. . . Cuando una mujer lleva demasiado tiempo lejos de casa, su capacidad de percibir lo que realmente siente y piensa acerca de sí misma y de otras cosas empieza a secarse y agrietarse. Se encuentra en un aletargado "estado de lemming". Puesto que no percibe lo que es demasiado y lo que no es suficiente rebasa sus propios límites.
Vemos en el cuento que se le cae el cabello, que adelgaza y se convierte en una versión anémica de lo que antaño fuera. Cuando prolongamos demasiado nuestra estancia, nosotras también perdemos las ideas, nuestra relación con el alma se debilita y la circulación de la sangre disminuye y se reduce su velocidad. La mujer foca empieza a cojear, sus ojos pierden la humedad y empieza a quedarse ciega. Cuando ya hace tiempo que tendríamos que estar en casa, nuestros ojos ya no brillan por nada, nuestros huesos están cansados y es como como si se abrieran las vainas de nuestros nervios y ya no pudiéramos concentrarnos en quienes somos ni en lo que hacemos. En las boscosas colinas de Indiana y Michigan, vive un sorprendente grupo de granjeros cuyos antepasados llegaron allí hace mucho tiempo desde las colinas de Kentucky y Tennessee. Aunque su lenguaje está plagado de incorrecciones gramaticales de todo tipo, son unos grandes lectores de la Biblia y, por consiguiente, suelen emplear bellas y musicales palabras tales como: iniquidad, aromático y cántico. Y, además, utilizan muchas expresiones que se refieren al cansancio y a la ignorancia de las mujeres. La gente del campo no pule mucho las palabras. Las corta en bloques, las junta en pedazos que llama frases y las suelta tal como vienen. "Lleva demasiado tiempo trabajando como una burra", "está derrengada", "está tan casada que ya ni siquiera encuentra el camino del establo",y, especialmente, la brutal descripción, "dar de mamar a una camada muerta", es decir, malgastar su vida en un matrimonio, un trabajo o una tarea inútil o insatisfactoria.
Cuando una mujer lleva demasiado tiempo lejos de casa, cada vez se siente menos capaz de avanzar por la vida. En lugar de tirar de un arnés elegido por ella misma, cuelga del que le han impuesto. Está tan exhausta y aturdida que pasa cansinamente por delante del lugar en el que podría hallar alivio y consuelo. La camada muerta está integrada por ideas, tareas y exigencias que no dan resultado, carecen de vida y no le aportan ninguna vida. La mujer que se encuentra en semejante estado palidece pero se vuelve irritable, es cada vez más exigente pero, al mismo tiempo, está más dispersa. Su vela arde y es cada vez mas corta. La cultura popular lo llama "consumirse" pero es algo más que eso, es hambre del alma. Cuando se llega a este extremo, no queda más remedio que hacer una cosa; la mujer sabe finalmente, no que quizá o que a lo mejor volverá a casa sino que tiene que volver a casa.
La promesa que se hace en el cuento es una promesa rota. El hombre, que también está reseco y tiene la cara llena de grietas por haber permanecido tanto tiempo solo, ha conseguido que la mujer foca entre en su casa y su corazón, prometiéndole que, al cabo de un cierto período, él le devolverá el pellejo y entonces ella podrá quedarse con él o regresar a su país si así lo desea.
¿Qué mujer no sabe de memoria esta promesa rota? "En cuanto termine esto que estoy haciendo me podré ir. En cuanto pueda marcharme. . . Me iré en primavera. Me iré pasado el verano. Cuando los niños vuelvan a la escuela... Más tarde en otoño cuando los árboles son tan hermosos, me iré. Esperaré hasta la primavera... Esta vez lo digo en serio..." . . .
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