Octavo principio
Desvínculate pacientemente del resultado (2/2)
UN PLAN, PASO A PASO, PARA INTRODUCIR UNA DESVINCULACIÓN PACIENTE EN TU PRÁCTICA DE LA MANIFESTACIÓN
• Comprende la esencia de lo que deseas. Lo que tú deseas no se encuentra necesariamente en el ámbito de las cosas. Si quieres manifestar dinero, por ejemplo, observa si tu atención se centra en los billetes o en la experiencia de sentir seguridad financiera. Pregúntate para qué quieres el dinero. Centra la atención en las gozosas experiencias que asocias con lo que deseas, en lugar de centrarla en un automóvil nuevo o en un nuevo jefe o un compañero o compañera diferente. La experiencia es la esencia de tu deseo.
La esencia está localizada siempre en los sentimientos. Al buscar en tu interior, pasas de sentirte gratificado por cosas externas a la verdadera experiencia de la gratificación. La esencia de tu deseo es un sentimiento de bienestar y gozo, y un alineamiento con el espíritu universal. Entonces podrás ver cómo aparecen en tu vida muchas cosas que te mostrarán el camino. Es posible que no tengan nada que ver con lo que originalmente creías que deseabas o necesitabas.
Quizá sientas que deseas manifestar verdaderamente más ingresos y un ascenso, pero si buscas la esencia de este deseo, verás probablemente que lo que en realidad necesitas es una mayor seguridad y sensación de bienestar. Desvincúlate del ascenso en el mundo y del aumento de salario. En lugar de eso, dirige tu energía manifestadora a la misma esencia de tu deseo de sentirte más seguro y menos estresado. Probablemente, verás que empiezan a suceder cosas en tu vida que reducen tu ansiedad. Una vez más, es posible que tengan poco que ver con lo que originalmente creías que deseabas.
Destierra las dudas y entra en el ámbito de la certidumbre. Elimina todas las dudas relativas a tu capacidad para manifestar la esencia de tus deseos. Revisa lo que has leído hasta ahora y, cada vez que aparezca una duda, recuerda que tú y la inteligencia universal sois una misma cosa, y que esta inteligencia universal está en todas las cosas. Lo sabes, y también sabes que puedes conectar con esta energía para satisfacer la esencia de tus deseos. Te recomiendo que revises el segundo principio de este libro y, si quieres reforzar esta idea, todo el capítulo titulado «Destierra tus dudas» en Tu yo sagrado.
Una vez que hayas eliminado las dudas acerca de tu capacidad para manifestar, te será fácil desvincularte del resultado y de todos los detalles. Lo único que necesitarás será confiar en ti mismo y en la energía divina del universo.
Abandona tus expectativas y dedícate a tus asuntos. Una vez que hayas dirigido hacia el universo la meditación del aaah, a través de la abertura del tercer ojo, olvídate de ello y entrégate a los asuntos de tu vida cotidiana. No sigas buscando razones para no creer en tu capacidad para atraer aquello que deseas.
Practica la paciencia que Dios ha mostrado siempre hacia ti en tus momentos de mayor agitación. Encontrarás consuelo en la silenciosa certidumbre y en tu relación con Dios.
Continúa con tu trabajo diario y tu régimen de ocio con un nuevo sentido de paz, que se origina en tu conocimiento acerca de lo que se te manifiesta. Permanece completamente desvinculado de la inclinación a medir y calcular lo que aparece o no aparece ante ti.
De hecho, cuando se manifiesten tus deseos es muy posible que transcurra algún tiempo antes de que te des cuenta, pero el día que lo hagas, comprenderás que no habías reparado en ello porque te habías desvinculado del resultado y lo habías dejado en manos de Dios. Esto es una indicación de que has podido dominar este principio de paciente desvinculación del resultado.
Guarda tus deseos para ti. Tal como hemos indicado antes, compartir tus esfuerzos de manifestación no hace sino disminuir la energía y desviarla hacia la necesidad del ego de conseguir aprobación. Deseas que la energía de tu manifestación sea lo más directa y pura posible. Además, quieres evitar la disipación de la energía que proyectas, impidiendo que se implique con cualquier necesidad del ego.
Si te has desvinculado pacientemente, también te habrás desvinculado de toda necesidad de conseguir aprobación por tus esfuerzos. Naturalmente, es posible que, en último término, quieras compartir los resultados de tu manifestación espiritual, pero mientras incubes esta experiencia divina con Dios, haz todo lo posible para que sea una cuestión privada. La necesidad de compartirla en esta fase es una indicación de que tu atención está en el resultado y de que te hallas vinculado al mismo.
Aprende a interpretar los indicios de la manifestación de tus deseos. Ten en cuenta que las cosas, tal como aparecerán en tu vida, no estarán necesariamente relacionadas con lo que te haya indicado tu cerebro racional. Pueden empezar a aparecer en tu vida nuevas cosas, y seguramente te sorprenderá comprobar que cada vez sucede con mayor frecuencia.
También empezarás a observar con mayor claridad la relación entre tus pensamientos y el objeto en que se materializan en tu vida. Las cosas que antes solías calificar como coincidencias se harán más y más evidentes a medida que practiques estos principios de la manifestación. Verás que aparecen personas para ayudarte después de que hayas pensado en estos necesarios ayudantes. Verás aparecer objetos que estaban en tu mente, y que habías olvidado, pero que ahora aparecen en tu vida con mayor frecuencia.
Alguien mencionará una película concreta o una canción o cualquier otra cosa aparentemente irrelevante, y la escucharás una y otra vez, o la película antigua que comentaste que desearías ver, aparece de pronto en la tienda de vídeos ese mismo día. Sé consciente de la relación entre lo que piensas y lo que realmente deseas manifestar. Los indicios empezarán a brotar en una multitud de formas deliciosas e inesperadas.
Todos estos acontecimientos y ocurrencias sincrónicas son el resultado de empezar a vivir en un estado elevado de conciencia. Estás estableciendo conscientemente contacto con la fuente universal de toda energía, que ha estado, hasta ahora, por debajo de tu nivel de conciencia, y que ahora empieza a aflorar a la superficie. Presta mucha atención a los indicios que vayan apareciendo y piensa para tus adentros: «Está funcionando. Puedo ver los resultados y sé que se debe al hecho de que utilicé estos principios y a mis prácticas de meditación. Continuaré haciendo en privado lo que estoy haciendo».
• Actúa inmediatamente en cuanto detectes los primeros indicios, reconociéndolos. AI reconocer las primeras señales de la llegada de aquello que deseas manifestar, estarás dando a tu energía una carga positiva, y reconociendo la divina inteligencia universal. Este reconocimiento es esencial para la continuación de este proceso de manifestación.
Da gracias en silencio y di para ti mismo: «Veo los resultados de mi conexión con la fuente universal. Observo la presencia de esa persona concreta que se ofreció a ayudarme, y sé que me fue enviada por Dios. Doy las gracias y haré todo lo posible por utilizar esta manifestación para el bien de la humanidad, antes que para la gratificación de mi propio ego».
• No pienses en tu manifestación como un favor especial. La inteligencia universal que llamamos Dios no es una personalidad individual, y no dispensará favores especiales ni a ti ni a nadie. Ver la manifestación como un favor equivale a iniciar el proceso de regateo con Dios y a creer en tu separación de todos los otros seres vivos. El proceso de la manifestación es una práctica espiritual en la medida en que reconoces que tú y la fuente divina de toda la energía sois una misma cosa.
Esta unicidad no juzga si alguien tiene más derecho a la abundancia que cualquier otro. Está en todas partes y en todas las cosas y se muestra cuando tú, como una partícula localizada de esa fuente divina, reconoces tu conexión y te muestras abierto a que esta actúe en tu vida.
Aunque la gratitud es una parte importante de esta conciencia que representa el noveno y último principio de la manifestación espiritual, no supone aprecio por haber recibido un favor especial. Al ego le encanta hacerte aparecer como alguien especial y característicamente distinto de todos los demás y, en consecuencia, más digno de su multitud de exigencias. Al ego le gustaría que pensaras en estas manifestaciones como favores especiales porque, al hacerlo, reforzarías tu separación con respecto a esa fuente.
Tus deseos se manifiestan porque estás en perfecto alineamiento con tu fuente de creación, y porque no planteas ninguna limitación a lo que pueda aparecer en tu vida. Ignora los esfuerzos de tu ego por hacerte pensar que estás recibiendo las más ricas bendiciones de Dios, porque eres especial.
En lugar de eso, sé agradecido y utiliza estas bendiciones al servicio de otros y con la más profunda gratitud por la esencia espiritual que hay en ti. Ya no te identificas exclusivamente con el cuerpo físico, y reconoces tu alma infinita como tu verdadera esencia. Es precisamente esto lo que te permitirá obtener unos resultados en la manifestación, no tu singularidad como individuo. Recuerda una vez más que la inteligencia universal que llamamos Dios no puede singularizarse o enmarcarse dentro de unos límites, puesto que está en todas partes y en todo.
• Considera todos y cada uno de los obstáculos que encuentres como lecciones, no como indicaciones de fracaso. Ten en cuenta que estás practicando la paciencia y la desvinculación del resultado. Cuando algo parezca ser obstáculo, no utilices ese hecho material para negar la existencia de la energía universal que es tu esencia.
Una vez más, eso es cosa de tu ego, que desea hacerte creer que es él el que domina tu vida, no Dios. Si el ego consigue convencerte de que todo esto no son más que tonterías, y de que esos obstáculos constituyen una demostración positiva de que Dios te ignora, habrás vuelto a caer bajo su influencia.
Todo aquello que aparece en tu vida tiene un propósito. Eso incluye las caídas, que te proporcionan la energía para impulsarte hacia un estado más elevado de conciencia.
Manifestar supone un estado de conciencia superior al que experimentas cuando crees que vas de un lado a otro según la voluntad caprichosa de tu entorno y de un jefe que está a cargo de todo. Cada obstáculo, por difícil o imponente que parezca, es una prueba que se te plantea para que demuestres tu fe y tengas la certeza absoluta de que has desterrado toda duda.
Cuando parezca que las cosas no se materializan tal como habías planeado, recuerda que eres infinitamente paciente y que estás desvinculado de cualquier programa concreto. La mayoría de las bendiciones que aparecieron anteriormente en tu vida, y también en la mía, fueron precedidas de tropiezos que no estábamos seguros de poder superar. Pero las superaste, igual que yo, y en el fondo de mi corazón sé que todos los progresos se ven generalmente precedidas por una caída de algún tipo. Tiendo a considerar esas caídas con gratitud, antes que con desánimo.
El conocimiento que poseo sobre mi capacidad para manifestar la esencia de mis deseos es tan fuerte, que puedo mantener mi paciencia y desvinculación acerca de cómo se mostrarán los detalles, incluso a la vista de lo que pudiera parecer como algo insuperable. No hay fracaso cuando uno se desvincula de la forma en que aparece algo. Funciona. Debes saberlo así y permitir que el universo se ocupe de todos los detalles.
• Elimina todo juicio de tu práctica de la manifestación. La ley universal no es una energía dual. No funciona según el mismo dualismo que actúa aquí, sobre el plano terrenal. No discrimina o actúa sobre la base bueno/malo, correcto/incorrecto. Sólo hay una energía que lo impregna todo, y todo forma parte de ese poder. Por su misma naturaleza, la ley universal está en equilibrio, de modo que todo aquello que desees debe estar también en armonía con el reconocimiento de la divina fuente universal de la que todos reciben su energía vital.
Esto exige que uno esté dispuesto a superar su inclinación a juzgar aquello que aparezca en su vida como bueno o malo, correcto o incorrecto, atractivo o poco atractivo, etcétera. Tus juicios detienen el flujo de la energía universal hacia tu vida y te enajenan del poder divino. No es que se te vaya a castigar por ello, sino más bien que tu reconocimiento alterará el flujo natural de esa energía hacia tu vida.
Tu capacidad para manifestar depende en buena medida de tu propia voluntad para dejar atrás el inconsciente colectivo, los juicios colectivos que constituyen la totalidad de las creencias humanas. Los numerosos juicios que albergas sobre el mundo, inhiben tu capacidad para manifestar los deseos de tu corazón. Desvincularte de esas creencias es uno de los mayores desafíos de tu vida.
Tienes que abandonar este inconsciente colectivo dejando en suspenso los juicios y las creencias que abrigas, para entrar resueltamente en el mundo de lo desconocido. Probablemente, experimentarás una sensación de pérdida y quizá un sentimiento de soledad al abandonar la costumbre de enjuiciar las cosas. La recompensa es que empezarás a expandir tus propias percepciones y a aceptar que aquello que crean los demás son percepciones que sólo a ellos les atañen, y no necesariamente hechos, como tú crees. Lo que el inconsciente colectivo ve como límites a tus capacidades, tú sabrás que es una falsa percepción.
No necesitarás entrar en conflicto con esta conciencia, porque habrá entrado en una vibración superior en la que no hay límites. El plano físico terrenal tiene tus límites. Tú, sin embargo, resides ahora en la inteligencia universal responsable de la existencia de ese plano físico terrenal. Da el gran salto, dejando atrás todo juicio, y acepta todo lo que te llegue desde esa ilimitada fuente de energía.
Podría tratarse de una simple tarjeta de visita que encuentras mientras caminas por la playa, o puede adoptar la forma de un libro o una cinta grabada, o de un mensaje que iba destinado a otra persona pero que acabó por error en tu buzón de correos. Todas estas pueden ser pistas que te conduzcan a algo. Evita emitir juicios acerca de cómo ha llegado algo a tu vida, y niégate a asumir los juicios colectivos que impregnan las creencias de la mayoría de la gente con la que te encuentras. Aproveche esta inteligencia universal mediante la observación regular de tus manifestaciones, que se producen, esencialmente, en cada uno de los acontecimientos que ocurren en tu vida.
Al observar lo que llega y lo que desaparece, trata de hacerlo sin emitir juicios, dejándote llevar por un sentimiento de aceptación completa y liberándote de la influencia de tus pensamientos. Tu mente querrá participar en el juego de emitir juicios. Recuerda que estás sintiendo como si lo que deseas manifestar ya estuviera en tu vida. Tu mente no estará de acuerdo, por eso tienes que aprender a dejar en suspenso tus juicios. Quizá te digas a ti mismo: «Soy rico y feliz», y tu mente te contradiga: «No lo eres». Te encuentras así con un choque entre dos energías opuestas: tu deseo contra lo que te dice tu mente, con todos sus juicios y su negatividad.
Este choque es una advertencia de que no vas a entrar en el reino de la manifestación. No conseguirás ser un manifestador hasta que hayas descartado meticulosamente toda negatividad que puedas haber heredado del inconsciente colectivo. Tienes que entrar en una nueva dimensión, y eso es algo que no se consigue abandonando el plano terrenal, sino realizando un viaje interior.
En ese mundo interior, cualquier cosa que puedas imaginar es en realidad una parte de ti mismo, ahora. Tu proclamación de ser rico y feliz, tomada por ese mundo interior que no juzga, te conducirá a sentirte rico y feliz. Esto te llevará a tu vez a empezar a actuar de un nuevo modo. Empezarás a crear una nueva realidad concreta de riqueza y felicidad dentro de ti mismo, a medida que generas una actitud positiva hacia todo lo que encuentres. No hay juicios, sino simplemente la sensación de haber manifestado ya aquello que es tu deseo.
Recuerda que la ley universal es neutral y está en todas partes, y que no le preocupa si recibes o no el deseo de tu corazón. En consecuencia, debes recorrer el camino de la manifestación con entusiasmo y con una total ausencia de juicio. Vas a recoger algo que ya está ahí y que te pertenece, sin el menor género de dudas, con la feroz determinación de recibir aquello con lo que ahora estás alineado en tu mundo interior de energía que no juzga. Esta ley no discrimina. Recibe tu energía y te aporta lo que tú mismo pones. Tienes que confiar en ella y estar totalmente libre de prejuicios acerca del método y el momento de la entrega.
Tu mente intentará utilizar la lógica, pero la manifestación no es lógica. Tu mente tratará de emplear la negatividad, insistiendo en que eres demasiado viejo, estúpido o no mereces nada, que nunca consigues nada, que has deseado otras cosas en el pasado y te han decepcionado, y que no hay razones para esperar que las cosas vayan a cambiar ahora. Esto se debe al apego de la mente y del ego a los resultados y al pasado. A pensar utilizando un conjunto lógico de creencias que ha adoptado a partir de la conciencia colectiva tribal, y que te ha sido inculcado desde que llegaste a este plano físico. Al recibir de tu mente esta clase de consejo, da las gracias por la información pero debes decirte: «Me niego a aceptar ninguna energía que contradiga el poder ilimitado que hay dentro de mí, y voy a continuar con mi manifestación».
La ley universal es mucho más magnánima que la mente. Recuerda que es ilimitada, que no conoce fronteras y es omnipresente. Existe en una dimensión más vasta que la mente. Esta es la razón por la que la mente ni siquiera puede comprender la fuente universal de la energía. Tu mente cree que es el final de toda experiencia y conciencia, y la estás utilizando para afirmar o negar lo que existe más allá de ella. Es realmente una gran paradoja.
Pero puedes empezar a confiar en lo que desea tu mente yendo más allá de ella. La meditación y los sentimientos intuitivos son dos formas de superponerse a la mente. Se pone el énfasis en desvincularse de las creencias del inconsciente colectivo, negándose a juzgar y permitiendo pacientemente que la fuente universal te provea con aquello con lo que ahora estás totalmente alineado dentro de tu mundo interior.
• Aprende a relajarte en paz y a conocer. Desvincularse del resultado significa evitar el proceso de precipitarse y presionar a lo largo de la vida. Piensa en aquella bellota que se plantó en el suelo y que va camino de manifestarse como un roble. Imagina que te pones a excavar la tierra después de tres semanas para comprobar cómo le van las cosas y ver si puedes hacer algo para acelerar el proceso, de modo que este encaje en el programa que te has puesto. Evidentemente, la bellota y el roble perecerían como resultado de tus esfuerzos para acelerar el proceso.
La inteligencia universal funciona a su propio ritmo perfecto. Proveerá tus deseos cuando estés alineado con los nueve principios detallados en este libro. Esa entrega queda garantizada por la ausencia de duda que tú mismo cultivas, por la total confianza en la presencia de esta energía en todas las cosas, incluida aquella que vas a atraer a tu vida. La mejor manera de desvincularse pacientemente es relajarse, confiar, no presionar.
La inclinación a presionar y forzar las cosas indica que tu mente sigue dudando y exigiendo un resultado. Tu capacidad para confiar en tus sentimientos y permitir que estos, y no tu ego, sean los conductores de tu vida. Esa es la clave para manifestar el deseo de tu corazón.
• Utiliza afirmaciones para mantener el flujo de energía y para desvincularte del resultado. La información más útil que puedo proporcionarte en este sentido es bastante simple: «Soy infinito y universal, y confío en el poder divino del universo, que también está dentro de mí». Conserva esto siempre en tu conciencia y utilízalo para mantener el flujo de energía universal en tu vida. Al hacer diariamente esta clase de afirmaciones te desprendes de la impaciencia natural que hay en tu mente y te desvinculas de los resultados, y permites que la fuente fluya en tu vida, sin impedimento alguno.
Sé consciente de la buena marcha de las cosas en tu fuente interior de energía y de que surgirán las personas adecuadas para ayudarte en tu manifestación. Procura estar abierto a tu energía e imagínate a ti mismo evolucionando feliz y fácilmente a través de cada experiencia del día.
Esta afirmación, utilizada por la mañana, te permite llegar al fondo de tu ser y reconocer tu belleza infinita y el lugar perfecto que ocupas en todas las cosas que forman parte de este día. Esta afirmación te protegerá contra la negatividad a la que te verás expuesto por el lado del inconsciente colectivo y por el lado de las creencias que ya no forman parte de tu mundo interior.
Con esto concluye el octavo principio de la manifestación espiritual, que implica trascender la propia mente y la mente colectiva que ha estado contigo desde tu concepción. Exige de ti que seas paciente cuando tu mente exija resultados, y también que te desprendas de la preocupación de esta con respecto a esos resultados y que confíes en algo que tu mente no puede ver y que tu cuerpo no puede imaginar con sus limitados medios perceptivos, conocidos como sentidos. Exige que dejes que tus sentimientos más profundos se conviertan en una guía para tu vida, y que confíes en esa guía. Y, lo más importante de todo, te pide que te permitas a ti mismo conocer y ver la infinita luz blanca del espíritu vivo que te rodea y te protege, y que te proporciona todo aquello que puede imaginar tu espíritu interior, como una pieza del espíritu universal infinito.
Una vez que perfecciones esa paciencia infinita, demostrarás tu confianza en algo distinto a tu propio cuerpo/mente limitado, y permitirás pacíficamente que tus deseos se manifiesten a su modo y a su debido tiempo.
El noveno y último principio de la manifestación espiritual implica la necesidad de estar eternamente agradecido, de ser generoso y ponerse al servicio de los demás.