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"Te advierto, quien quieras que fueres, ¡Oh! Tú que deseas sondear los arcanos de la naturaleza, que si no hallas dentro de ti mismo aquello que buscas, tampoco podrás hallarlo fuera. Si tú ignoras las excelencias de tu propia casa, ¿cómo pretendes encontrar otras excelencias? En ti se halla oculto el Tesoro de los Tesoros ¡Oh! Hombre, conócete a ti mismo y conocerás el universo y a los Dioses." ORACULO DE DELFOS

domingo, 13 de mayo de 2018

Primer principio (2/2)

MARAVILLOSA Semana!!!
Construye tu destino

Por Wayne W. Dyer


LO VISIBLE Y LO INVISIBLE


Considera por un momento el mundo de la forma que ves a tu alrededor, incluido tu cuerpo. ¿Cuál es la causa de todo lo que observas? Contempla quién es el que observa y toma nota de todo el «material». ¿Quién es ese invisible «Yo» dentro de todos los tubos, huesos, arterias y piel que constituyen tu forma física? Para conocerte auténticamente a ti mismo, tienes que comprender que todo aquello que observas a tu alrededor fue y es causado por algo que existe en el mundo de lo invisible. Ese algo es el mundo del espíritu.

Al observar un roble gigantesco, pregúntate qué hizo que el árbol se convirtiera en lo que es ahora. Empezó a partir de una diminuta bellota, un joven plantón que creció hasta convertirse en un poderoso árbol. Tu mente lógica y racional te dice que dentro de aquella bellota tuvo que haber algo parecido a la «arboridad». Lo único que encuentras es una masa de materia amarronada, de polvo en reposo. Si examinas más atentamente esa masa amarronada que constituye la bellota, encontrarás jirones más pequeños de materia amarronada, hasta que en último término descubrirás moléculas característicamente «abellotadas». Luego encontrarás átomos y después electrones y partículas subatómicas, hasta que finalmente encontrarás lo más pequeño posible con ayuda de un potente microscopio. Aquí descubrirás que no existen partículas, sino ondas de energía que van y vienen misteriosamente.
Tu conclusión será que la bellota y el árbol tienen un creador invisible e inconmensurable, llamado espíritu o alma por aquellos de nosotros que necesitan clasificar estas cosas. La fuente de todo, por tanto, es una no cosa, ya que no se encuentra en la dimensión de lo mensurable.
Este mundo invisible que es la fuente del mundo de lo que se ve, es también la causa original de tu existencia. Obsérvate científicamente a ti mismo y descubrirás que no eres tu propia creación. Si no te has creado a ti mismo, ¿qué es lo que te ha creado?
Podemos remontarnos a la concepción y explicar la creación como una gota de protoplasma humano que colisiona con otra, y que tiene como resultado tu apariencia en forma de una diminuta mancha que creció hasta convertirse en el cuerpo que eres ahora. Pero, si reflexionas un poco más sobre esas gotas de protoplasma humano y aumentas la potencia del microscopio, y si haces lo mismo con la mancha que fue tu primera experiencia de forma, descubrirás la misma verdad que definió a la bellota. Al principio eres energía, una energía que no tiene dimensiones, que no está en el mundo visible. Ese es nuestro yo original. Es una potencialidad, no un objeto. Una «atracción futura» si quieres, el potencial de convertirte en algo y dejar de ser una no cosa.
De un modo u otro, todo el mundo cree que tiene un alma o un espíritu, pero que no es importante para la vida cotidiana. Puede llegar a ser realmente significativo, sin embargo, después de que muera el cuerpo. Aquí adopto una postura diferente, que constituye el núcleo de este primer principio de la manifestación. Te conducirá a tu yo superior y luego a la capacidad para vivir una vida milagrosa de cocrear con Dios tu estado ideal del ser. Además, este espíritu es permanente e incapaz de perderse o eliminarse.
Tu destino es el de convertirte en cocreador con Dios y atesorar la santidad de todo lo que existe en este mundo de la forma que llamamos hogar, pero que en realidad sólo es un lugar de paso transitorio.
Tu capacidad creativa se origina en la mente invisible. Se inicia en el mundo invisible de las ondas y la energía. Así sucede también con los planetas, las estrellas, las flores, los animales, las rocas, tú mismo, tus posesiones, tus creaciones..., todo, sin excepciones. Examina cualquier cosa y descubrirás que en el núcleo no hay forma, sino sólo una cualidad invisible que le hace llegar desde el mundo de lo invisible al mundo de lo observable.
Es este mundo de lo invisible lo que quisiera que consideraras a medida que lees estas palabras. Imagina que hay dos mundos en los que coexistieras en todo momento. Mira ahora a tu alrededor, al mundo de la forma. Mira luego dentro de ti mismo para darte cuenta de que ahí comienza la dimensión invisible, la que ni siquiera estamos cerca de comprender.
Luego, da el gran salto hacia la conciencia de que eres simultáneamente estos dos mundos. No estás separado del mundo de lo invisible más de lo que lo estás del mundo de lo visible. Eres una combinación de ambas cosas en todo momento de tu vida, aun cuando hayas terminado por creer que resides exclusivamente en el mundo de lo visible, y que lo invisible es otra cosa, diferente a ti mismo. Eres tú, todo ello. ¡Ahora mismo!
El problema al que nos enfrentamos la mayoría de nosotros para convertirnos en manifestadores y aprender a controlar las circunstancias de nuestras vidas es que hemos perdido nuestra capacidad para oscilar entre el mundo de la forma y el mundo de lo invisible. Imagina que existe una línea que cruza la estancia donde te encuentras en este momento. Supón que todo lo que se encuentra a la derecha de esa línea representa el mundo de lo visto. A la izquierda de la línea está todo aquello que es la causa de lo que se encuentra a la derecha. El mundo invisible está en la izquierda, y el mundo visible en la derecha.
Cuestiona ahora la creencia de que tú (el conjunto de ti mismo) no puedes entrar en el mundo situado a la izquierda de la línea imaginaria. Si cruzaras esa línea de vez en cuando, entrarías en el mundo del creador. ¿Se te ha enseñado que el creador es algo que se encuentra fuera de ti mismo? (En el segundo principio abordaré esto con más detalle.) Si es así, tu mundo interior (el mundo de lo invisible) está lleno de ideas que te prohiben participar en el proceso creativo.
Hay dogmas que consideran que la idea de participar en el proceso creativo es una blasfemia, o una estupidez, o bien tenerse a uno mismo en una consideración demasiado alta. Pero volvamos a la frase inicial de este primer principio y leámosla de nuevo hasta que resuene en tu interior: Dentro de ti mismo existe una capacidad divina para la manifestación y para atraer todo aquello que necesitas o deseas.
Es incluso más que estar dentro de ti. Eres tú, y tienes que superar tus condicionamientos y darte permiso para entrar en ese mundo. Cruza la línea que separa tu yo físico del yo que es igual de real, solo que invisible. Al superar los obstáculos mentales que te impiden cruzar la línea, tu yo invisible será el billete que te conducirá a la creación en tu vida.


TRASCENDER TU CONDICIONAMIENTO



Te guste o no te guste, todos nosotros hemos sido condicionados para pensar y actuar de formas que se han hecho automáticas. Tenemos que imaginar cómo superar ese condicionamiento si queremos tener acceso a nuestro yo superior. Puedes estar seguro de que el ego no se tomará a bien esta clase de esfuerzo.

Pedirle al ego que contribuya a disminuir su propia importancia, para que tú puedas tener acceso a tu yo superior equivale a tratar de sostenerse sobre los hombros. El ego es tan incapaz de apartarse, como deferencia ante el espíritu, como el ojo es capaz de verse a sí mismo o la punta de tu lengua es capaz de tocarse a sí misma.
Así pues, tu tarea se convierte en un montón de paradojas. Si confías en que tu ego te ayude a superar sus propias influencias, no harás sino fortalecer el dominio que ejerce sobre ti. Tienes que imaginar cómo emancipar la conciencia de las limitaciones de tu mente y de tu cuerpo.
En el estado del ego te experimentas generalmente a ti mismo como una entidad separada. Para ir más allá de este condicionamiento querrás empezar a verte como humanidad, antes que como una forma separada de un cuerpo. Dicho con palabras muy sencillas, si tienes la sensación de hallarte desconectado del resto de la humanidad y ser verdaderamente una entidad separada que necesita ponerse a prueba a sí misma y competir con los demás, no podrás manifestar el deseo de tu corazón.
La manifestación no se refiere a conseguir cosas que no estén aquí. Se trata más bien de atraer lo que ya está aquí y forma parte de ti mismo en un nivel espiritual. Si permaneces separado, aquello que deseas que se manifieste será continuamente inalcanzable para ti. Si desplazas esa conciencia a tu alrededor y puedes verte a ti mismo como parte de lo que deseas, habrás trascendido el condicionamiento de tu ego, y de todos los demás egos que hayan contribuido a este proceso en tu vida.
Con la toma de conciencia de Dios dentro de ti mismo, no sólo disuelves la identificación de tu ego como separado de Dios, sino que dejas atrás tus viejas formas de verte a ti mismo. Al despertar a tu yo superior, superarás con la práctica tu condicionamiento como ser separado.
A continuación se indican algunos de los pensamientos condicionados que hacen que el ego domine tu vida y te impiden materializar lo que tú deseas y lo que te desea a ti.

1. No tengo control sobre mi vida. Esa fuerza se halla situada fuera de mí. Esta clase de respuesta condicionada a las circunstancias de tu vida sitúa la responsabilidad al margen de ti y se convierte en una excusa útil cuando tu vida no sigue el camino que a ti te gustaría que siguiera.
Puedes cambiar esta percepción en cualquier momento y empezar a confiar en que la fuerza vital del universo es exactamente lo que tú eres. Piensa cada día en esta idea percibiendo cómo fluye la fuerza vital a través de ti. Aleja tu atención de los pensamientos dominados por el ego acerca de las circunstancias de tu vida, y céntralos en el momento presente, observando conscientemente cómo respiras, los sonidos, las texturas, los olores y escenas que experimenta la fuerza vital a través de ti. Practica el alejamiento de los pensamientos acerca de tu vida en un momento dado, y procura experimentar la fuerza de la vida fluyendo a través de tus sentidos.

2. La gente no puede manifestar, todo depende de cómo caiga el dado cósmico. Es una idea muy popular, sobre todo entre aquellos que se encuentran en circunstancias que no les son propicias. Echar la culpa de lo que sucede a alguna fuerza externa e invisible que controla el universo es un hábito de condicionamiento que conduce a la descapacitación y, en último término, a la derrota. Tendrás que desprenderte de esta alucinación de que no tienes capacidad para atraer lo que deseas. Ten en cuenta que no estás practicando la magia cuando aprendes a manifestarte, sino que simplemente manifiestas un nuevo aspecto de ti mismo que ha permanecido oculto.
El universo no es algo que esté fuera de ti. Tú eres el universo. Tú eres esa fuerza que se manifiesta en todas las cosas, incluso en aquellas que no han logrado aparecer en tu vida hasta ahora. Recuerda, será lo que tú quieras que sea. Si crees que no puedes hacer algo, eso es precisamente lo que sucederá. «No puedo» conduce a la siguiente respuesta condicionada.

3. Lo he intentado antes y nunca ha funcionado. En este caso, la respuesta condicionada estriba en creer que, si intentas algo y fracasas, cualquier nuevo intento resultará en un fracaso. Aquí, la palabra clave es «intentar». Intentar algo significa esforzarse, trabajar por conseguir algo, dedicarle una gran cantidad de esfuerzo, establecer objetivos y así sucesivamente.
Deja el libro por un momento e intenta tomar un lápiz de la mesa. Simplemente, intenta tomarlo. Descubrirás que no existe eso de «intentarlo». O lo tomas o no lo tomas. Punto. Lo que tú llamas intentar tomarlo, es, simplemente, no tomar el lápiz.
Despréndete de tu obsesión por el pasado y los intentos y, en lugar de eso, permanece relajado y tranquilo, centrado en el momento presente, observando tu fuerza vital libre de juicios y explicaciones. Verás como las cosas buenas empiezan a multiplicarse en tu vida a medida que comprendas que tienes capacidad para influir en lo que te pase y que hay todo un universo lleno de abundancia esperándote una vez que abandones ese razonamiento que dice que tu pasado tiene que ser tu presente.
La razón por la que no has logrado manifestar lo que deseas es porque te encuentras apegado a una idea errónea. Tu pasado es una ilusión. Es el camino que has dejado atrás, y no puedes volver a él, al margen de lo que creas. Ahora estás en el presente, y el camino que tienes ante ti está lleno de cosas nuevas que no has hecho aún. Ahora puedes cambiar esa actitud a partir de tu mundo interior.

4. Sólo pueden manifestarse los seres altamente evolucionados. Así es como habla el ego, diciéndote que estás separado y eres distinto de tus maestros espirituales y de otros que viven en los niveles más altos. Aun cuando cada práctica espiritual te anime a ver aquello de divino que hay en ti, a saber que posees la misma mente que tu maestro, y a descubrir el reino de los cielos dentro de ti mismo, tu ego no puede aceptarlo. Se halla entregado a la separación y te convence de que eres menos que esos otros seres altamente evolucionados de los que has oído hablar.
Rechaza esos pensamientos e imagina cómo esa fuerza invisible que es la esencia divina que hay en ti te une a los demás seres. Nunca pongas a otros por encima o por debajo de ti, considéralos como a iguales. Es necesario asimilar esta idea plenamente antes de poder experimentar una verdadera transformación.

Estos son algunos de los pensamientos que dan vueltas en tu cabeza cada vez que contemplas la idea de tener lo que deseas.
El primer principio espiritual te ayudará a superar tus condicionamientos. Para ello deberás adoptar una nueva actitud con respecto a ti mismo y aplicarla en la vida cotidiana. Más que invitarte a leer sorbre tu yo superior, te animo a que lo conozcas, a que lo busques en ti mismo y nunca vuelvas a dudar de él.
Tener una filosofía es inútil si se trata simplemente de una lista memorizada de rituales y enseñanzas de los expertos. Para que una filosofía funcione tiene que convertirse en una pauta de energía que utilices en tu vida cotidiana. Tienes que poseer una verdad eterna, al mismo tiempo que una calidad utilitaria que te la haga sentir. Sé que es cierto porque yo mismo la he aplicado y funciona.
También tú tienes un yo superior, y puedes llegar a conocerlo tanto en su dimensión visible como en la que no lo es. Una vez que te hayas convencido de esto, perderá tu poder la convicción de que el ego es la fuerza motivadora y dominante en tu vida.
Te animo a seguir las siguientes sugerencias para desarrollar este primer principio como una parte permanente de tu conciencia total. Este plan de acción funcionó para mí. Si me encuentro con una duda, regreso a este plan de cuatro puntos, que siempre me permite volver a reconciliarme con mi yo superior.

CÓMO CONOCER TÚ YO SUPERIOR SIN NINGUNA DUDA


1. He aquí una gran definición de iluminación: estar inmerso y hallarse rodeado de paz.

Tu yo superior sólo desea que te sientas en paz. No juzga, compara o exige que derrotes a nadie, o que seas mejor que nadie. Sólo desea que te sientas en paz. Cada vez que estés a punto de actuar, hazte la siguiente pregunta: «¿Me va a traer paz lo que estoy a punto de decir o hacer?». Si la respuesta es afirmativa, adelante, déjate guiar por la sabiduría de tu yo superior. Si la respuesta es negativa, recuerda que es tu ego el que está actuando.
El ego promueve la confusión porque desea establecer su carácter individual, su separación de todo lo demás, incluido Dios. Te empujará en la dirección del juicio y la comparación, te hará insistir en tener razón y ser mejor. Puedes conocer tu yo superior escuchando la voz que sólo desea que te sientas en paz.



2. Vé más allá de la restricción del plano físico. El propósito del yo superior consiste en ayudarte en este esfuerzo. Lo hace creando un santuario interno que es tuyo y sólo tuyo. Acude a este retiro interior silencioso con tanta frecuencia como puedas, y libérate de las cosas que te atan al mundo exterior del ego.
Al retirarte a este santuario, brotará dentro de ti una luz que aprenderás a conocer y respetar. Esa luz es tu conexión con la energía de la manifestación. Es como tomar un baño de luz pura; sentirás esta energía al tiempo que te retiras silenciosamente a tu interior. Esta luz no forma parte del plano terrenal. Te ayudará a ir más allá del mundo físico. Recuerda que no puedes ir más allá del plano terrenal si te encuentras todavía en él. Tu yo real e invisible puedes atraer la energía del sol, el viento y de todo aquello que sea celestial.

3. Niégate a defenderte ante cualquiera o ante nada en el plano terrenal. Tienes que aprender a permanecer dentro de tu pauta de energía superior, al margen de lo que suceda ante ti en el mundo material. Eso significa que te conviertes en una especie de sabio desconocido que se niega a interactuar con nada de lo que exista en este plano físico.
Ese es el desafío del yo superior. Está más allá del sistema de realidad que identificas como materia y como forma. Utiliza tu luz interior para tu alineamiento y permite que quienes estén en desacuerdo con esa perspectiva tengan sus propios puntos de vista. Está en paz. No explicas ni haces gala de tu energía. Tú lo sabes, y eso es más que suficiente para ti.

Finalmente, ríndete y confía en la sabiduría que te creó. Estás desarrollando una fe que trasciende las convicciones y las enseñanzas de los demás. Esa confianza es tu rincón de libertad, y siempre será tuyo. De hecho, es tan importante que configura el segundo principio espiritual de la manifestación, sobre lo que leerás en cuanto pases a la siguiente sección.
Tu yo superior no es simplemente una idea altiva y espiritualista. Es una forma de ser. Es el primer principio que tienes que entender y asumir para atraer hacia ti lo que deseas y necesitas para este paréntesis de eternidad que conoces como vida.

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