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jueves, 17 de noviembre de 2016

Agresividad (odio, rencor, rabia, ira, impotencia, culpabilidad)

En el término agresividad incluimos todos aquellos egosentimientos relacionados con el impulso de agredir, de hacer daño, bien sea a los demás o a uno mismo, como el odio, el rencor, la rabia, la ira, la impotencia y la culpabilidad.

La agresividad se despierta generalmente motivada por un estímulo exterior, una circunstancia que la persona se toma como un ataque a sí mismo o un obstáculo que le impide satisfacer sus deseos o anhelos. Es una degeneración del instinto de supervivencia. La agresividad puede ser una manifestación de cualquiera de los defectos, pero la razón por la cual se despierta es diferente en cada uno de ellos. En el vanidoso, la agresividad se manifiesta cuando éste intenta llamar la atención o ser el centro de atención y no lo consigue, o satisfacer algún deseo y no se ve complacido, o doblegar alguna voluntad sin conseguirlo. Entonces recurre a la agresividad como una forma de imponer a los demás lo que busca. En el orgulloso y en el soberbio la agresividad se suele despertar de una manera más puntual pero con episodios que pueden ser más violentos. 

Se activa cuando no se les da la razón en algo de lo que están convencidos, cuando se sienten impotentes para solucionar alguna situación que no se resuelve conforme ellos quisieran, cuando se reprimen de hacer o expresar lo que sienten, o por haberse sentido heridos en sus sentimientos. Pueden ser más dañinos en estos episodios de ira que el vanidoso, porque tienen tendencia a acumular tensión y cuando pierden el control de sí mismos pueden explotar repentinamente. Podéis asemejar las distintas agresividades del vanidoso y orgulloso con aquellas de un león y un rinoceronte, respectivamente. El león es agresivo por propia naturaleza, ya que es carnívoro y se alimenta de carne de otros animales, con lo cual la agresividad es innata en él. Esta agresividad es como la del vanidoso. Sin embargo, el rinoceronte es un animal herbívoro y no utiliza la violencia habitualmente, ya que no necesita cazar para alimentarse. Sólo atacará en momentos muy puntuales cuando se siente amenazado o herido.

Esta agresividad es como la del orgulloso. La agresividad del soberbio es semejante a la del orgulloso y únicamente se diferencia en el grado, ya que al soberbio es más difícil dañarle en sus sentimientos. Por tanto, también es más difícil que se le despierte la agresividad por este motivo. Pero si se le despierta, puede ser mucho más destructiva que en los demás.

Dentro de la agresividad podemos distinguir diferentes variantes, cada una de ellas con sus matices particulares, que van desde el odio hasta la impotencia, pasando por el rencor y la rabia.

El odio es una agresividad muy intensa y duradera dirigida hacia otros seres. Es el egosentimiento más primitivo y pernicioso que existe, el más dañino, el más alejado del amor. Es el sentimiento máximo de desunión, de rechazo hacia otros seres de la creación. El odio es propio de los seres más primitivos, menos avanzados, en el aprendizaje del amor. El que odia, llamémosle “odiante”, cree siempre que su odio está justificado, y que puede controlarlo, pero acabará cada vez odiando a más personas y sembrando la desunión entre aquellos que estén a su alcance. Las personas que se dejan arrastrar por el odio son violentas, injustas, fanáticas, despiadadas y destruyen todo lo que tocan. Ya que la gente normal les rehuye, para no sentirse solos buscan encontrar a otros como ellos. Los “odiantes”se suelen afiliar a movimientos radicales y violentos, basados en la justificación del odio a los que ellos consideran diferentes. 

Pero ese mismo odio acabará por destruirles, porque van acercando al espíritu cada vez más hacia la soledad, la desunión con los otros seres de la creación. Al fin y al cabo es lo que ellos querían.

La ira o enfado es una agresividad de corta duración, de mayor (ira) o menor (enfado) intensidad. La rabia y la impotencia son estados de agresividad interna más intensos y prolongados en el tiempo, activados por una circunstancia adversa que pueden ser dirigidos tanto contra los demás como contra uno mismo, en el caso de la impotencia, con la circunstancia agravante de la frustración de sentirse imposibilitado para cambiar el curso de los acontecimientos.

Las personas coléricas, irritables, es decir, a las que se les despierta la agresividad muy fácilmente, por cualquier motivo banal, suelen ser personas amargadas, insatisfechas consigo mismas y con su vida, que no quieren profundizar en el motivo verdadero de su malestar, por lo que buscan culpables fuera de ellos mismos para autoconvencerse de que es lo exterior y no lo interior el motivo de su malestar, por lo que sufren por no querer avanzar. Se despierta entonces el rencor. Cuando el sentimiento de agresividad y/o impotencia está dirigido hacia uno mismo estamos entrando en el terreno de la culpabilidad.

La acumulación de agresividad en uno mismo provoca grandes desequilibrios a nivel del cuerpo astral, que si se prolongan acaban provocando enfermedades físicas. Por ejemplo, el odio contenido provoca enfermedades del hígado y la vesícula biliar. La impotencia provoca trastornos digestivos. La rabia contenida y el rencor acumulados provocan problemas en la dentadura (dolor de muelas y caries). La agresividad contra uno mismo o culpabilidad provoca enfermedades autoinmunes.



LAS LEYES ESPIRITUALES
Vicent Guillem

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