... Las grandes expansiones del espíritu creador, las infinitas tendencias religiosas, las dinámicas concepciones de vida, la evolución espiritual de todas las características humanas, toda cualidad, virtud o tendencia a la unificación de destinos, así como el desarrollo mismo de la conciencia social humana, son la obra del Ángel Solar, de Aquel a quien constantemente invocamos cada vez que nuestro corazón sufre o cuando cualquier penoso interrogante asalta nuestra mente. Al final del proceso mágico de la vida humana, cuando todo soporte de razón, de vida y de conciencia aparentemente ha desaparecido, se halla el Ángel Solar abriéndonos los brazos y mostrándonos definitivamente, con la irradiación de su aura y el testimonio vivo de su Presencia, la senda de luz que recorren los Grandes Seres en su incesante caminar por las indescriptibles e insondables avenidas del Cosmos Absoluto.
El contacto consciente con este Ángel de la Presencia, portador de la Paz, la majestad y el propósito de la Vida del propio Logos Solar, es la necesidad inminente del aspirante espiritual moderno, de todos aquellos que sientan en su corazón la impresión de lo grande e inmaculado, la potencia indescriptible del misterio que ocultan en su interior. No podemos ni debemos ofrecer «métodos de acercamiento», «sistemas de disciplina», ni «caminos de perfección», cuando nos referimos a ese estadio particular de la conciencia del hombre en pos de la estela gloriosa del Ángel Solar. La conciencia del hombre moderno en su triple vertiente espiritual, social y humana ha de sumergirse en la integridad de su propio destino, y recorrer el sendero glorioso hacia la luz, siguiendo las directrices de su propia intuición, siendo la intuición al conjunto de valores espirituales atesorados en el corazón a través de las edades, que deben ser RECORDADOS más que aprendidos. Damos aquí un indicio mayor de lo que puede ser la actividad serena de la vida de los aspirantes.
Nunca como ahora será preciso atenerse a las gloriosas máximas de Luz en el Sendero resumidas en la percepción del «Grito lejano», aquel grito, que es la voz del Ángel Solar rasgando desde tiempos inmemoriales los éteres del espacio interior tratando de llegar a nuestros oídos. De ahí que el único sistema de acercamiento consciente al Ángel Solar de nuestra vida, a nuestro primero y único Maestro, es mantener el oído atento, delicada-mente sensibilizado por un gran número de silencios, constante y persistente-mente orientados hacia adentro, hacia aquel centro de conciencia que arranca en forma de vida desde el corazón, penetra en la mente y desde allí asciende hacia arriba, hacia las más elevadas cumbres de nosotros mismos, borrando con su estela de luz el recuerdo de pasados errores, de deseos inconsumados y de todo germen de pasión humana.
El silencio es el camino más fácil y más asequible al aspirante moderno y es muy difícil de ser seguido pese a la sencillez con que es presentado. Nunca como ahora –en los umbrales de la Era de Acuario–, tienen tanto valor las palabras de Cristo: «no verá el Reino de los Cielos aquél que no vuelva a ser como un niño», frase entresacada no de los Evangelios, sino de los Sagrados Textos de la Logia Blanca o «Libro de los Iniciados», de donde fueron sacados por aquellos Grandes Seres, Cristo y Juan, como antaño lo habían sido por Krishna y Arjuna, símbolos constantes de Maestro y discípulo, de Ángel Solar y Alma humana.
Estas últimas palabras resumen todo cuanto se ha dicho aquí. No contienen normas de disciplina, ni sistemas especiales de contacto, pero son un permanente desafío a nuestra condición de aspirantes de la Nueva Era, que debemos afirmar los principios espirituales latentes en nuestro interior como experiencia de siglos, con toda la simplicidad posible, con muy pocas palabras, con cada vez menos pensamientos y con un corazón cada vez más sensibilizado por los efluvios infinitos y mágicos del verdadero silencio. Esta simplicidad total, esta carencia de valores donde afirmar nuestra atención inmediata, nos permitirá abrir dentro de nosotros las puertas de la intuición, celosamente guardadas hasta aquí por el Misterioso Guardián del Umbral, pero que no puede resistir por más tiempo el imperioso llamado del Ángel de la Presencia. Si han leído atentamente cuanto hemos dicho y han sentido en su corazón el peso infinito del misterio y la indescriptible dulzura de lo grande, agudicen el oído y traten de vivir cada vez más simplemente; amen mucho el silencio interior y traten de vivir cordialmente con cuántos les rodean. Así, el Misterio mayor, Aquél que está más allá de nosotros mismos y fuera de todo comentario, estará también a su alcance y les permitirá vivir en forma más espiritual y armoniosa en este alborear acuariano que tantas cosas buenas revela ya, a pesar del desorden de lo aparente y de la insaciable sed de lo inmediato. Sean eficaces y precisos, constantes y sinceros en su vida de relación, pero amen mucho el Misterio, déjense llevar por el aliento de lo desconocido; recorran sin miedo los senderos virginales que tienen dentro de ustedes mismos, aquellos que sólo uno puede recorrer y gustar en toda su infinita fruición e inmaculada grandeza. . .
El 11-11 a las 12,00 donde te encuentre recuerda decir:
¡AMADO ANGEL SOLAR BIENVENIDO A MI VIDA!
Repetir la oración 3 veces por cada cuerpo: mental, emocional, etérico y físico
Antología sobre El Ángel Solar
extraída de los libros de
Vicente Beltrán Anglada
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