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NAMASTÉ!!!

"Te advierto, quien quieras que fueres, ¡Oh! Tú que deseas sondear los arcanos de la naturaleza, que si no hallas dentro de ti mismo aquello que buscas, tampoco podrás hallarlo fuera. Si tú ignoras las excelencias de tu propia casa, ¿cómo pretendes encontrar otras excelencias? En ti se halla oculto el Tesoro de los Tesoros ¡Oh! Hombre, conócete a ti mismo y conocerás el universo y a los Dioses." ORACULO DE DELFOS

domingo, 29 de octubre de 2017

Ser lo que se es

Ser lo que se es
¡MARAVILLOSA Semana!!!



Un maestro sufí, después de que uno de sus discípulos (un ladrón a quien quiso redimir inculcando frases del Corán) se escapara con una gran cantidad de su dinero, me dijo: «Es mi culpa», y me contó una antigua fábula:

Ante el león, rey de la selva, se presenta quejoso un can. 
-Majestad, odio ser llamado "perro».
Es un nombre feo, despreciable. ¿Podríais darme otro?
-Aunque te cambie el nombre, seguirás siendo el mismo. 
-Ponedme a prueba, majestad.
-Bien, te confío este trozo de carne roja. Guárdala, sin tocarla, hasta mañana.
El león se aleja. El perro, junto al apetitoso alimento, ve pasar una hora, dos. La boca se le llena de saliva. A la tercera hora exclama:
-¡Qué necio he sido! ¡Cómo pude no darme cuenta de que la palabra "perro» era hermosa!
Diciendo esto, engulle la carne y se escapa.

A primera vista esta fábula nos previene de que nadie, a menos que lo haga uno mismo, puede cambiar la naturaleza de un ser humano. Sin embargo, se le podría dar un significado positivo: el león capta la verdadera esencia del perro y la: respeta.
Cuando el can, por compararse al rey, se siente insatisfecho de sí mismo, éste lo coloca frente a una tentación que le revelará lo que en verdad es. El perro dejará de despreciarse y reconocerá que siendo auténtico recupera el gusto por la vida. El rey le ha transmitido lo esencial. Ahora, rechazando ser león y aceptando ser perro, podrá disfrutar del lugar que le corresponde.

Jacob Grinberg llega al cielo. El Altísimo le otorga un rincón oscuro y Jacob se queja:
-¿Es esto todo lo que recibo como premio? ¡Entonces no me sirvió de nada esforzarme toda mi vida para ser como el profeta Moisés!
Yahvé le contesta:
-Hubiera preferido que te esforzaras en ser Jacob Grinberg.

Llegar a ser lo que se es, y no lo que los demás quieren que seamos, no es fácil. Muchas veces, por ausencia del padre, ya en su vientre gestador la neurosis posesiva de la madre nos infecta.

Un hombre de treinta años vive sobreprotegido por su madre. Ésta le hace la comida, le lava la ropa y se la plancha. Incluso le limpia los dientes.
Un día este hombre se enamora locamente de una mujer. La pide en matrimonio, pero ella le responde:
-¡Con tu madre, imposible!
-¿Y eso por qué? ¡Mi madre es maravillosa y perfecta! -dice el hombre asombrado por tal negativa.
-Es tan perfecta que nunca podrás entregarte a mí. ¡Mientras ella exista, me niego a casarme contigo! -replica la mujer sin vacilar.
-¡No puede ser! ¡Si te niegas a casarte conmigo, me suicido! -suplica el desgraciado arrojándose a sus pies.
-¡Bien, pues entonces, si quieres que me case contigo, debes hacer una cosa: mata a tu madre y tráeme su corazón!
Desesperado, el hombre acepta plegarse a las exigencias de su amada. Con lágrimas en los ojos, vuelve a casa dispuesto a cumplir su crimen. Cuando la madre le oye entrar, corre hacia él:
-Hijo mío querido, ¿cómo estás? ¡Pareces triste! ¡Es por culpa de esa mala mujer, seguro! ¿Qué te ha hecho? Te advertí que no te traería nada bueno. ¡Ven! ¡Siéntate! Preparé una buena sopa de pollo. ¿Qué necesitas? ¡Dímelo! Haré lo que quieras...
Sin escucharla más, el hombre, decidido, se abalanza sobre ella, la mata y le arranca el corazón.
Llevando su preciado fardo en las manos, abre la puerta para ir a ofrecérselo a su amada pero tropieza y cae, mientras el corazón rueda por la tierra. El hombre se levanta como puede y, cuando va a recogerlo, oye al corazón decirle:
-¡Mi pobre niñito...! ¿Te has hecho daño?

A menudo, atrapados en relaciones infantiles no resueltas, sin haber conseguido la libertad de vivir como desearíamos, nos enredamos en conflictos emocionales que acaban haciéndonos sentir culpables, víctimas o infelices.

Infructuosamente, intentamos controlar las situaciones vitales con nuestra razón. Pero para lograr, como el perro de la fábula, comemos el delicioso trozo de carne cruda, o
sea realizar nuestros proyectos genuinos y vivir en un territorio que nos convenga, sin dependencias que nos obliguen, tenemos que ser conscientes de que hay una diferencia esencial entre el centro intelectual y el centro emocional.

En cierto modo la conducta emocional es semejante a la de un árbol. Cuando un animal tiene una herida, las células se regeneran y ésta cicatriza. (Podemos militar en un partido político, decepcionamos y luego defender, sin culpamos, una ideología contraria.) En cambio un árbol no puede regenerar sus heridas: quedan abiertas para siempre, tan sólo logra ocultarlas bajo una capa protectora. La herida, así cubierta, permanece intacta y, cuando se pudre, puede invadir todo el tronco.

La vida del árbol consiste en una película de células, no más espesa que una hoja de papel, creciendo bajo la corteza. Es la única parte viviente. El resto del tronco está formado por materia leñosa, estructura muerta que sostiene esa fina capa en la cual reside la vida.

Cuando un árbol crece aislado, recibe tanta luz que se expande a lo ancho. Por contra, en un bosque, comprimido entre otros, se eleva alto y recto buscando la luz.

Mas en el fondo lo que quiere, antes que nada, es ensancharse, crecer hacia el exterior, aumentar su superficie de contacto... Nuestro centro emocional funciona según este mismo principio. El intelecto, tratando de alcanzar la vacuidad, se concentra cada vez más en sí mismo... El corazón se expande hacia el exterior, como si dijera: «No únicamente yo. También los otros. Me abro hacia ellos y, como un árbol que cada año crea una nueva capa viviente dejando que la anterior se solidifique, fortifico mis sentimientos. Eso me enriquece. Camino hacia la plenitud. Avanzo sin límites hasta llegar a amar no solamente a mi pareja y a mi familia sino también a las otras familias, los amigos, la humanidad entera -la actual, la pasada y la venidera-, el planeta, el cosmos, su posible creador».

Cuando morimos, nuestro corazón se llena de sangre mientras que el cerebro la pierde. Mente vacía, corazón lleno. Las verdaderas emociones son como olas gigantes. Cuando vivimos una tragedia, el vacío mental que se nos produce nos permite soportar esa tempestad emocional. Pero si no hemos logrado esa vacuidad, la tempestad emocional nos ahoga. En ese estado podemos deprimirnos, suicidamos o enloquecer.

Cada árbol posee una arquitectura en la que ramas y raíces se corresponden. Si se le cortan ramas, las raíces correspondientes mueren, y si se le cortan las raíces, las ramas correspondientes mueren. La inmensa arquitectura exterior responde a una arquitectura subterránea. Esta última no trata de descender hacia las profundidades de la tierra, porque ahí no encontraría alimento alguno, sino que se expande horizontalmente hasta que logra satisfacer su verdadera necesidad de sales minerales. El árbol chupa de la tierra estas sales disueltas en agua para que lleguen a las hojas. Estas hojas son la única «fábrica» que el vegetal posee. Ellas, con la ayuda del sol y del anhídrido carbónico, elaboran el verdadero alimento -la savia- y lo hacen descender hasta las raíces. Todo cuanto es absorbido en el suelo y expandido hacia arriba es de inmediato devuelto hacia abajo.

Hemos fijado lo volátil, es necesario volatilizar lo fijo; en otros términos, hemos materializado el espíritu, es preciso espiritualizar la materia.
Éliphas Lévi, Dogma y ritual de la alta magia

Al mismo tiempo que succiona las fuerzas de la tierra, el árbol la nutre con sus hojas, ramas secas y toda una serie de hongos que crea para que lo ayuden a asimilar después. Hay un intercambio de energía, de recepción y don. Entre los seres humanos encontramos a veces parásitos que sólo piden. Succionan un conocimiento, lo depositan en su cerebro y no lo comparten, lo guardan ahí, sin transformarlo en sentimientos, como un excremento metafísico. En Japón, cada vez que alguien compra una cosa recibe un pequeño regalo, porque en la tradición popular es indigno tomar sin dar.

El árbol forma cada año una capa que rodea todo el tronco. Cuando es cortado transversalmente es posible observar, en forma de anillos concéntricos, cuáles fueron sus años buenos y cuáles los difíciles, porque el pasado se hace estructura. Si los doce meses han sido lluviosos, el anillo es grueso. Si han sido secos, el anillo es delgado... Esta característica vegetal puede ayudamos a comprender lo que supone un trauma para un niño. Cuando el infante vive algo que no debió vivir (una agresión sexual, por ejemplo) o, por el contrario, no vive lo que habría debido vivir (mamar del pecho de su madre, por ejemplo), se crea en su inconsciente una especie de capa protectora. Emocionalmente, queda bloqueado en la edad en que sufrió el daño. La vida continuará, pero él permanecerá aislado en las profundidades de su corazón, como un niño que no crece... a menos que rompamos esa capa defensiva para revivir y comprender lo que encerramos, no con la ayuda de las palabras, sino a través de las emociones y las sensaciones.

Durante un parto traumático, el organismo del feto es expuesto a un gran peligro. Cada parcela del esfuerzo del futuro bebé está consagrada a su lucha por sobrevivir. La huella, altamente cargada, de esta lucha es literalmente una tempestad eléctrica que queda grabada en el organismo toda la vida como una tensión residual... Esta huella dejada por el nacimiento es más
importante en tanto que está injertada profundamente y de manera central en el cerebro y el sistema nervioso y se encuentra, muy pronto, encerrada como por una barrera por el córtex en desarrollo y la experiencia ulterior.
AIthurJanov,llueuas

Para el árbol, el proceso no termina ahí. Un tiempo después de recibir el tajo, la madera, aislada por la capa exterior, se corrompe. Las bacterias pueden invadir la herida y roer la podredumbre, que cae convertida en polvo y nutre la tierra. Es por esto que existen árboles huecos. Un árbol hueco permanece vivo porque su vida está en la periferia, pero, por falta de estructura sólida, es más débil y en cualquier momento puede caer. Cuando no sucede esto, el árbol crea raíces internas que. se alimentan de la podredumbre. Metáfora interesante: si llevamos en el alma una profunda tristeza, podemos echar raíces emocionales que se nutran de este sentimiento. Así, la. tristeza se convierte en fuerza vital... Somos capaces de no rechazar la herida, la aceptamos con su dolor hasta que, transformada en Consciencia, nos permite aliviar la tristeza de los otros. Cuando el árbol recibe una lesión, no pudiéndola cicatrizar, la interioriza, asume su sufrimiento. Del deseo de arrojar el sufrimiento hacia el exterior nace la depresión, la autodestrucción, el derrumbe moral. Si sumimos el sufrimiento en lo más profundo de nuestro ser, se convierte en alimento de una nueva vida.

El pasado es nuestra estructura espiritual, no nuestra identidad. Lo debemos venerar y honrar, sin amarramos a él, y continuar creciendo hacia el futuro, uniéndonos al mundo.

Cuando nada lo ataca, el árbol es un ser sólido y vivo. Nosotros también deseamos la solidez y la vida. Pero «sólido» y «vivo» son dos cosas diferentes. Se puede ser sólido y estar muerto, se puede estar vivo y ser frágil. A menudo encontramos parejas que, dando por actuales sentimientos que sólo existen en su pasado, afirman mantener una relación sólida. Sin embargo, ser sólidos el uno para el otro puede no excluir estar muertos emocionalmente. Si alguien nos proporciona la solidez, ¿nos da el amor? Si la relación es segura, ¿es viviente? Por esta razón las relaciones amorosas deben ser vividas intensamente en el instante en que se producen.

Cuando una rama se rompe pero queda unida por su base al tronco, muere donde está separada pero continúa creciendo ahí donde se mantiene unida. Mientras hay unión, hay vida. Para que la rama muera es necesario que sea separada por completo.

En la naturaleza, la vida de un organismo depende de su unión con el medio ambiente. Todo lo que se separa está condenado a morir. Cuando nos encerramos en nuestro Yo personal, hasta el punto de alejamos de los otros, nos encaminamos hacia la destrucción. Si todo lo positivo que obtenemos para nosotros no lo deseamos para los demás, se nos vuelve negativo.

Quien camina una legua sin amor, camina amortajado hacia su propio funeral.
Walt Whitman, Canto a mí mismo

Cada vez que un árbol es herido o pierde una parte, otra rama crece al Iado. Lo que está perdido, perdido está. No se puede resucitar lo cortado, pero en su lugar puede crecer algo nuevo. La respuesta del árbol ante una pérdida es crear de inmediato una nueva vida al Iado de la herida.

Si comprendemos la lección del árbol, consideraremos nuestros fracasos simplemente como un cambio en nuestra ruta. Guardemos en nuestro corazón a los muertos queridos pero no nos encerremos con ellos en su ataúd... Que permanezcan en nuestra memoria, que nos alimenten con su recuerdo, pero construyamos de inmediato nosotros una nueva vida.

Cuando el árbol sufre una lesión, tapa los canales que irrigan la parte afectada. A veces, si emplea demasiada energía, puede ahogar toda su circulación y llegar a secarse. Cuando la vida nos depara una desgracia, si empleamos una exagerada energía en eliminar el sufrimiento, podemos autodestruirnos. Deberíamos dedicar ese esfuerzo a sobrevivir, a experimentar algo nuevo, soportando valientemente el dolor.

El tiempo es nuestro aliado: poco a poco el dolor disminuye y el amor crece.
El maestro sufí me contó otra antigua fábula:

Un hombre, para ganar más dinero, agregaba agua a la leche ordeñada a su única vaca. Así lo hizo durante mucho tiempo. Un día en que la hacía atravesar un río, una repentina crecida se la arrebató.
Llorando, vio hundirse a su rumiante. Como nunca había dejado de agregar agua al alimento, ésta, como castigo divino, acabó por ahogar a la vaca.

Según este ejemplo, las acciones deshonestas se van acumulando en el espíritu del malhechor y terminan por aniquilarlo. Lo que hacemos al otro nos lo hacemos a nosotros mismos. Toda agresión termina por volverse contra el agresor. Se podría decir que los actos destructivos, los deseos ilícitos, los sentimientos rencorosos o las palabras negativas se acumulan en la memoria y la convierten en un lago envenenado que contamina al cuerpo.

Por otra parte, esta fábula podría interpretarse en un sentido positivo: la leche son las palabras, las acciones, los sentimientos, los deseos del individuo; y el agua que se añade, la intención sagrada. En este caso el «dueño de la vaca» es un iniciado que en su vida cotidiana acepta siempre la presencia del impensable Dios interior.

Para llegar a ser nosotros mismos, antes que nada debemos llevar a su realización a cada uno de nuestros cuatro egos. El Ego corporal debe conocer el agradecimiento, agradecimiento que significa ser consciente de la impermanencia de la materia, del milagro que es la vida y del inconmensurable valor que tiene cada segundo. El Ego libidinal debe conocer la satisfacción, satisfacción que significa la eliminación de deseos parásitos, la libertad creativa y la aceptación del placer genuino.

El Ego emocional debe conocer la paz, paz que significa el perdón universal (para el iniciado, mirar, escuchar, olfatear, tocar y gustar es bendecir) y la unión caritativa con las fuerzas positivas del mundo. El Ego intelectual debe conocer el silencio, silencio que significa el fin del diálogo espectador-actor. En resumen, las cuatro palabras fundamentales de la magia: querer, osar, poder, callar. 

Quien logre estos cuatro conocimientos no debe pensar orgullosamente que ha llegado a ser él mismo. Sólo ha logrado solidificar el Yo superior, sin darse cuenta de que éste, cuando se vive separado del todo, es ilusorio. Cuando se es únicamente Yo superior, no se es lo que se es. Para ser nosotros mismos debemos dar pasos en lo desconocido, aceptar que el Yo esencial está presente en cada una de nuestras elecciones, que es imposible saber quiénes somos porque eso sólo implicaría espejismos racionales, y aceptar las fuerzas desconocidas que nos alimentan, saber que en verdad quien propone las decisiones no es el Yo superior sino, a través del Yo esencial, el Dios interior... 
QUERER vivir la totalidad de nuestro ser; 
OSAR obedecer los dictados de nuestra intuición; 
PODER realizar lo que nos proponemos porque hemos aprendido a no luchar contra nosotros mismos; 
CALLAR, en el sentido de cesar de hacer del intelecto un tirano y obedecer a nuestro inconsciente sabiendo que no es un enemigo sino el más fiel de los aliados. 
Ser lo que se es implica aunar al Yo personal la infinita sombra del inconsciente, más el eterno resplandor del Supraconsciente, más la potencia del Dios interior.


Cabaret Místico
Alejandro Jodorowsky

lunes, 23 de octubre de 2017

Chistes para adultos


¡MARAVILLOSA Semana!!!


-¡Querida -declara un hombre de negocios en plena ruina-, tengo una idea genial para ahorrar!  ¡Aprende a cocinar y podremos despedir a la sirvienta!
-¡Yo tengo una idea aún mejor! -responde la esposa-o ¡Aprende a hacer el amor y así podremos despedir al chófer!

Cuando vivimos en pareja y criticamos a nuestro compañero, indefectiblemente éste nos critica también. En el amor, tan pronto como el otro no nos satisface, tampoco nosotros le satisfacemos. El verdadero amor es certeza pura. No tiene cabida la menor crítica. Si ésta surge, es mutua. Es imposible que seamos un príncipe o una princesa y el otro una rana o un sapo. Creer eso es una añagaza. La pareja es una asociación de dos cómplices.

La mejor manera de saber si el otro nos ama es preguntarnos a nosotros mismos si le amamos. Hay personas que no paran de decir «No consigo formar una pareja. Nadie me quiere». Pero de hecho lo que están diciendo es «No amo a nadie.

Son egoístas: van a venir a utilizarme, a pervertirme, a hacerme sufrir. Me conviene la soledad». Y por eso se quedan solas. En cuanto estén disponibles para el otro, dispuestas a amarlo, con toda seguridad el otro aparece.

-Por favor -pregunta un señor a un farmacéutico-, ¿tiene preservativos con rayas amarillas y negras?
-Pues no... Además, ¿qué pregunta rara es ésa? ¿Para qué van a servirle unos preservativos así?
-Verá, soy el criado de una señora burguesa. Incluso cuando me invita a hacerle el amor, espera que no me olvide de mi condición.

¿No impedimos muchas veces nosotros mismos a quienes amamos ponerse a nuestro nivel? ¿Acaso nos han permitido nuestros padres ponernos a su altura para favorecer así la comunicación en un plano de igualdad? ¿Hemos tenido oportunidad de luchar contra nuestro progenitor y arrojarle al suelo? ¿Nuestra madre, tras haber cometido el error de darnos un cachete, nos lo ha reconocido y nos ha pedido que le devolviéramos la bofetada? ¿Se nos ha dado nuestra parte de la herencia en el momento oportuno, es decir, cuando aún podíamos tener el placer de disfrutar de ella, o hemos estado esperando esta herencia toda nuestra vida, sin poder aprovecharla cuando finalmente nos ha sido legada?

Hay parejas en las que uno de los miembros impide al otro cambiar para no tener que hacerlo él mismo.

Si el criado hace el amor con el falo desnudo, accede a un nivel superior. El acto se convierte en una relación de reconocimiento mutuo. Por el contrario, mientras utilice los preservativos con rayas amarillas y negras, vive en una relación en la que no es reconocido. En este mundo dirigido exclusivamente por los hombres, ¿cuántas son las parejas que llegan a vivir su relación en pie de igualdad?

De repente, una muchacha advierte al joven con el que sale por primera vez:
-Mi madre me ha hecho jurar que respondería enérgicamente con un «No» a todo lo que me propongas.
-Muy bien. ¿Pondrías alguna objeción a que te follara?
-No.

El joven ha aprovechado la orden de la madre para obtener lo que quería. Se podría llamar a esto «trampa sagrada». El engaño, como la verdad, puede ser benéfico.

Unos padres querían ayudar a su hija pagando sus estudios, sin que por ello se sintiera
demasiado dependiente. Le dijeron:
-Podemos correr con los gastos pues, gracias a ti, pagamos menos impuestos. ¡Así que no es ningún problema, y la idea de que esto nos convenga fiscalmente debería liberarte de todo escrúpulo con respecto a nosotros!
La muchacha sintió un gran alivio. 

Astutamente, sus padres la ayudaron a estudiar sin dar muestras de que la ayudaban... 
Hay dañinas mentiras egoístas y hay mentiras sagradas que permiten ayudar a los otros.

Un sultán pasa la velada en su harén de trescientas mujeres. Mientras observa a una danzarina y escucha su música favorita, susurra al oído a la concubina más próxima:
-Tus cabellos son como la luna del desierto. Tus ojos son como dos luceros. Tus caderas son como un oasis. Tus labios son como la fuente fresca que mana en las dunas de arena. ¡Pásaselo a la que tienes aliado!

Este sultán cree que haciendo la corte a una sola hembra quedarán todas seducidas. Se ahorra así mucho trabajo, pero el error consiste en que no ve la diferencia que existe entre una mujer y otra. Si utiliza el mismo sistema para todas, el placer no puede existir en ese harén.

Se cometen errores enormes al pensar que lo que se dice a una persona íntimamente puede hacerse extensivo a dos, cuatro, veinte o más. El mensaje que se transmite a una no es el mismo que recibiría otra. Cada individuo escucha de manera particular.

Gurdjieff, entre otros, tenía como discípulos a dos grandes poetas: Luc Dietrich y René Daumal.  A Dietrich le ordenó que hiciera el amor con una mujer distinta cada día, pero que no fuese prostituta, durante un año. A Daumalle pidió que lo hiciera una sola vez durante ese mismo año. Ambos se esforzaron por cumplir estos actos que podríamos llamar de psicomagia. A uno le hizo bien luchar por reprimir sus deseos, el otro debió batallar para llevar cada día a su cama a una desconocida..: Lo que un maestro nos dice en particular no tiene por qué ser válido para otra persona. Debemos ser conscientes de que cada ser es distinto, de que unas mismas palabras resultan diferentes en otros oídos.

-Hace tres días que desapareció mi mujer -declara un hombre que acaba de llegar precipitadamente a la comisaría-o ¡Deben encontrarla! Ésta es su foto. ¡Búsquenla!
-¿Por qué? -pregunta, a modo de respuesta, el agente.

Después de reflexionar, a este hombre le satisface la desaparición de su mujer, para él «fea». El agente es la parte oculta de su personalidad. Creemos sufrir mucho cuando alguien nos abandona, pero en verdad somos nosotros quienes lo hemos expulsado. O también podría ser que no hayan visto a su cónyuge en veinte años de vida en común... Nunca se han comunicado en el nivel que les corresponde. Ninguna escucha verdadera, ninguna conversación profunda. Espiritualmente no han creado nada juntos. Para ambos, esta separación que les parece una tragedia, es lo mejor que ha podido ocurrirles. Juntos no iban a ninguna parte. A veces, ciertas pérdidas, ciertos rechazos, son oportunidades benditas. En el caso de que amemos a alguien, si nos dice «Sí» es una oportunidad; si nos dice «No», es también una oportunidad.

A veces tenemos que perder una parte de nuestro organismo a causa de una grave enfermedad, o sufrir la muerte de un ser querido, para, finalmente, encontrarnos.

Si una mujer le pregunta al tarólogo: «¿Voy a encontrar un hombre?», la respuesta correcta es: «El Tarot no ve el futuro.

No te puedo decir si lo vas a encontrar, pero puedo decirte por qué no lo encuentras». Y si ella insiste: «He perdido mi sexualidad, ¿cómo puedo recuperarla?», el tarólogo puede responderle: «Afirmas que has perdido tu sexualidad. Hablas de ésta como si fuera una cosa que poseyeras. Es como si dijeras: "He perdido mi bolso". El bolso te pertenece pero no eres tú. La sexualidad no es una posesión individual.

Funciona cuando el otro está presente (salvo que se trate de una masturbación, aunque incluso en este caso hay un fantasma, y por lo tanto el otro también interviene). Cuando quien puede satisfacerte no está presente, no se tiene sexualidad.

Entonces hibernas, puedes permanecer inapetente uno, dos, diez años, pero un día, de repente, aparece frente a ti el ser que te hace vibrar y, en un segundo, el deseo te inunda».

Cuando el marido entra de improviso en el cuarto de su mujer, el detective privado se incorpora y, saltando de la cama, dice:
-Señor, finalmente tengo la prueba de que su esposa lo engaña.

Muchas historias mitológicas cuentan lo mismo: el héroe comienza una investigación para terminar dándose cuenta de que él mismo es el objetivo de ella. Ha creído investigar cuando, en el fondo, el indagado ha sido él en lo más profundo de sí mismo. Creía perseguir la verdad, cuando sólo estaba escapando de ella.

Giramos y giramos alrededor de una ilusoria finalidad; en realidad el Yo esencial nos persigue y nosotros huimos. Llegar a la realidad es llegar a nosotros mismos.

Con la ropa hecha jirones, una mujer de setenta y muchos años de edad se presenta en la comisaría de policía y expone:
-Para regresar a mi casa debo cruzar un bosque desierto. Esta tarde, de repente, me topé con un joven sátiro. Corrí y corrí y corrí...
- . . . y por lo que veo, logró usted alcanzarlo -replica el comisario.

Pongámonos en el lugar del joven sátiro (el Yo personal). Pensemos que cree estar persiguiendo, con dificultad inmensa, su realización (encarnada por la anciana, el Yo esencial). Lo que sucede en verdad es que su Yo esencial, puente que lo conduce al Dios interior, es el que lo está persiguiendo, y él quien está escapando. Cuando en el ámbito de la Consciencia creemos buscar, somos nosotros los buscados. El ocultista francés de comienzos del siglo XX Maitre Philippe dijo: «La caza está prohibida. La pesca está permitida».

La felicidad de dejar de buscar para comenzar a encontrar, aunada a la angustia de dejar pasar, por falta de atención, la oportunidad de recibir al Dios interior, se describe sutilmente en un cuento sufí:

Mulá Nasrudín consulta a un médico:
-¡Doctor, tengo un problema terrible!
-¿Ah, sí? ¿Qué le sucede?
-Mi mujer habla dormida, toda la noche. Ya no sé qué hacer. 
-Será fácil: tráigame a su mujer para que yo la cure.
-Pero no, doctor. No quiero que usted cure a mi mujer. Quiero que me cure a mí. Cada noche ella dice cosas sublimes, pero yo desgraciadamente acabo durmiéndome. Deme un remedio para quedarme despierto la noche entera, escuchándola.

Cabaret Místico
Alejandro JORODOWSKY
¡N A M A S T E!!!

lunes, 16 de octubre de 2017

Chistes para niños


¡MARAVILLOSA Semana!!!


En México, los adultos tienen la buena costumbre de contar chistes a los niños.  Estas modestas historias, superficiales, inocentes, pueden ocultar un contenido profundo.

-¿Es verdad que tu papá está en la cárcel?
-Sí, pero no sé por qué, pues es muy bueno: todo cuanto roba se lo lleva a mi mamá.

Lo que es bueno para uno tiene que ser también bueno para todos.

Dos campesinos van por la llanura cuando, de pronto, se les echa casi encima un toro bravo.  Uno de ellos se sube rápidamente a un árbol.
-¡Baja de ese árbol, cobarde¡ Ven y ayúdame con este toro. 
-No, porque si bajo, ¿quién te aplaude?

Ser admirador de alguien y aplaudirlo no significa tener valores creativos. Para realizar algo hay que arriesgarse, enfrentando las derrotas y las críticas.

A la hora de servir, el camarero tropieza y la sopa cae sobre el cliente...
-¡Torpe, mire lo que me hizo, me ha echado toda la sopa sobre el traje!
-Toda no, señor, tengo más en la cocina.

Mientras un individuo no sepa ponerse en el lugar del otro, su agresión no tendrá límites. La manera más útil de vencerlo no es increpándolo (como el cliente hace) sino proporcionándole los medios para que desarrolle su Consciencia.

Llega un niño corriendo ante su padre y le dice:
-¡Papá, ven! La abuelita y yo estábamos jugando a ver quién sacaba más el cuerpo por la ventana y...
-¿Y qué pasó?
-¡Ganó la abuelita!

Hay quienes creen que su autodestrucción es un triunfo.

-Oye, amigo, ¿cómo pudo casarse tu hermana con este señor tan feo, jorobado, tuerto y cojo?
-Puedes hablar en voz alta porque, además, es sordo.

Uno no está obligado a justificarse, puede tener tantos «defectos» como quiera.
Más importante que lo que los otros piensen de uno es lo que uno piense de sí mismo.

Un joven llega muy triste a la oficina diciendo:
-Acabo de ver a mi novia con otro, ¡qué duro fue!
-Debes de haber sufrido mucho, ¿verdad?
-¡Muchísimo! Estuve siguiéndolos a lo largo de diez calles y me aprietan los zapatos.

Cuando se siente dolor, por grande que éste sea, tarde o temprano hay que soltarlo, no podemos aferramos a él toda la vida. Quienes durante años siguen llorando a un muerto continúan matándolo.

Después de examinar a un anciano, el médico le informa: -Pues debo decirle, señor, que usted vivirá hasta los ochenta años. 
-¿Hasta los ochenta? Pero si los cumplo hoy, doctor...
-Ya lo sé, por eso se lo digo.

Alegrémonos por el tiempo que el difunto vivió con nosotros. No suframos por el tiempo en que no estará con nosotros.

Un hombre acostumbraba comer plátanos pero jamás les quitaba la piel. Un día le preguntaron:
-¿Por qué no quitas la piel al plátano?
-Porque ya sé cómo es por dentro.

A veces, durante una terapia, cuando a alguno se le revela el origen traumático de sus pesares, responde para restar importancia a tal descubrimiento: «Eso ya lo sabía yo. No me dices nada nuevo». El temor a enfrentar el dolor emocional le hace refugiarse en su intelecto.

Entra el esposo en el vestidor y grita a su mujer:
-¡Mira qué bonito, mujer malvada! ¡Yo buscando mi cinturón y tú tan contenta ahorcándote con él!

El mayor egoísmo: no ponernos en el lugar del otro. Como su dolor nos molesta -porque nos revela el nuestro-, consideramos que nos ofende. En una pareja, la carencia de un sano nivel de consciencia de uno es nefasta para el otro.

Cuando los padres cometen faltas, imitamos sus defectos, para así tenerlos dentro de nosotros. En el momento en que la madre alcohólica muere, la hija, que es abstemia, puede que comience a beber.

Una hermosa joven se dirige hacia el conductor de un autobús y le dice acercándole una
alcancía:
-Señor, ¿quiere colaborar con la Cruz Roja?
-¿Otra vez? Pero si ya he atropellado a dos...

Muchos seres humanos creen que colaboran cuando unen sus fuerzas en la fabricación de objetos destructivos. Trabajar juntos en la construcción de una bomba no es colaborar. Sólo se puede hablar de «colaboración» cuando la obra resultante ayude a elevar el nivel de Consciencia.

Un tipo que tiene fama de ser muy vanidoso se encuentra con su vecino y le
dice:
-¡Ayer capturé una víbora de 50 metros!
-No seas mentiroso, no hay víboras de 50 metros de largo... -No, si yo digo de ancho.

Las personas con mala fe logran fácilmente tener la razón: mintiendo. Luego se convencen, aplicando sobre sí mismas la mala fe, de que dicen la verdad. Si se las critica, se sienten víctimas de una injusticia y convencen al otro de que es culpable.

El juez ordena molesto:
-¡Silencio en la sala! Les advierto que al próximo que vuelva a gritar «¡Abajo el juez!» ordeno que lo expulsen.
-¡Abajo el juez!
-La advertencia no es para el acusado, necio.

Lo que es castigo para unos es premio para otros. Muchas veces, lo que llamamos «fracaso» hace que abandonemos una actividad que no nos corresponde por otra más acorde con nuestra verdad.

Un hombre está siendo juzgado por robo y llaman a uno de los testigos para que declare:
-Póngase de pie el testigo y diga a los señores del jurado lo que sepa.
-Pues, señor juez, sé conducir, algo de matemáticas y un poco de mecánica.

En lugar de ver a los otros, algunos sólo se ven a sí mismos. Ingenuamente creen que son el corazón de la realidad. A veces se atribuyen las virtudes colectivas como si fueran de mérito propio; otras, se refieren a los vicios del mundo como si esas imperfecciones fueran el resultado de un error personal. Allí donde van quieren ser los protagonistas y convertir a los otros en su público. Al final terminan en la más estéril soledad.

El dueño de un circo se dirige molesto al domador:
-¡Eres un sinvergüenza! Cuando trajiste este perro me dijiste que sabía leer...
-y así es, señor: sabe leer.
-¡Mentiroso! Quiero escuchado leyendo algo...
-No, señor, yo le dije que sabía leer, jamás le dije que supiera hablar.

El secreto es indecible. Las palabras son el vehículo, pero no la meta. La Verdad no es algo que se dice sino algo que se vive, más allá de cualquier concepto.

Las palabras permiten que el hombre se convierta en un sabio. Pero en el momento en que es sabio, sus palabras se esfuman.

-¡Arriba las manos! Dame todo lo que lleves.
-¡Uf, no llevo encima ni un céntimo!, estoy en la miseria.
-Yo también, te estoy apuntando con mi dedo.

El que domina y el que es dominado están en la misma precaria situación: un bajo nivel de Consciencia. Los que no abandonan su continuo monólogo interior, actuando al mismo tiempo que se ven actuar, hablando sólo para escucharse, encerrados en una estrecha parcela de su mente, sordos y ciegos ante la infinita extensión de su Yo esencial y creyendo que sólo son lo que piensan, viven en la miseria espiritual.

Dos niños comentan sobre sus padres.
-Mi papá sólo cuenta hasta 10 y ya no puede seguir...
-¡Uf, qué vergüenza que sólo cuente hasta 10!
-Y gana mucho dinero contando sólo hasta 10.
-¿A qué se dedica?
-Es árbitro de boxeo.

Es recomendable no opinar ni actuar contra alguien sin antes conocer todos los datos.

Un señor que necesitaba dinero para comer acepta pelear contra un boxeador profesional. Al subir al cuadrilátero, el árbitro le entrega cien mil euros y le dice:
-Toma, aquí tienes los cien mil euros que te ofrecieron por pelear contra el campeón...
-Me va a pegar mucho, ¿verdad?
-¡Hasta que devuelvas los cien mil euros!

Como un burro al que le ponen delante una zanahoria para que avance, a veces un Maestro nos ofrece una ilusión que tiempo después, gracias a una expansión de nuestra Consciencia, se esfuma... Aceptando que después de la muerte, si nos hemos creado una Consciencia esencial, nos espera otra forma de vida, aprendemos a morir en paz.

-Tengo un perrito extraordinario: cuando quiere canta como Frank Sinatra.
-¿En serio?
-Sí, lo malo es que nunca quiere.

Un valor que no se prueba en la acción, es falso. Algunas personas creen que tienen un gran talento y se proponen producir una obra perfecta. Pero, por miedo a no estar a la altura del proyecto, se paralizan, todo queda en la intención y acaban rehuyendo su realización. Pero si cambiaran el concepto «perfección» por el de «excelente», podrían salir del estancamiento. Una obra perfecta no admite un error por mínimo que éste sea, lo cual para el ser humano es imposible. Proponerse lo excelente es hacer lo que se debe hacer lo mejor posible.

Un niño llega de la calle con una bolsa llena de caramelos, se encierra en su habitación y los engulle. Su hermanita entra y le dice:
-Egoísta, te has comido todos los caramelos y ni siquiera pensaste en mí.
-Claro que pensé en ti, por eso me los comí tan rápido.

Por miedo a ofrecer, como si se tratase de un sacrificio sagrado, nuestro Yo personal a la Consciencia universal, consumimos nuestra vida rápidamente. Para no salir de la cárcel individual, nos intoxicamos con drogas, alcohol, tabaco, trabajo, sexo, basura televisiva, modas, notoriedad o sórdida vida social. En el arcano XII (El Colgado) del Tarot de Marsella, se representa a un andrógino colgado de un pie entre dos árboles y que simboliza el don de sí mismo, un estado de meditación en el que cesa toda petición. En algunas versiones, de sus bolsillos caen monedas de oro, porque al dejar de apropiarse de sus múltiples egos (como el niño de sus caramelos), se hace canal de riquezas cósmicas. No piensa, es pensado. No ama, transmite el amor. No desea, obedece los designios universales. Recibe sin cesar el don, lo agradece y lo transmite. Nada hay para él que no sea también para los otros. Pero lo que da, se lo da también a sí mismo. Si no nos amamos, no podemos amar a nadie y en vez de dar, reclamamos.

En cierta ocasión una cebolla se topó con un sauce llorón. Horrorizada, le dijo:
-¡Oh! ¡Espero no haber tenido yo la culpa!

Muchas veces creemos haber provocado un acontecimiento, a pesar de que éste no tenga nada que ver con nosotros. Nos decimos: «Es por mi culpa lo que está sucediendo» o «Yo tuve la culpa de que esta persona fracasara, o muriera».

Todo acontecimiento tiene infinitas causas. Nadie, ni el peor de los criminales, es la única causa de un efecto. Cometemos un error al transformar lo colectivo, lo de los otros, en algo personal. Nos echamos sobre los hombros tanto las debilidades y los vicios sociales -creyendo ser culpables de ellos- como las virtudes colectivas, pensando que son un mérito propio. Todo sentimiento de grandeza o de inferioridad, es ilusorio. Quien lo padece busca un público que lo alabe o lo juzgue. El ser plenamente consciente no se compara. Rehuyendo imponerse en la sociedad para lograr prestigio, queriendo desarrollar su Consciencia esencial, guarda en su jardín secreto los valores adquiridos. Rechazando que lo definan -«Eres esto o aquello»-, acepta ser conocido solamente por sus obras y actos.

Al exterior esconde su importancia suprema; pero en el interior se llena de la substancia de lo verdadero. Sin finalidad, todos los caminos son su camino. Volviendo a lo simple penetra en lo abstracto y su fuerza viva puede cortar en seco el espacio inmenso. Hace caer los muros, se evade de las formas, fluye hacia todas las direcciones, traspasa la periferia del mundo, quedándose siempre en el centro de la esfera. Parece de piedra pero cuando quieren tocado sólo encuentran una corriente de aire. De más en menos se ha hecho invisible, y ya que ha venido, aquí está lo ilimitado.

A. j., No basta decir


Si una hija me dijera «Gracias papá, contándome chistes me has enseñado a reír, enséñame ahora a pensar», lo haría así:
-Ven, mi niña, entremos en una floristería. Esta flor ¿cómo se llama?
-Rosa.
-Bien. ¿Qué sabes sobre esta rosa?
-Es una flor que puede tener varios colores, un agradable perfume, muchos pétalos, etc.
-¿Sabes cómo se cultiva, cuál es la duración de su vida o su clima preferido?
-No, papá...
-La primera cosa para aprender a pensar, mi pequeña, es reconocer que no puedes saberlo todo sobre esta flor. Lo que dices de ella sólo está en función de lo que conoces, de la experiencia que tienes.
Por ejemplo, hay personas que con un microscopio pueden conocer su estructura atómica. Otros saben cómo se reproducen las rosas, otros distinguen diferentes matices en su perfume... Nadie puede saberlo todo. Entonces, según lo que tú sabes, esta flor es una rosa con muchos pétalos y agradable perfume, pero hay muchas cosas de ella que no conoces. ¿Aceptas esta idea? .
-Si, papá, la acepto. Según lo que yo sé, ésta es una flor muy bella. -Si la comparas con flores más feas que ella puede resultar bella, pero comparada con otras mejores que ella, puede resultar fea.
Digamos entonces que es bella hasta cierto punto. No se puede encerrar las cosas en conceptos absolutos, hija mía. Las cosas son bellas o feas en comparación con otras o según el gusto de quien las juzga...

Toma tres cubos, en uno pon agua muy fría, en otro agua templada y en el tercero agua muy caliente. Si metes una mano en el agua muy fría y la otra en el agua templada, esta última te parecerá caliente. Si metes una mano en el agua muy caliente y la otra en la templada, ésta te parecerá muy fría.

Todos los conceptos que usamos son por comparación: si decimos pequeño, lo relacionamos con algo que nos parece grande. Los tamaños dependen de quien los mira: un enano, para una hormiga es un gigante. Igual sucede con las otras comparaciones: para un anciano de noventa años, un hombre de setenta es aún joven... ¿Qué te parece más interesante en esta rosa: su forma, su color, su perfume u otra cosa?
-Su perfume.
-Entonces, para ti, la parte invisible de esta flor es lo que la define. En cambio para mí, lo más importante es su forma... Podemos decir que tú das más importancia al espíritu de las cosas y yo a la parte material. ¿Te das cuenta? Todas las cosas se definen por un «para mí...". Tú puedes decir: Mi padre es bueno... para mí. Uno de mis alumnos puede decir que yo soy un tirano... para él. Si compramos esta rosa, para mí, que llevo dinero en el bolsillo, será barata. Para una persona pobre, resultará muy cara... Ahora observa bien este ramo: ¿cuántas rosas lo conforman?
-Doce.
-¿Son todas iguales?
-Sí.
-Obsérvalas bien: ésta tiene las espinas más largas, esta otra es de un rojo casi imperceptiblemente más claro que las otras... Huele ésta...
-¡Puf! ¡Qué desagradable!
-Un insecto quedó atrapado entre sus pétalos y se ha podrido...
¿Te das cuenta? Son flores parecidas, pero no idénticas. Te ayudará mucho en la vida saber que ninguna cosa ni ningún ser es por completo igual a otro. Pensar que lo que se parece es igual y actúa de la misma forma que los otros, es cometer un error de generalización. Una persona inteligente se esmera en captar la diferencia esencial de cada individuo. Aprenderás que no puedes ser sabia si hablas de «los hombres», «las mujeres», «los negros», «los malos», «la pintura», «la política», «la medicina»...
Ninguna generalización es válida: un político puede ser honesto, heroico, sagaz; otro político puede ser un ladrón, cruel, mentiroso... ¡Ten cuidado, pequeña, porque los que hablan siempre en nombre de conceptos generales son seres que buscan afirmar su poder! ¡Sigamos! ¿Crees que esta rosa es igual a sí misma?
-No te entiendo... Esta rosa es esta rosa, no es otra cosa.
-Te equivocas, muchachita. Esta rosa ahora es así... Mañana o pasado comenzará a marchitarse, cambiará. Antes de ahora fue un capullo. Tú ahora eres una niña, pronto serás una adulta, luego una anciana. Después tu materia pasará por una transformación, te convertirás en otra cosa. ¿En qué? No lo sabemos. Si tenemos fe pensaremos que seremos inmateriales, llenos de felicidad. Fuimos algo antes de «nacer», seremos algo después de «morir». De cada cosa o ser que veas, piensa: «Hoy es así, mañana cambiará, negativa o positivamente... Y si no cambia se estancará, como ese insecto prisionero entre los pétalos». Para que comprendas bien esto, te voy a contar un último chiste:

Es medianoche. El teléfono despierta a un médico. -¡Doctor! ¡Doctor! ¡Venga corriendo!
-¿Qué le sucede? ¡Estoy durmiendo!
-Mi mujer se siente muy mal. Creo que tiene un ataque de apendicitis.
-¿Cómo se llama usted?
-Soy Carlos Manzano, doctor.
-Ah, bueno, lo conozco muy bien... Pasaré a verla mañana a mediodía. Dé a su mujer una aspirina. No es nada grave.
-Disculpe que le insista: ¡es un ataque de apendicitis!
-Basta de delirios, señor Manzano. Hace dos años operé a su mujer y le extirpé el apéndice...
-Sí, es cierto. Pero yo me he divorciado y me he casado de nuevo.

»¿Comprendes mejor ahora? Hay que tener la mente en el presente. Hoy alguien es una cosa, mañana puede ser otra. Igual sucede con las relaciones de las parejas. Van cambiando. Un psicoanalista inglés dijo que «La pareja es una crisis continua». Yo sustituiría la deprimente palabra «crisis» por «cambio», un cambio continuo. Un día llueve, otro sale el sol. Nada es para siempre. Nadie es idéntico a sí mismo. No somos, estamos siendo... Y para terminar te pregunto otra vez:

»-¿Esta flor es bella?
-Sí, esta flor es bella, para mí.
-Bien. Dime ahora: ¿dónde es bella?
-Pues... aquí.
-Exacto, aquí es bella: el florista la exhibe cortada y condenada a una muerte rápida. ¿No
piensas que en un jardín, sin ser separada de la planta, conservando sus raíces, es más bella?
-Sí, papá, con sus raíces es más bella.
-Bien, he hecho que la imagines creciendo en un jardín. Ahora imagínala creciendo entre rocas, en un terreno reseco.
-Sería menos bella, para mí...
-Así es. Volvamos a la rosa cortada: si la colocas en un lugar, luminoso es una rosa, si la colocas en un lugar oscuro, es otra. Es importante saber dónde estás cuando piensas, porque si lo haces en un territorio negativo, lo que dices, por muy bello que sea, no valdrá gran cosa, nadie le dará importancia.
Las semillas que siembras en una tierra fértil se hacen estériles cuando las siembras en la arena.
-Ahora comprendo, papá, no debo sembrar en la arena...
-No te apresures en sacar conclusiones: no se trata de no sembrar sino de sembrar de otra
manera... En vez de enterrarlas, puedes desparramarlas sobre una superficie rocosa. Quizá algún pájaro
se las trague y, sin poderlas digerir, las excrete en un terreno fértil.

Cabaret Místico
Alejandro JORODOWSKY