Puedes atraer hacia
ti aquello que deseas
La base de la
manifestación está en que comprendas que tienes dentro de ti mismo
la capacidad para atraer aquello que deseas. Es posible que esta idea
todavía te parezca inalcanzable. Pero si has comprendido bien los
tres principios anteriores, ya sabes que este poder está realmente
dentro de ti. Seguramente, la posibilidad de atraer lo que deseas te
parecerá más factible si consideras cómo se crean las cosas a
partir del mundo espiritual, del mundo de lo que no tiene forma, y se
mueven aparentemente hacia el mundo de lo material.
En una de las frases
más intrigantes del Nuevo Testamento, San Pablo aborda este proceso
de la creación. Lo expresó de la siguiente forma: «Las cosas que
se ven no están hechas de cosas que aparecen». San Pablo nos dice
con ello que la energía creativa no es ni sólida ni restringida. El
mundo físico de la forma tiene su origen en algo distinto a la misma
forma, aun cuando sepamos que todo es un solo mundo y lo veamos desde
una perspectiva holográfica.
Las palabras de San
Pablo constituyen la base para lo que escribo sobre este principio,
así como para varios de los que se incluyen en este libro. Estoy
convencido de que sugieren cómo la energía informa nuestra
capacidad para atraer aquello que deseamos. San Pablo nos ofrece una
pista sobre cómo manifestar nuestros deseos en el mundo de la
materia.
En una película
sobre su adolescencia, Albert Einstein describe cómo tomó una
brújula y observó fascinado cómo se movía la aguja a medida que
él cambiaba de dirección. Dijo que se sintió obsesionado por
comprender la fuerza invisible que movía la aguja de la brújula.
¿Dónde se hallaba situada aquella fuerza? ¿Quién la controlaba?
¿Por qué funcionaba siempre? ¿De qué estaba hecha? ¿Había
lugares donde no funcionaba? Esas son las preguntas que se plantea un
genio inquisitivo.
Esta fuerza tiene
muchas características imposibles de detectar con nuestros sentidos
físicos, y se la conoce por el nombre de energía. La energía está
en todas las cosas que hay en nuestro universo e influye en los
objetos que la rodean, con algo que describimos como fuerza de
atracción. La vemos funcionar fácilmente en los campos magnéticos,
pero somos incapaces de detectar esta energía informe con nuestro
aparato sensorial. La fuerza está ahí, atrae y repele, en todas
partes sobre nuestro planeta.
Si está en todas
partes, también está dentro de nosotros. Parece improbable que
nuestros sentidos nos informen mucho mejor de lo que nos ayudan a
comprender cómo funciona un polo magnético. Podemos ver los
resultados, pero la fuerza siempre es demasiado escurridiza y siempre
está en movimiento.
Nuestro planeta gira
continuamente sobre sí mismo, y alrededor del sol, se desplaza a
través del espacio. Todo lo que existe sobre el planeta forma parte
de ese movimiento, aun cuando a nuestros sentidos les parezca que
permanecemos inmóviles. Tú estás sobre el planeta. La energía que
lo mueve te mueve también a ti. La energía que está en la misma
esencia del planeta está también en ti. Es de naturaleza magnética
y eléctrica, y contiene la fuerza de atracción.
La esencia del cuarto
principio de la manifestación es que podemos utilizar esta energía
porque somos esa energía. Podemos utilizar esta energía universal
para atraer hacia nosotros los objetos de nuestro deseo, porque la
misma energía que hay en aquello que deseamos también
está en nosotros y viceversa. Lo que nos permite aprovechar esta
fuerza es, simplemente, una cuestión de alineamiento y voluntad.
Traer cosas al mundo
físico es un proceso que llamamos creación.
Lo que creamos
implica el uso del mismo poder que hay en todo aquello que ha sido
creado. Sólo es una cuestión de gradación. No existe absolutamente
ninguna diferencia entre el poder que trae cualquier cosa desde el
mundo de las ondas al mundo de las partículas, y el poder que hace
que tus pensamientos o imágenes mentales cobren vida. Te animo a
volver a leer la frase anterior y a memorizarla.
El mundo del
espíritu, del que se deriva toda materia, y el mundo de la materia
misma componen literalmente un todo armonioso. Están separados, pero
siempre juntos, como la cresta y la base de la ola, separados pero
formando un todo inseparable. Para situar esto en la debida
perspectiva, piensa que la manifestación no es más que la
transformación de ondas de posibilidades en partículas de realidad.
El proceso de transformación exige energía. Esta energía es
invisible pero forma parte de todas las cosas, incluidos nosotros
mismos.
Tus pensamientos y
visualizaciones son tu fuente de manifestación. Es esta energía la
que tienes que activar y hacer que trabaje para ti. El proceso de
formación de la imagen mental y su aplicación al proceso de la
manifestación son algo que podrás experimentar cuando tengas plena
fe en ello. Hay una parte de ti que sabe que puedes atraer lo que
desees con esta energía.
TUS IMÁGENES
MENTALES Y EL PODER DE LA ATRACCIÓN
Hay un poder dentro
de ti que te permite formar el pensamiento o imagen. Esa capacidad de
formar imágenes mentales es la energía de la atracción que está
en todos los procesos creativos. Es más, es idéntica al poder de
atracción. Este poder es la sustancia misma de la vida.
No puedes ver, tocar
o escuchar este poder, pero está dentro de ti. Al utilizarlo no
intentas cambiar o interferir en modo alguno con las leyes de la
naturaleza. Estás cumpliendo con las leyes. Este poder
indiferenciado constituye la base para la misteriosa atracción que
te permite convertir tus deseos en realidad.
Quizá te ayude
pensar en ti mismo como una forma que tiene Dios de particularizar.
Tu capacidad para formular imágenes mentales sería el poder
creativo divino que se plasma en energía a través de ti. ¿Te das
cuenta de que la misma energía creativa que se particulariza en ti es
lo que utilizas para manifestar tus deseos? Este poder aumenta con la
felicidad, el amor, la alegría, la satisfacción y la paz. Cuanto
más feliz y amoroso seas, tanto más se particularizará el espíritu
divino en ti, y tanto más similar a Dios serás.
Toda esa energía
creativa se ve atraída hacia ti a través de tus pensamientos (o de
tu forma de utilizar tu capacidad para crear el pensamiento). Si en
tus imágenes mentales te ves rodeado por las cosas y condiciones que
deseas, y estas se hallan enraizadas en la alegría y la fe, tus
pensamientos creativos atraerán esos elementos hacia tu vida. Esto
quizá se parezca demasiado a soñar despierto, pero créeme, es
mucho más que desear o esperar algo.
La diferencia está
en que reconoces que incluso la capacidad de tener un pensamiento es
un poder divino; y en que la visión o la imagen mental la formas con
la convicción de que es algo sagrado, con la seguridad de que la
fuerza de Dios que dio la existencia a todo lo que hay en el universo
es también la misma que te creó a ti. La forma que adopte esta
energía dependerá de tu voluntad o de tu capacidad para formarte
imágenes mentales. Está ahí, a la espera de tomar cualquier
dirección que tú decidas.
Es importante poder
pensar en términos situados más allá de nuestros sentidos. La
energía es la fuerza vital creativa que nos permite hacer las cosas
que observamos con nuestros sentidos. Se trata de una fuerza
invisible que sostiene la sustancia de nuestra vida material. Esta
energía nos da el poder para tener pensamientos y es la misma
energía que forma parte de todo aquello que parece ser externo a
nosotros.
Tus imágenes
mentales forman parte integral de este poder de atracción, así como
de la posterior experiencia de la energía creativa cuando eres capaz
de ponerlas en práctica.
LA PRÁCTICA DE LA
FORMACIÓN DE IMÁGENES MENTALES
Al practicar la
formación de imágenes mentales con el propósito de manifestar tus
deseos, lo más importante es que recuerdes que los humanos nunca
crean nada. Nuestra función no es la de crear, sino la de atraer,
combinar y distribuir lo que ya existe.
Las creaciones son en
realidad nuevas combinaciones de materiales ya existentes.
No hablo aquí de
crear energía, sino de transformar una forma de energía en otra.
Nuestro poder creativo es la capacidad para materializar la energía
de nuestros pensamientos. El resultado es la manifestación.
Hay una condición
indispensable para la manifestación de esa imagen en el mundo de lo
visible y lo concreto. El mundo del espíritu es inmune al concepto
del tiempo y el espacio. En consecuencia, la imagen se debe formar en
un espacio determinado. Una vez que hayas adquirido esta conciencia,
comprenderás la necesidad de imaginar la realización de tu deseo
como si ya se hubiera conseguido sobre el plano espiritual.
En efecto, debes ser
consciente de que en el nivel invisible de tu ser aquello que deseas
ya tiene su lugar. La energía está ahí, y no ha de preocuparte su
efectividad. Es decir, si el fin está asegurado, los medios estarán
a tu disposición y podrás dejarte llevar, sabiendo que el éxito
está garantizado.
Esto, sin embargo, no
quiere decir que tengas que entregarte a la ociosidad, sino que debes
desprenderte de la preocupación, la ansiedad y el temor. Trabajarás
en la formulación de tus imágenes mentales, y lo harás sabiendo
que el desenlace está asegurado. Se reconoce así la inteligencia
del espíritu o el gran poder impersonal. Tú también eres
inteligencia. Lo que estás haciendo es permitir que una inteligencia
coopere con la otra. No lo hará por ti, sino contigo.
Imprime sobre la
mente universal el objeto de tu deseo y procede a actuar sobre esa
imagen, con calma y sabiendo cuál será el resultado, permitiendo
que esa inteligencia más grande obre sobre ti, en colaboración con
tu propia inteligencia, para conseguir unos resultados. Abandona todo
temor y dedícate a tus asuntos, con la seguridad de que pronto
aparecerán a la vista las condiciones necesarias, o de que ya están
presentes. Permanece alerta ante cualquier pequeña circunstancia que
indique el primer brote de la semilla que has plantado en la mente
universal, y permite que vaya materializándose poco a poco.
Admito que esto no es
nada consecuente con nuestro condicionamiento. Pero para convertirnos
en manifestadores, tenemos que desprendernos de viejas creencias y
adoptar una sabiduría interna quenos ayude a detener la
manifestación de las circunstancias que deseamos cambiar.
Cuanto mayor sean la
fe y el entusiasmo que pongas en la formación de imágenes mentales,
tanto más probable será que puedas verlos manifestarse. Lo que
estás haciendo es visualizar literalmente con todo detalle lo que
deseas manifestar. Te distancias del resultado y del modo de
conseguirlo. No se trata ahora de crear, sino de atraer hacia uno
mismo lo que ya está creado, y de permitir que la energía del
espíritu se transforme en la energía de la materia. Verás con gran
detalle aquello que deseas, y afirmarás repetidamente esta imagen,
con tu fe en el poder absoluto que hay en todas las cosas, incluido
en ti mismo.
Puedes imaginarte a
ti mismo como una persona saludable, con un negocio en plena
expansión, con objetivos de venta que se cumplen, con unas
relaciones más positivas, vendiendo tu casa si lo deseas, con las
finanzas saneadas o cualquier otra cosa. La clave consiste en repetir
estas imágenes mentales hasta que la verdad de lo que afirmas
resuene dentro de ti sin el menor atisbo de duda.
El mejor momento para
realizar este trabajo en profundidad es a primeras horas de la mañana
o poco antes de retirarse por la noche. También me parece útil el
uso de sonidos y afirmaciones específicas. Estos se describen en los
principios séptimo y octavo.
Estoy seguro de que,
a estas alturas, una de las cuestiones clave que te habrás planteado
será: «Muy bien, pero ¿qué sucede si no se materializa como lo
imagino?». Vale la pena dedicar un poco de atención a este tema.
CUANDO PARECE QUE NO
FUNCIONA
Es característico
del ego el tratar de forzar las cosas cuando no salen como uno
quiere. Todos sabemos la estupidez que supone arrodillarse y tironear
de los nuevos brotes de verduras cuando empiezan a surgir en la
primavera. Necesitan crecer a su propio ritmo, y florecerán
exactamente en el momento adecuado.
Si tu imagen no se
manifiesta en el plazo que te has fijado, relájate y retírate
ante la certeza de que, sea lo que sea, ya se encuentra en su lugar
en el ámbito espiritual. La energía está ahí en virtud del poder
de tu visualización. El tiempo no es una característica reconocible
para la sabiduría que todo lo crea. Otra faceta que explicaría por
qué tus imágenes no aparecen en el mundo material es la frecuencia
con la que quizá las cambias. El poder con el que estás trabajando
es una fuerza muy sensible que exige unas imágenes mentales
consistentes y estables.
También es posible
que estés utilizando mal tu poder, situando restricciones y
contingencias en la inteligencia universal. Esta sabiduría que todo
lo crea, el principio a partir del cual se originó todo, no depende
en modo alguno de personas o cosas específicas. No tiene pasado y no
conoce futuro. Está en el ahora eterno y, lo que es más importante,
se sirve de sus propios medios para actuar. Si empiezas a
transmitirle órdenes, a plantearle exigencias o a insistir en que
actúe a través de un canal específico, no accederá a tus
peticiones.
Te será imposible
manifestarlo si lo visualizas sin una voluntad lo bastante firme como
para superar cualquier idea en contra o la falta de fe en tu conexión
con Dios. El segundo principio de este libro trataba precisamente
sobre la fe y la confianza. Vuelve a leerlo si tienes la sensación
de que necesitas reforzarlo. Es absolutamente necesario que confíes
en el poder de la atracción. Todo esto se hace con mucha mayor
efectividad de una forma íntima.
EL VALOR DE LA
DISCRECIÓN
Establecer un
contacto consciente con el más alto poder infinito que lo ha creado
todo es algo muy íntimo. Los naguals (un término de los
indígenas americanos con el que se designa a los maestros o brujos
espirituales) y los místicos que practican y enseñan estos métodos,
preservan su intimidad. Además, consideran como una violación de su
confianza sagrada el hablar a otros acerca de sus habilidades y las
«coincidencias» de la buena fortuna.
Nuestro poder se ve
debilitado cuando hablamos a otros de nuestros esfuerzos por
manifestar. En general, cuando escribimos estas actividades lo
hacemos porque el ego ha penetrado en la imagen. Esta clase de
enfoque disipa considerablemente nuestro poder de atracción.
Es propio de la
naturaleza humana hablar a los demás acerca de los problemas, porque
deseamos aliviar la influencia que ejercen sobre nuestra vida. Al
compartir, esperamos aliviar algo la presión del problema. Del mismo
modo, cuando articulamos nuestro poder para atraer algo, nuestra
atención se desplaza hacia las reacciones de aquellos en quienes
confiamos. La energía se dispersa entonces en la dirección de tus
reacciones, del mismo modo que sucede cuando compartimos los
problemas. En el momento en que un pensamiento se presenta a otra
persona, se ve debilitado. Mantén tu singular capacidad para atraer
lo que deseas en el plano de lo privado.
Tu energía etérea
es tuya y nada más que tuya. Puedes aprender a proyectarla hacia el
exterior e influir en tu entorno de una forma que jamás hubieras
imaginado. No obstante, y para poder utilizar esta energía
extraordinaria en el proceso de la cocreación, tiene que seguir
siendo tuya y sólo tuya. Si hablas a otra persona sobre ella, la
energía disminuye. Se desplaza entonces hacia el interés por la
buena opinión del otro.
Esta energía
superior, que es infinita, tiene que crear sus propios vehículos
para la manifestación, y lo hará en la intimidad. Esta sabiduría
infinita y superior que lo ha creado todo es una fuerza vital que
reconocerás una vez que te hayas familiarizado con su naturaleza.
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