaleza, alguna comprensión de la responsabilidad divina subyace en la filantropía, los sistemas educativos y el movimiento de bienestar en todo el mundo.  El progreso el espíritu humano ha sido de irresistible desarrollo, de creciente apreciación de la realidad, la armonía y la sabiduría.  El instinto  se ha convertido en intelecto, el intelecto comienza a desarrollarse en intuición.  La intuición es la captación sintética de la verdad, que es una prerrogativa del alma; es captar comprensivamente el principio de universalidad.  Cuando existe, se pierde, por lo menos momentáneamente, todo sentido de separatividad, cuando se reconoce es Amor Universal, que no tiene relación con el sentimiento ni con la reacción afectiva, sino que predominantemente se identifica con todos los seres.
     Esta imagen de la belleza del espíritu humano debe compararse con la imagen del egoísmo y la crueldad de hombre, y su inhumanidad hacia él mismo.  Ambas imágenes son reales pero únicamente la de la belleza es eterna, la otra es transitoria. 
     El hombre es un compuesto de expresiones superiores e inferiores, y en todas las guerras y dificultades que acompañan su progreso a través de las edades, subyace una constante y antigua lucha entre la aspiración espiritual y su deseos materiales.  Hoy esta condición está centrada en el conflicto que se libra entre los poderes totalitarios y las naciones que luchan por los derechos del espíritu humano y la libertad de la humanidad.
       Debemos aclarar cuál es el significado de la palabra espiritual. El empleo que hacemos de ella, no tiene que ver con la forma en que la emplean las religiones ortodoxas, excepto hasta donde la expresión religiosa forma parte de la espiritualidad general de la humanidad.
     Es espiritual todo lo que tiende a la comprensión, a la bondad, a aquello que produce belleza y puede conducir al hombre a una expresión más plena de sus potencialidades divinas.  Es perjudicial o indeseable todo lo que introduce al hombre más profundamente en el materialismo, omite los valores superiores de la vida, fomenta el egoísmo, erige barreras al establecimiento de rectas relaciones humanas y nutre la  separatividad, el temor y la venganza.
     Podemos decir que la palabra espiritual abarca todas las fases de la experiencia viviente; es aquello que está más allá de la actual etapa de realización; es lo que personifica la visión e impulsa al hombre adelante hacia una meta más elevada que la alcanzada, es toda actividad que impele al ser humano hacia alguna forma de desarrollo (físico, emocional, mental e intuitivo) esto es esencialmente espiritual e indica la vivencia de la entidad divina interna.

 http://lucis.org/la-gran-invocacion/proposito-de-fundacion-lucis/

(1)  Que sólo por medio de la propia humanidad puede ser expresado el Plan Divino.
Por medio de la invocación, de la meditación y de la plegaria, ciertas energías divinas pueden ser liberadas y puestas en actividad. Hombres y mujeres de buena voluntad de todas las creencias y nacionalidades pueden unirse dentro del servicio mundial, llevándole el valor espiritual y la fuerza resolutiva a un mundo atribulado y lleno de conflictos. Por el empleo concentrado y unificado de esta Invocación pueden los hombres alterar los acontecimientos mundiales. El conocimiento de este hecho, científicamente aplicado, puede convertirse en uno de los grandes factores de liberación de la humanidad.
Nadie que emplee esta invocación o plegaria para la iluminación y el amor dejará de producir cambios en sus propósitos de vida y en sus actitudes. “Tal como piensa un hombre en su corazón así es él”.
La Gran Invocación no pertenece a religión particular alguna ni a ninguna secta o grupo.
La Gran Invocación aumentó a cinco estrofas: