Al igual que la tierra, el hombre está rodeado, por así decido, de una atmósfera, y esta atmósfera es la que la Ciencia iniciatica denomina aura. Es a través de nuestra aura que nos comunicamos con las fuerzas y las corrientes que circulan en el espacio; según las cualidades de nuestra aura, según su sensibilidad, su pureza, su fuerza, recibimos unas u otras influencias, o no recibimos ninguna. Vivimos rodeados de corrientes negativas, pero si tenemos un aura muy poderosa, muy luminosa, estas corrientes no pueden traspasada y llegar hasta nuestra conciencia para desquiciamos o molestamos. ¿Por qué? Porque antes de alcanzarnos, deben atravesar nuestra aura que actúa como una aduana en la frontera: no las deja pasar.
La calidad de nuestra aura, su capacidad para protegemos depende de nuestra forma de vivir.
El aura de aquél que se deja llevar por sus instintos inferiores, se convierte en una ciénaga que sólo atrae influencias oscuras y tenebrosas. ¿Cómo atraer cosas buenas cuando continuamente se crea en uno mismo una atmósfera destructiva con malos pensamientos, rencores y sentimientos de frustración? Sabed que en tal situación, aunque se nos acercaran cosas buenas, serían rechazadas por nosotros.
El problema que se os plantea, es, pues, el de saber trabajar con vuestra aura para que tan sólo reciba las corrientes favorables, creando así alrededor vuestro, una especie de campo magnético: que os protege e influye benéficamente en los seres que se os aproximan. Ignoran el motivo, pero cerca vuestro se sienten bien. En realidad, , lo que sienten, es una presencia, la presencia de seres espirituales atraídos por vuestra aura. Pues las entidades celestiales aman la luz y cuando perciben a un ser rodeado por esta luz, corren hacia él.
Es pues todo un trabajo que debéis realizar sobre vosotros mismos durante años, con el fin de atraer del universo todo lo que es verdaderamente bello y benéfico. Si yo os pregunto: "¿Os importan verdaderamente vuestra salud, vuestra belleza, vuestra paz, vuestra felicidad? ¿Queréis verdaderamente ser amados?" Me responderéis: "¡Sí, sí, es lo que más deseamos!" Entonces, ¿por qué no hacéis nada por conseguido? Todas estas bendiciones no os caerán del cielo, así, por casualidad. La mejor manera de atraerlas, es trabajar vuestra aura; gracias al amor la vivificáis, gracias a la sabiduría la hacéis más luminosa, más potente por la fuerza de vuestro carácter, y más limpia y clara mediante una vida pura. Aquél que con paciencia, con sinceridad, se consagra a la práctica de las virtudes, adquiere poco a poco un aura inmensa en la cual vienen a bañarse no solamente las criaturas celestiales sino también seres humanos que se sienten alimentados, apaciguados, fortalecidos y encaminados hacia una dirección divina.
Omraam Mikhaël Aïvanhov
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