¡MARAVILLOSA Semana!!!
A la salida de un espectáculo, una dama suplica a una corpulenta cantante:
-¡Me gustaría muchísimo tener una foto suya de cuerpo entero!
-¡Se la daré de inmediato! -responde, halagada, la cantante- ¿Es para colocarla en algún álbum?
-No -contesta la dama-
Quiero ponerla en la puerta de mi frigorífico, así me obligo a seguir mi dieta.
Vemos aquí el encuentro de dos puntos de vista diferentes. Es cierto que, en la base, todos vivimos en la misma realidad pero no en el mismo mundo mental. Cada cual proyecta sus deformaciones interiores en el exterior. Muchas veces, no sabiendo quiénes somos, para vivir entre los demás nos colocamos una máscara que corresponde a lo que ellos creen que somos. Tenemos limitadas medidas personales, que aplicamos como si fueran normales; lo que se parece a lo que creemos ser nos
proporciona seguridad, lo que es distinto despierta nuestra desconfianza y agresividad. No somos conscientes de que hablamos con un mismo idioma lenguajes diferentes. Vivimos dando a las cosas y a los hechos significados muchas veces opuestos a los de los demás.
Una niña le dice a su madre:
-Mamá, por favor, dame dos euros para un pobre señor que está gritando en la calle...
-Por supuesto -responde la madre-o ¿Qué es lo que grita ese pobre señor?
-Grita: «¡Helados! ¡Dos sabores, dos euros!».
Cada ser viviente tiene de la realidad un punto de vista distinto. Ser parecidos no es ser iguales. El camino de la Consciencia exige el damos cuenta de nuestra esencial diferencia. «Todos iguales obedeciendo a un solo jefe» es tiranía. «Todos diferentes colaborando en una meta común» es democracia.
Se encuentran dos africanos en la plaza de su aldea. Uno le dice al otro:
-Ayer fui a la selva y me encontré con un león que me hizo fsss...
-¡Mentiroso, los leones no hacen fsss! ¡Hacen groaarrrrl
-Es que éste estaba de espaldas.
¿Qué es lo bueno, qué es lo malo? Un cuento sufí narra cómo un sabio, cuando su hermoso alazán rompe la puerta del establo y escapa, y sus vecinos vienen a compadecerlo, con una dulce sonrisa les responde: «Quizá sea para bien». Seis meses más tarde el alazán regresa acompañado de diez caballos salvajes que lo consideran jefe de la manada. Cuando los vecinos acuden a felicitarlo, el sabio responde: «Quizá sea para mal». El hijo del sabio quiere domar uno de los caballos. Y éste, indómito, lo lanza a tierra cuando lo intenta. Al joven se le rompe una pierna y queda cojo para siempre. El sabio dice a los vecinos que vienen a consolarlo: «Quizá sea para bien». Estalla la guerra y todos los muchachos de la aldea son obligados a incorporarse en el ejército, excepto el hijo del sabio, a causa de su cojera... Y así, de bien en mal, de mal en bien, se establece una cadena en la que las causas y los efectos no pueden definirse como positivos ni como negativos. La mirada que sólo ve
el presente, es limitada. El sabio observa las cosas desde un tiempo eterno.
Un automovilista, furioso por haber tenido que frenar en seco
para evitar el choque con el coche que le precede, exclama:
-¡No vale la pena preguntarse si es una mujer la que conduce!
Para su gran sorpresa, es un hombre.
Entonces exclama:
-¡Seguro que es su madre quien le ha enseñado a conducir!
Se puede decir que el conductor es misógino. Para él son siempre las mujeres quienes conducen mal... Pero, profundizando un poco más en el sentido de este chiste, podemos concluir que tratamos de hacer concordar la realidad con nuestras opiniones. A lo largo del día, interpretamos todo cuanto nos sucede de tal forma que no cambiamos en nada: la culpa no es nunca nuestra, siempre es de los demás. El Yo personal lo transforma todo en provecho propio. Deformamos constantemente la realidad para encontrar excusas que nos justifiquen.
Reflexión de un mosquito:
«No sé qué gusto encuentran los hombres en darse de bofetadas por la noche».
Encerrados en nosotros mismos, no nos damos cuenta de que somos los causantes de nuestros problemas. Nos comportamos como parásitos del mundo, siempre pidiendo y nunca dando, con la actitud del cínico satisfecho, hasta que de pronto el mundo nos rechaza, nuestros planes se desmoronan y culpamos de tales fracasos a la mala suerte. No se puede vivir devorando frutos ajenos sin sembrar nunca.
Dos monjes meditan en medio del campo.
A uno lo rodean muchos conejos.
Al otro no se le acerca ninguno.
Éste le pregunta al primero:
-Dime, si ambos meditamos con fervor el mismo número de horas,
¿por qué a ti se te acercan los conejos y a mí no?
-Es muy simple -le responde el otro-:
lo que pasa es que yo no como conejo y tú sí.
Preguntan a Ramakrishna:
-Si usted lanza una piedra al infinito, ¿hasta dónde llega?
El místico responde:
-Llega a mi mano.
Un camionero se detiene en la frontera. El aduanero le pregunta:
-¿Algo que declarar?
-¡Nada en absoluto!
El aduanero abre el camión y exclama:
-¿Y esto?
-al ver un elefante emparedado entre dos pedazos de pan unidos con una cuerda.
-¡Adónde vamos a llegar, si uno no puede ya poner lo que quiera en su sándwich!
-replica el camionero fuera de sí.
Ciertas personas se imaginan que tienen derecho a hacer cualquier cosa, incluso a poner un elefante en su bocadillo. Minimizan lo que va mal en ellas,pensando que es inofensivo y de ninguna manera reprensible.
Un hombre le dice a un buen amigo:
-¿Por qué me abandona mi mujer después de doce años de vida en común?
¿Por qué se lleva a los niños? ¿Por qué ha dejado de quererme?.
Esta situación es insoportable.
El buen amigo le responde:
-¿Crees que para ella la situación no es igual de insoportable que para ti?
¡Qué doloroso tener que decir al ser con quien ha compartido su juventud:
«No te quiero! ¡Me llevo a los niños!».
También ella está frente a un grave problema.
¿Es tan inocente, en realidad, este hombre en esta situación? En el fondo, para resolver su problema, debe ponerse en el lugar de su mujer y comprender su sufrimiento. ¿Qué le ha hecho? ¿Por qué reacciona ella de ese modo? Antes de pensar en él, debería preguntarse cuál es verdaderamente el problema en el que ella se encuentra. No debe hacerse estas preguntas con el fin de arreglado todo, sino para saber y comprender realmente. Por otro lado, sin duda interpreta el papel de un inocente. Está claro que es cómplice de este drama. En todo conflicto la responsabilidad es compartida por todos los actores. Él es responsable al cincuenta por ciento de la falta de amor de su mujer. Como también ella es responsable del cincuenta por ciento del hecho de que él esté a menudo ausente. La prueba es que el buen amigo aconseja al hombre volver a su casa todas las noches. Sigue su consejo
y, en seguida, su mujer cae enferma. La mujer ya no lo soporta. Se quejaba de su ausencia, pero en cuanto lo tiene con ella, enferma.
¿Durante cuánto tiempo más vamos a interpretar el papel de inocentes justificando lo que hacemos y achacando la responsabilidad al prójimo? Nos tranquilizamos minimizando las cosas. Decimos que no es grave. ¿Por qué, entonces, pensamos que lo que hace el otro es algo grave? Vemos el sándwich de jamón en el ojo ajeno, pero no el sándwich de elefante en el propio... Lo que hacemos a los otrosnos lo hacemos a nosotros mismos.
Un conferenciante trata de demostrar a unos estudiantes que, en nuestros días, los hombres se han vuelto terriblemente egoístas:
-Ayer mismo, cuando me dirigía con una amiga a un restaurante,
vimos a un pobre hombre atropellado por un coche que yacía en tierra casi sin conocimiento.
De todos los que le miraban, a nadie se le había ocurrido prestarle ayuda.
Pues bien, después de comer, cuando salimos del restaurante,
¡ese pobre hombre seguía en el mismo sitio!
Se juzga al mundo proyectando en él lo que uno mismo es. Sería interesante, si nos peleamos con alguien, grabar en un magnetófono todos los insultos que el otro nos dice. Estos insultos definen a la persona que los profiere, porque en la trifulca nos convertimos en su espejo, ya su vez él en espejo nuestro.
Si no somos capaces de apreciar la belleza ajena es porque no somos conscientes de la nuestra, y si no vemos más que los defectos ajenos es porque en ellos no vemos más que los nuestros.
Durante un crucero, una pasajera, entusiasmada por un delicioso salteado de cordero, va a pedir la receta al jefe de cocina.
-Es muy sencilla -responde este último-:
hay que rehogar doce mil cebollitas en veinticuatro kilos de mantequilla.
En la vida existen diferentes puntos de vista. Creemos que la realidad corresponde a nuestra mirada, sin sospechar que ésta es personal y no compartida por todos los demás. Cuando se dice que una cosa es cara o barata, ¿lo es para quién? Lo que es caro para un pobre puede ser barato para un rico. .
El primo de Buda, Davadhatta, lo envidiaba.
En cierta ocasión, viendo aproximarse al santo,
tomó un arco y le lanzó una flecha.
En el aire, la flecha se transformó
y cayó como una flor a los pies de Buda.
Un no creyente lanza un higo podrido a Mahoma.
Éste, creyendo que es el homenaje de un creyente pobre,
lo recoge y, para no decepcionarlo, se lo come.
ALEJANDRO JODOROWSKY
Cabaret místico
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