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"Te advierto, quien quieras que fueres, ¡Oh! Tú que deseas sondear los arcanos de la naturaleza, que si no hallas dentro de ti mismo aquello que buscas, tampoco podrás hallarlo fuera. Si tú ignoras las excelencias de tu propia casa, ¿cómo pretendes encontrar otras excelencias? En ti se halla oculto el Tesoro de los Tesoros ¡Oh! Hombre, conócete a ti mismo y conocerás el universo y a los Dioses." ORACULO DE DELFOS

domingo, 27 de noviembre de 2016

El hombre “BUENO” y el hombre CONSCIENTE

¡MARAVILLOSA Semana!!!
 Preciosa y profunda reflexión

La moral se ocupa de las buenas cualidades y de las malas cualidades. Un hombre es bueno -según la moral- cuando es honrado, sincero, auténtico, digno de confianza.

El hombre de conciencia no solo es bueno, es mucho más, pues la bondad es un subproducto, una consecuencia de ser consciente. En cuanto te haces consciente de tu propio ser, la bondad te sigue como una sombra. Ya no es necesario hacer ningún esfuerzo por ser bueno; la bondad se convierte en tu modo de ser.

(El hombre consciente es un jarrón vacío, a través del cual la Divinidad se manifiesta. Por eso, todo lo que haga el hombre consiente es bondadoso, porque es la misma Divinidad la que actúa).

El hombre “bueno” no es necesariamente consciente. Su bondad es el resultado de un gran esfuerzo; está luchando con sus malas cualidades: la tendencia a robar, la deslealtad, la insinceridad, la violencia, etc.

En el hombre bueno siguen existiendo, solo que reprimidas; pueden hacer erupción en cualquier momento.

El hombre “bueno” puede transformarse en un hombre malo con mucha facilidad, sin ningún esfuerzo, por que todas esas malas cualidades están ahí, solo que reprimidas. Si deja de esforzarse, inmediatamente harán erupción en su vida.

Y las buenas cualidades son solo cultivadas, no son naturales. Se ha esforzado mucho por ser honrado y sincero, por no mentir, pero ha sido un gran esfuerzo y eso cansa.

El hombre bueno tiene que hacer inmensos esfuerzos para hacer el bien y evitar el mal. El mal es una tentación constante para él Es una elección: en todo momento debe elegir el bien y no elegir el mal.

Esto demuestra una cosa: que eso no se ha ido a ninguna parte, que sigue dentro de ti, aguardando. En cuanto te relajas, en cuanto dejas de hacer esfuerzo, todas las malas cualidades que habías estado reprimiendo empezarán a llenar tus sueños. Tus sueños son tus deseos reprimidos.

El hombre “bueno” está siempre serio, porque tiene miedo de todas las malas cualidades que ha reprimido. Y está serio porque en el fondo desea que le honren por su bondad, que le premien.

Lo que anhela es ser respetable.

El hombre “bueno” está en constante conflicto. Su vida no es una vida alegre; no puede reír cordialmente, no puede cantar, no puede bailar. Está juzgándolo todo constantemente.

Su mente está llena de condenas y juicios. Y como él se esfuerza tanto por ser bueno, juzga a los demás según los mismos criterios. No puede aceptarte tal como eres; solo puede aceptarte si cumples sus exigencias de bondad. Y como no puede aceptar a la gente tal como es, la condena.

No son estas las cualidades del hombre auténticamente despierto.

El hombre auténticamente despierto no tiene juicios ni condenas. Solo sabe una cosa: que ningún acto es bueno y ninguno es malo.

(El hombre inconsciente puede incluso hacer algo que a todo el mundo le parece malo, pero para el hombre consciente no es ni malo ni bueno, simplemente actúa según su estado de consciencia, está aprendiendo a través de la experiencia).

Puedes hacer algo malo y todos te condenarán excepto el hombre consciente. Él no puede condenarte, porque no eres consciente; necesitas compasión, no juicio, no condena. No mereces el infierno, nadie merece el infierno.

Solo existe una manera de trascender del hombre “bueno”, y es APORTAR MÁS CONCIENCIA A TU SER.

La conciencia no es algo que se pueda cultivar; ya está ahí, solo hay que despertarla. Cuando estás totalmente despierto, todo lo que hagas será bueno.

Cuando se llega a un punto de absoluta conciencia, ya no es cuestión de elegir. Simplemente haces cualquier cosa y es buena. La haces inocentemente, sin esfuerzo.

Al hombre de conciencia no se le debe considerar sinónimo de hombre “bueno”. Es bueno, pero de un modo muy diferente.

No es bueno porque esté intentando ser bueno; es bueno porque es consciente. Y en la conciencia, el mal, lo malo, todas esas palabras condenatorias, desaparecen como desaparece la oscuridad al llegar la luz.

No te des por satisfecho con ser simplemente bueno. Recuerda: tienes que llegar a un punto en el que no tengas ni que pensar qué es bueno y qué es malo. Tu misma conciencia te lleva hacia lo que es bueno.

Un hombre de conciencia está relajado, en calma, tranquilo, en silencio y sereno. Todo lo que florece en su silencio es bueno. Es siempre bueno. Vive en una conciencia sin elecciones.

Así que debes llegar más allá del concepto corriente de hombre bueno.

No serás bueno ni serás malo. Simplemente estarás alerta, consciente, despierto, y todo lo que venga después será bueno.

Dicho de un modo diferente: en la conciencia total alcanzas la cualidad de la divinidad, y el bien es solo un pequeño subproducto de la divinidad.

Las religiones te han venido enseñando a ser bueno para que un día puedas encontrar a Dios. Eso no es posible. Ningún hombre bueno ha encontrado la divinidad.

Haz justo lo inverso: encuentra la divinidad primero, despierta tu conciencia primero y el bien vendrá por sí solo.

Y cuando el bien viene por sí solo, posee una belleza, una gracia, una sencillez, una humildad… No pide ninguna recompensa ni aquí ni en la otra vida, él mismo es su propia recompensa.

Osho

Por COSMO Plug - noviembre 24, 201610509

jueves, 17 de noviembre de 2016

Agresividad (odio, rencor, rabia, ira, impotencia, culpabilidad)

En el término agresividad incluimos todos aquellos egosentimientos relacionados con el impulso de agredir, de hacer daño, bien sea a los demás o a uno mismo, como el odio, el rencor, la rabia, la ira, la impotencia y la culpabilidad.

La agresividad se despierta generalmente motivada por un estímulo exterior, una circunstancia que la persona se toma como un ataque a sí mismo o un obstáculo que le impide satisfacer sus deseos o anhelos. Es una degeneración del instinto de supervivencia. La agresividad puede ser una manifestación de cualquiera de los defectos, pero la razón por la cual se despierta es diferente en cada uno de ellos. En el vanidoso, la agresividad se manifiesta cuando éste intenta llamar la atención o ser el centro de atención y no lo consigue, o satisfacer algún deseo y no se ve complacido, o doblegar alguna voluntad sin conseguirlo. Entonces recurre a la agresividad como una forma de imponer a los demás lo que busca. En el orgulloso y en el soberbio la agresividad se suele despertar de una manera más puntual pero con episodios que pueden ser más violentos. 

Se activa cuando no se les da la razón en algo de lo que están convencidos, cuando se sienten impotentes para solucionar alguna situación que no se resuelve conforme ellos quisieran, cuando se reprimen de hacer o expresar lo que sienten, o por haberse sentido heridos en sus sentimientos. Pueden ser más dañinos en estos episodios de ira que el vanidoso, porque tienen tendencia a acumular tensión y cuando pierden el control de sí mismos pueden explotar repentinamente. Podéis asemejar las distintas agresividades del vanidoso y orgulloso con aquellas de un león y un rinoceronte, respectivamente. El león es agresivo por propia naturaleza, ya que es carnívoro y se alimenta de carne de otros animales, con lo cual la agresividad es innata en él. Esta agresividad es como la del vanidoso. Sin embargo, el rinoceronte es un animal herbívoro y no utiliza la violencia habitualmente, ya que no necesita cazar para alimentarse. Sólo atacará en momentos muy puntuales cuando se siente amenazado o herido.

Esta agresividad es como la del orgulloso. La agresividad del soberbio es semejante a la del orgulloso y únicamente se diferencia en el grado, ya que al soberbio es más difícil dañarle en sus sentimientos. Por tanto, también es más difícil que se le despierte la agresividad por este motivo. Pero si se le despierta, puede ser mucho más destructiva que en los demás.

Dentro de la agresividad podemos distinguir diferentes variantes, cada una de ellas con sus matices particulares, que van desde el odio hasta la impotencia, pasando por el rencor y la rabia.

El odio es una agresividad muy intensa y duradera dirigida hacia otros seres. Es el egosentimiento más primitivo y pernicioso que existe, el más dañino, el más alejado del amor. Es el sentimiento máximo de desunión, de rechazo hacia otros seres de la creación. El odio es propio de los seres más primitivos, menos avanzados, en el aprendizaje del amor. El que odia, llamémosle “odiante”, cree siempre que su odio está justificado, y que puede controlarlo, pero acabará cada vez odiando a más personas y sembrando la desunión entre aquellos que estén a su alcance. Las personas que se dejan arrastrar por el odio son violentas, injustas, fanáticas, despiadadas y destruyen todo lo que tocan. Ya que la gente normal les rehuye, para no sentirse solos buscan encontrar a otros como ellos. Los “odiantes”se suelen afiliar a movimientos radicales y violentos, basados en la justificación del odio a los que ellos consideran diferentes. 

Pero ese mismo odio acabará por destruirles, porque van acercando al espíritu cada vez más hacia la soledad, la desunión con los otros seres de la creación. Al fin y al cabo es lo que ellos querían.

La ira o enfado es una agresividad de corta duración, de mayor (ira) o menor (enfado) intensidad. La rabia y la impotencia son estados de agresividad interna más intensos y prolongados en el tiempo, activados por una circunstancia adversa que pueden ser dirigidos tanto contra los demás como contra uno mismo, en el caso de la impotencia, con la circunstancia agravante de la frustración de sentirse imposibilitado para cambiar el curso de los acontecimientos.

Las personas coléricas, irritables, es decir, a las que se les despierta la agresividad muy fácilmente, por cualquier motivo banal, suelen ser personas amargadas, insatisfechas consigo mismas y con su vida, que no quieren profundizar en el motivo verdadero de su malestar, por lo que buscan culpables fuera de ellos mismos para autoconvencerse de que es lo exterior y no lo interior el motivo de su malestar, por lo que sufren por no querer avanzar. Se despierta entonces el rencor. Cuando el sentimiento de agresividad y/o impotencia está dirigido hacia uno mismo estamos entrando en el terreno de la culpabilidad.

La acumulación de agresividad en uno mismo provoca grandes desequilibrios a nivel del cuerpo astral, que si se prolongan acaban provocando enfermedades físicas. Por ejemplo, el odio contenido provoca enfermedades del hígado y la vesícula biliar. La impotencia provoca trastornos digestivos. La rabia contenida y el rencor acumulados provocan problemas en la dentadura (dolor de muelas y caries). La agresividad contra uno mismo o culpabilidad provoca enfermedades autoinmunes.



LAS LEYES ESPIRITUALES
Vicent Guillem

UNA ESTRATEGIA PARA SOBREPONERSE A LA PREOCUPACIÓN, EL MIEDO O LA ANSIEDAD


Todos tenemos preocupaciones o temores.  Ellos pueden ser útiles porque pueden ser señales que advierten un peligro. También nos pueden dar nociones del funcionamiento de nuestra mente. A algunas personas, comprender el origen de su preocupación o miedo los ayuda a encarar el tema profundo que lo causa. Para la mayoría, esos ramalazos reiterados de preocupación, miedo o ansiedad no son más que una molestia.

Sin embargo, nuevas comprensiones en neurociencia nos ofrecen la esperanza de poder cambiar nuestros estados emocionales. Durante la preocupación, miedo o ansiedad, los recursos del cerebro tienden a fluir hacia las áreas del cerebro de la preocupación, el miedo y la ansiedad. En el cerebro, parte de la arquitectura del miedo es la amígdala.

Es un hábito…

Habrán notado que cuanto más se preocupan, más encuentran de qué preocuparse. La preocupación, el miedo y la ansiedad son como hábitos para muchas personas y tanto es así que finalmente solo basta algo nimio para que se disparen. Varios años antes, la misma cosa no hubiera tenido casi efecto, si es que lo tenía, y ahora se preguntan por qué cuando eran jóvenes parecían mucho más fuertes, más resistentes. En parte se debe a que las áreas del cerebro destinadas a la preocupación, el miedo y la ansiedad crecen tal como un músculo aumenta y se fortalece más mediante el ejercicio.

Así como el músculo se vuelve más fuerte, también la preocupación, el miedo y la ansiedad parecen volverse más potentes al volvernos más sensibles a las circunstancias que nos rodean e incluso comenzamos a perder confianza. El fenómeno se conoce ampliamente como neuroplasticidad.

Ahí es donde reside la esperanza, porque a) la neuroplasticidad tiene lugar en muchas regiones del cerebro y b) no solo está referida al crecimiento sino al decrecimiento, mediante la falta de uso. Piensen en lo que le sucede a un músculo cuando ustedes dejan de usarlo.

La estrategia que me gustaría compartir con ustedes utiliza esta noción. Si dejan de preocuparse tanto, tienden a encontrar menos cosas para preocuparse. Eso se debe a que no están usando tanto el “músculo de la preocupación” y entonces se encoje, tal como se reduce un músculo si dejan de ejercitarlo.

¡Es más fácil decirlo que hacerlo! ¡Es verdad! De modo que la estrategia involucra sortear todo lo atinente al pensamiento positivo. En vez de eso, utilizamos técnicas sencillas para desviar recursos lejos de las áreas de preocupación del cerebro hacia las áreas asociadas con el control consciente de nuestra mente. Es como no dejar que los recursos fluyan hacia atrás y en cambio hacerlos fluir hacia adelante. Al no “alimentar” tanto las áreas de la preocupación, así como un músculo se debilita debido a la falta de uso, lo mismo ocurre con las regiones de la preocupación del cerebro.

Cuesta algo de trabajo, pero bien puede valer la pena.

Las Instrucciones…

He aquí lo que hacen. Cada vez que surja la preocupación, el miedo o la ansiedad, respiren cómodamente, enfocando toda su atención en el acto de respirar –el sonido, la sensación en sus narinas, el movimiento de su abdomen o pecho. Al hacerlo, interrumpen el flujo de recursos del cerebro hacia las áreas de la preocupación y en vez de eso envían recursos hacia la corteza prefrontal (ligeramente encima de sus ojos). Es un área en el frente de su cerebro asociada con el control consciente. Esto se debe a que ustedes están controlando algo conscientemente; en este caso, su respiración. Esta corteza prefrontal, entre otras áreas, está activa cuando enfocamos nuestra atención en nuestra respiración.

Puesto así, parece fácil e inicialmente el efecto positivo podría durar solamente un momento o dos y tal vez descubran que tienen que hacerlo 2, 3 o hasta 10 veces seguidas. Ahí es donde viene el trabajo. Casi necesitan ser incansables, concentrándose en su respiración cada vez que surja un pensamiento o sentimiento de temor. La técnica no es para todos, ya que algunos la encontrarán cansadora y es posible que además duden que pueda funcionar realmente. 

Pero puede traer resultados poderosos si la mantienen durante unos días. Dentro de ese tiempo, como tiene lugar la neuroplasticidad para construir la corteza prefrontal mientras al mismo tiempo reduce la amígdala, tal vez noten que sus pensamientos y sentimientos de miedo se reducen levemente. Mantener la práctica durante unas pocas semanas podría producir resultados duraderos.

Hay otra forma divertida de hacerlo. En lugar de enfocarse en su respiración, cuando surge un sentimiento de temor, he alentado a las personas a hacer una pequeña danza de la victoria, una serie de movimientos de baile tontos, locos, coreografiados por su buen yo. La clave con la danza de la victoria es hacerla lo suficiente hasta que sonrían (o se rían); eso puede tomar 5 segundos o medio minuto. De ese modo, activan los centros de emoción positiva de su cerebro en lugar de las áreas del miedo. Ocurre lo mismo que antes: crean zonas cerebrales de emoción positiva mientras reducen las áreas de preocupación y eso se debe a que están haciendo trabajar las áreas de la emoción positiva en lugar de alimentar las áreas de la preocupación. Incluso pueden agregarle una pequeña visualización o una afirmación mientras hacen la respiración o la danza de la victoria. Para la visualización pueden imaginar cómo se encoge la zona cerebral de la preocupación. Para la afirmación pueden expresar una declaración positiva que refleje cómo intentan sentirse. 

Y si la motivación para hacerlo es un impedimento para ustedes, algo bueno que los mantiene motivados es recordarse a sí mismos que sencillamente están escogiendo trabajar músculos diferentes. Todos sabemos cómo se fortalecen o debilitan los músculos según cuánto los ejercitemos. Hacer esto y reconocer que están ocurriendo cambios reales en el cerebro pueden proveer justo la motivación que necesitan.

Es una estrategia muy útil. Tal vez no sea para todos y tampoco es la respuesta a todas nuestra preocupaciones, miedos y ansiedad. Pero ciertamente, es una herramienta útil. 


martes, 15 de noviembre de 2016

La Libertad Interior 2ª Conversación 9 de Julio de 1968

 ¡MARAVILLOSA Semana!!!

Es importante saber lo que es la cooperación, y cuándo cooperar, o cuándo no hacerlo. Para conocer el estado de la mente que no quiere cooperar, tiene uno que aprender también lo que significa cooperar; ambas cosas son importantes. Seguramente la mayor parte de nosotros cooperamos cuando tenemos un interés personal, cuando vemos provecho, placer o ganancia en hacerlo. Entonces sí cooperamos generalmente; ponemos en ello nuestro corazón y nuestro entendimiento. Nos entregamos a un compromiso, a algo en que creemos; con esa autoridad, con ese ideal cooperamos en efecto. Pero también, es muy importante aprender cuándo no cooperar. Muchos no estamos dispuestos a averiguar lo que es no cooperar, cuando estamos en actitud de cooperar. Ambas cosas van juntas realmente.

Es importante saber que si cooperamos con una idea, con una persona, si adoptamos una actitud hacia aquello con que cooperamos, entonces cesa la cooperación. Cuando termina el interés por esa idea, por esa autoridad, rompemos con ella; y entonces tratamos de cooperar con otra idea o autoridad. Todo eso, seguramente, se basa en el propio interés y cuando esa cooperación que es interés propio ya no trae ganancia, beneficio o placer, entonces dejamos de cooperar.
Saber cuándo no cooperar es tan importante como saber cuándo hacerlo. La cooperación tiene realmente que surgir de una dimensión del todo distinta. De este asunto vamos a hablar luego.

Preguntábamos, cuando nos reunimos la última vez: «¿Cuál es la cuestión esencial en la vida?» No sé si ustedes han examinado esto, y si han pensado sobre ello. Pero, ¿cuál creen ustedes que es el problema central en la vida humana, tal como  se vive en este mundo, con todo este desorden, el caos, la desdicha, la confusión; con personas que tratan de dominarse unas a otras, etc.? Yo me pregunto cuál es para ustedes la cuestión central, o el único reto, al que se ha de responder cuando uno ve realmente lo que está pasando por todo el mundo: el conflicto de varias clases, el conflicto estudiantil y político, las divisiones entre hombre y hombre, las diferencias ideológicas por las cuales estamos dispuestos a matarnos unos a otros, las religiosas, que engendran la intolerancia; las diversas formas de brutalidad, etc. Viendo todo eso desplegado ante nosotros, en realidad, no en teoría, ¿cuál es la cuestión central?

El que habla va a señalar cuál es la cuestión central. Y les ruego que no muestren asentimiento ni disconformidad con lo que diga. Examínenlo, mírenlo, vean si es verdad o falso. Para descubrir lo que es verdadero, uno tiene que mirar objetivamente, con rigor, y también con penetración. Tiene uno que mirarlo con el interés personal que se concede cuando está uno pasando por una crisis en su vida, cuando todo el ser se enfrenta a un reto. La cuestión central es la completa y absoluta libertad del hombre, primero en el aspecto psicológico o interno, y luego en el externo. No hay división alguna entre lo interno y lo externo, pero para verlo claramente uno tiene que comprender primero la libertad interna. Tenemos que descubrir si de alguna manera es posible vivir en este mundo en libertad psicológica, sin retirarse neuróticamente a algún monasterio, ni apartarse en una torre aislada de la propia imaginación. Viviendo en este mundo, ese es el único reto que uno tiene: la libertad. Si no hay libertad interior, entonces empieza el caos y surgen los innumerables conflictos psicológicos, las oposiciones e indecisiones, la falta de claridad y de penetración profunda que, evidentemente, se expresan en lo exterior. ¿Puede uno vivir en este mundo libremente, sin pertenecer a ningún partido político, ni al comunismo ni al capitalismo; sin pertenecer a ninguna religión: sin aceptar ninguna autoridad exteriormente? Uno tiene que acatar las leyes del país (seguir hacia la derecha o hacia la izquierda al conducir) pero la decisión de obedecer, de consentir, viene de la libertad interna; la aceptación de los requerimientos del mundo exterior, de la ley externa, es la aceptación que brota de una libertad interna. Esa es la cuestión central, no otra.

Nosotros, los seres humanos, no somos libres, estamos fuertemente condicionados por la cultura en que vivimos, por el ambiente social, la religión, los intereses creados del ejército o de la política, o por el compromiso ideológico al que nos hemos entregado. Así condicionados, somos agresivos. Los sociólogos, los antropólogos y los economistas explican esta agresión. Hay dos teorías: o ha heredado usted del animal este espíritu agresivo, o bien la sociedad que cada ser humano ha contribuido a establecer, le impele, le obliga, le fuerza a ser agresivo. Pero el hecho es más importante que la teoría. No importa si la agresión viene del animal o de la sociedad. Somos agresivos, brutales; no somos capaces de mirar y examinar imparcialmente las sugerencias, el punto de vista o el pensamiento de otro.

Como estamos condicionados, la vida se vuelve fragmentaria. La vida, que es el vivir diario, los pensamientos cotidianos, las aspiraciones, el sentido de superación cosa tan fea - todo eso es fragmentario. Este condicionamiento convierte a cada uno en un ser humano egocéntrico, que lucha por su «yo», por su familia, por su nación, por su creencia. Y, por lo tanto, surgen las diferencias ideológicas. Usted es cristiano, y otro es musulmán o hindú. Ambos pueden tolerarse mutuamente, pero en lo fundamental, internamente, hay honda división y menosprecio, uno de los dos se siente superior, y todo lo demás. Así, este condicionamiento, no sólo nos vuelve egocéntricos, sino que, además, en ese egocentrismo está el proceso de aislamiento, de separación, de división, y esto hace que nos sea imposible cooperar del todo.

Uno se pregunta: ¿Es posible ser libre? ¿Es posible que nosotros, tal como somos, seres condicionados, moldeados por toda clase de influencias por la propaganda, por los libros que leemos, el cine, la radio, las revistas, todos haciendo impacto en la mente, moldeándola - vivamos en este mundo completamente libres, no sólo de manera consciente, sino en las raíces mismas de nuestro ser? Ese, me parece, es el reto, el único problema. Porque si no se es libre, no hay amor; hay celos, ansiedad, miedo, predominio, la búsqueda del placer sexual o de otra índole. Si no se es libre, no se puede ver claramente y no hay sentido de la belleza. Esto no es mera argumentación para sostener una teoría de que el hombre tiene que ser libre; una teoría así se convierte también en una ideología que igualmente dividirá a las personas. De manera que si para ustedes esa es la cuestión básica, el principal reto de la vida, no se trata entonces de si usted es feliz o desgraciado eso se vuelve secundario - de si puede usted vivir en armonía con otros o de si sus creencias y opiniones son más importantes que las del otro. Todas esas cuestiones secundarias serán contestadas si esa cuestión central es comprendida y resuelta completamente, profundamente. Si usted en realidad cree que ese es el reto único en la vida: ver los hechos reales que están a nuestro alrededor y los que están dentro de nosotros; ver lo estrechos de mente, mezquinos y pequeños que somos; cómo estamos llenos de ansiedad, de culpabilidad y temor; si ve que el depender de las ideas, opiniones y juicios de otras personas, que el rendir culto a la opinión pública, el tener héroes y modelos, crea fragmentación y división; si usted mismo ha visto muy claramente todo el mapa de la existencia humana, con sus nacionalidades y guerras, las divisiones de dioses, sacerdotes e ideologías, el conflicto, la desdicha y el dolor; si usted mismo ve todo esto, no por información de otro, no como una idea, ni como algo a que debe aspirar, entonces hay en usted un completo sentido interno de libertad; entonces no hay miedo a la muerte: entonces usted y el que habla estamos en comunión; usted y el que habla podemos comunicarnos. ¿Es eso en verdad posible?

Podemos entonces penetrar en el problema paso a paso. Pero si para usted ese no es el interés principal, si ese no es el reto principal, y se pregunta si es posible que un ser humano encuentre a Dios, la Verdad, el Amor y todo lo demás, no es usted libre. ¿Cómo puede entonces encontrar algo, cómo puede explorar, hacer un viaje, si lleva toda esa carga, todo ese temor que ha acumulado generación tras generación? Ese es el único problema: si es posible que los seres humanos, usted y yo, seamos realmente libres.

Tal vez usted diga que no podemos estar libres del dolor físico. Casi todos hemos tenido algún dolor físico de una u otra clase, y si usted es realmente libre, sabrá cómo tratar ese dolor. Pero si está asustado, si no es libre, entonces la enfermedad se convierte en una espantosa carga. De modo que si usted y el que habla ven esto claramente, sin que el expositor le imponga sus ideas o influya en usted, o que por motivo del énfasis de sus palabras usted lo siga de modo consciente o inconsciente, entonces habrá comunicación entre ambos. Por favor, vea la importancia de esto. Si también ve la verdad de ello, entonces usted y yo juntos podemos descubrir si es de algún modo posible llegar a ser libres totalmente, por completo. ¿Podemos partir de este punto? Mientras empezamos a examinar y comprender la cuestión, se irán aclarando sus enormes implicaciones y la naturaleza y cualidad de la misma. Pero si usted dice: «No es posible» o «es posible», entonces ha dejado usted de inquirir, ha perdido el sentido de la dirección que le conduce a ver el problema. De manera que, si me permite indicarlo, no se diga a usted mismo que es o que no es posible. Hay intelectuales y otras personas que dicen: «No es posible; por lo tanto, condicionemos mejor la mente; reeduquémosla primero y luego hagámosla cumplir, obedecer, seguir, aceptar, tanto en lo exterior, técnicamente, como en lo interior, para seguir la autoridad del Estado, del gurú, del sacerdote, del ideal», etc. Y si dicen «es posible», entonces se trata sólo de una idea, no de un hecho real. La mayoría de nosotros vivimos en un mundo de vacío, irreal, ideológico. Un hombre dispuesto a penetrar en el problema de manera profunda, ha de ser libre para observar, ha de librarse de afirmar qué es o qué no es posible. De modo que, para examinar esta cuestión, empecemos por la libertad; la libertad no está al final.

Este es el problema: si es posible que un ser humano, usted, un individuo, aún viviendo en este mundo, yendo a la oficina o atendiendo la casa, teniendo niños, viviendo en esta sociedad tan compleja, o conviviendo en íntima relación con otro, si es posible que sea libre. ¿Es posible que un hombre viva con una mujer, en una relación de completa libertad, en que no haya autoridad, celos, obediencia y, por lo tanto, una relación en que quizás haya amor? Bien, ¿es esto posible?

Si no hay libertad, ¿cómo podemos ver claramente cualquier cosa: los árboles y las estrellas, el mundo y la sociedad que el hombre ha creado, ese mundo que es usted mismo? Si al acercarse a lo que desea lo mira con una idea, una ideología, con miedo, esperanza o ansiedad, con sentimiento de culpabilidad y el resto de toda esta agonía, es evidente que no podrá ver.
Si usted ve, lo mismo que el que habla, la importancia de ser libre por completo: libre de temor, de celos, de ansiedad, del miedo a la muerte y del miedo a no ser amado, del temor a la soledad y del temor de no tener éxito, de no ser famoso, de no triunfar, ya saben ustedes, de todos los temores; si para usted ésta es la cuestión central, entonces podemos partir de ahí. La libertad completa es lo fundamental en la existencia humana, porque el hombre ha buscado la libertad desde el principio mismo del tiempo, pero ha dicho: «Hay libertad en el cielo, no en la tierra». Cada grupo, cada comunidad, tiene una idea diferente de la libertad. Descartando, dejando a un lado todo eso, preguntamos si viviendo aquí, ahora, es posible ser libre. Si usted y yo vemos este factor común como único reto en la vida, entonces podemos empezar a descubrir por nosotros mismos la manera de abordarlo, de observarlo, de llegar hasta él. ¿Vamos a partir de ahí?

En primer lugar, ¿es que hay un sistema? Por favor, reflexionemos sobre esto juntos. ¿Existe un sistema, un método? Todo el mundo dice que lo hay. «Haga esto, haga aquello, siga a este gurú, siga este sendero, medite de esta manera», dicen. Usted sigue un sistema, para ir creando gradualmente, paso a paso, un molde al que usted se ajusta, con la esperanza de alcanzar esta extraordinaria libertad que todos prometen. Eso es, pues, lo primero que tiene uno que investigar, no verbalmente, sino en la acción, de modo que si no es un hecho real, los destruirá usted, y nunca, bajo ninguna circunstancia, aceptará un sistema, un método, una disciplina. Por favor, vea la importancia de las palabras que estamos usando. Un sistema implica la aceptación de una autoridad que le da a usted el sistema. Y seguir ese sistema implica disciplina, hacer la misma cosa repetidamente, reprimiendo los propios requerimientos y respuestas a fin de ser libre.

¿Hay verdad en toda esta idea de un sistema? Siga esto con cuidado tanto internamente como en lo externo. El comunista promete una utopía y el gurú, el instructor, el salvador dice: «Haz esto». Vea las implicaciones en ello. No queremos hacer esto demasiado complejo al principio; llegará a ser muy complejo a medida que avancemos. Pero si se acepta un sistema, tanto en la escuela, en política o internamente, entonces no se aprende, no hay comunicación directa entre el maestro y el estudiante. Por otro lado, cuando no hay distancia entre el profesor y su alumno, entonces ambos están examinando, discutiendo, y hay libertad para observar y aprender.

Si usted acepta un régimen rígido, establecido por algún infortunado gurú y éstos son muy populares en el mundo - y usted lo sigue, ¿qué es lo que ha pasado realmente? Usted se está destruyendo para alcanzar la libertad prometida por otro, entregándose a algo que puede ser falso por completo, demasiado estúpido, sin que tenga realidad alguna en sí. Por lo tanto, uno tiene que ver muy claro esto, desde el principio. Si lo ve muy claro, ya lo ha descartado por completo y nunca volverá a ello. Comprende que entonces ya no pertenece a ninguna nación, ideología, religión, partido político: todas esas cosas se basan en fórmulas, ideologías y sistemas que prometen algo. Ningún sistema en el mundo exterior va a ayudar al hombre: al contrario, van a dividirlo. Esto es lo que siempre ha estado pasando en todas partes. Además, aceptar internamente a otro como autoridad, aceptar la autoridad de un sistema, es vivir en aislamiento, separado de los demás. Por consiguiente, no hay libertad.

Así, pues, ¿cómo comprende y obtiene uno la libertad de manera natural? Porque esta no es una cosa que usted busca a tientas, a la cual se aferra o que cultiva. Lo que se cultiva es algo artificial. Si ve la verdad de esto, entonces para usted no tienen valor en absoluto ninguno de los sistemas y métodos de meditación. Y así habrá destruido usted uno de los mayores factores de condicionamiento. Cuando vea la verdad de que ningún sistema jamás ayudará al hombre a ser libre, cuando vea la verdad de ello, ya estará libre de esa enorme falsedad.

¿Está usted libre de ella ahora, no mañana, no en días venideros, sino realmente ahora? No podemos avanzar más hasta que cada uno de nosotros comprenda esto, no en lo abstracto, no como una idea, sino que vea en efecto el hecho en sí, porque cuando uno ve el hecho de que esta falsedad no tiene valor, ésta se desvanece, llega a su fin. ¿Podemos discutir este asunto no con argumentos a favor o en contra del mismo, sino mirarlo efectivamente, examinarlo, hablar de ello juntos, como dos amigos, para descubrir si es real?

¿Comprende usted lo que estamos haciendo? Estamos viendo los factores del condicionamiento. Estamos viéndolos, no haciendo algo en relación con ellos. El verlos constituye el hecho en sí. ¿No es cierto? Si veo un abismo, actúo; surge la acción inmediata, Si veo algo que es venenoso, no lo tomo; para mí ha terminado: la no acción es instantánea. Vemos, pues, el hecho de que uno de los grandes factores condicionantes es esta aceptación de sistemas, con toda la autoridad, con todas las sutiles gradaciones involucradas en los mismos. ¿Podemos discutirlo? ¿O el que habla les ha abrumado? Espero que no.

Interlocutor: Es muy fácil seguirle a usted verbalmente, en las palabras; en las ideas, no es muy difícil...

Krishnamurti: ...Pero desembarazarse realmente de la aceptación de sistemas, es cuestión muy distinta, ¿no es cierto? ¿Qué quiere usted decir cuando afirma: «Le sigo a usted verbalmente, claramente»? ¿Quiere decir: «Comprendemos las palabras que usted dice, oímos las palabras y nada más»? ¿Qué quiere decir eso? Usted escucha las palabras y es evidente que puede escuchar algunas que carecen de todo sentido. La pregunta es: ¿Cómo es posible escuchar las palabras de manera que, al mismo tiempo, el propio escuchar sea la acción? A1guien dice: «Comprendo intelectualmente eso de que usted habla, las palabras son claras, tal vez el razonamiento es bastante bueno, un tanto lógico, etc., etc. Comprendo todo eso intelectualmente, pero la acción efectiva no se realiza. No estoy libre por completo de aceptar sistemas». Ahora bien, ¿cómo se va a salvar esta separación entre el intelecto y la acción? ¿Está eso claro? Por las palabras, intelectualmente, comprendo lo que usted ha dicho en la mañana de hoy, pero no existe una libertad real derivada de esa comprensión; ¿cómo se va a convertir en acción instantáneamente este concepto intelectual? Pero, ¿por qué creemos comprender intelectualmente? ¿Por qué ponemos ante todo la comprensión intelectual? ¿Por qué prevalece ésta? ¿Entiende usted mi pregunta? Estoy seguro de que todos creen comprender intelectualmente, muy bien, lo que está explicando el que habla, y entonces usted se dice a sí mismo: «¿Cómo voy a poner eso en acción?» De modo que la comprensión es una cosa, y la acción otra; luego, estamos pugnando por tender un puente entre ambas. Pero, ¿es que existe siquiera la comprensión intelectual? Puede que ello sea una falsa afirmación que se convierte en un bloque mental, en un impedimento. Mire usted, vea, observe con cuidado porque esto se convierte en un sistema - ¿entiende? -. El sistema que todos usan: «Intelectualmente comprendo». Y puede ser falso por completo.
Todo lo que queremos decir es: «Oigo lo que usted está hablando», oigo las vibraciones de esas palabras pasar por mis oídos. Y eso es todo. No ocurre nada. Es como un hombre o una mujer que tiene mucho dinero y oye la palabra «generosidad», percibe vagamente la belleza de ésta, pero vuelve a la avaricia, a la falta de generosidad. No digamos, pues, «comprendo»; no nos permitamos afirmar: «He captado lo que usted dice», cuando simplemente hemos oído muchas palabras. La pregunta es entonces: ¿Por qué no ve usted la verdad de que ningún sistema, exterior o interno, va a traer la libertad, va a librar al hombre de su desdicha? ¿Por qué no ve usted esta verdad instantáneamente? Ese es el problema, y no el de cómo tender un puente para salvar la distancia entre estos dos hechos: el de captar intelectualmente algo y el ponerlo en acción. ¿Por qué no ve la completa verdad en todo esto? ¿Qué le impide verla?

Interlocutor. Creemos en el sistema.

Krishnamurti: Creemos en el sistema. ¿Por qué? Ese es su condicionamiento. Su condicionamiento está dictando constantemente; le impide ver la verdad de uno de los factores más grandes en la vida que llevan al hombre a aceptar el sistema; el que establece, por ejemplo, la diferencia de clases, la guerra, o el que promete la paz, que a su vez es destruida por la nacionalidad, que es otro sistema. ¿Por qué no vemos esta verdad? ¿Es porque tenemos intereses creados en el sistema? Es que si viéramos esta verdad, podríamos perder dinero, podríamos no conseguir un empleo, estaríamos solos en un mundo monstruosamente feo. De modo que, consciente o inconscientemente, decimos: «Comprendo muy bien eso de que habla usted, pero no puedo ponerlo en acción. Adiós». Y así termina todo - lo cual sería más honrado.

Interlocutor: Señor, para que nos comuniquemos con usted o con los otros tenemos que estar en movimiento, y el movimiento requiere energía. La pregunta es: ¿por qué ocurre que a veces podemos producir esta energía y a veces no?

Krishnamurti: Bueno, mientras escuchamos esta pregunta, ¿por qué no ve usted la verdad del hecho de que los sistemas nos destruyen y nos dividen? Para verla usted necesita energía. ¿Por qué no tiene la energía para verla ahora, no mañana? ¿Es que no tiene la energía para verla ahora porque está asustado? ¿No es que inconscientemente, muy adentro de usted mismo, pone usted resistencia porque tendría que renunciar a su gurú, a su nacionalidad, a su particular ideología, etc., etc.? Por eso dice: «Comprendo intelectualmente».

Interlocutor: El sistema le impide a uno ver la verdad del asunto.

Krishnamurti: Lo cual es cierto. El sistema le educa a usted, afirma su personalidad, le da una posición, por consiguiente, usted no pone en tela de juicio el sistema, externa ni internamente. Un comunista bien establecido en el campo del comunismo, no pondrá en duda el sistema, porque en el mismo acto de hacerlo, éste se destruiría. Para él la tiranía es importante, tanto interna como externamente. Pero esa no es nuestra pregunta.
¿Por qué, mientras está usted escuchando, no tiene energía para observar? A fin de tener la energía necesaria para observar, ha de estar atento, ha de poner su mente y corazón en la observación. ¿Por qué no lo hace?

Interlocutor: ¿Qué le dice usted al hombre que teme observar?

Krishnamurti: Es evidente que no puede usted forzarlo a observar. No puede engatusarlo, no puede prometerle que si observa, conseguirá algo. Usted puede decirle: «No se moleste en observar, pero dése cuenta de su miedo». «No se moleste en ver este factor de los sistemas que se han desarrollado al correr de los siglos, pero dése cuenta de su propio temor». Pero él puede muy bien decir: «No deseo ni siquiera darme cuenta, no quiero ni aún tocarlo, acercarme a él». Entonces usted no puede ayudarle porque él mismo se inhibe de observar, pues cree que si observa perderá su familia, su dinero, su posición, su empleo todo lo demás - lo que significa que perderá su seguridad. Teme perder la seguridad. Pero mire usted lo que está sucediendo, porque todo ello no es más que una idea.
¿Me entiende? Puede ser que nunca pierda su seguridad, puede ocurrir alguna otra cosa. El pensamiento le dice: «Cuidado, no observe». El pensamiento crea el miedo. Le impide observar diciendo: «Si efectivamente observa, puede crear una gran confusión en su vida. ¡Como si no estuviera ya viviendo en confusión! De modo que el pensamiento crea el temor e impide ver la verdad de que ningún sistema en la tierra de Dios, en el mundo de cualquier gurú, salvador o «comisario», lo va a liberar a usted.

Interlocutor: Tal vez una persona no pueda darse cuenta del temor porque no sabe lo que es.

Krishnamurti:¡Ah! bien, si no sabe lo que es el temor, no hay problema. Entonces usted está libre. Aún las pobrecitas aves están asustadas.
El hecho de que el hombre haya aceptado los sistemas como inevitables, es uno de los mayores impedimentos de la mente humana. Estos sistemas han sido creados por el hombre en su búsqueda de seguridad. La búsqueda de seguridad por medio de sistemas está destruyendo al hombre, cosa evidente cuando uno ve lo que pasa en el mundo exterior, y lo mismo ocurre internamente; mi gurú, el de usted, mi verdad y la de usted, mi sendero y el suyo, mi familia y la suya.

Todo esto está impidiendo que el hombre sea libre. Ahora bien, el ser libre da a la vida un sentido totalmente distinto. El sexo puede tener un significado del todo diferente. Entonces habrá paz en el mundo, y no esta división entre hombre y hombre. Más usted ha de tener la energía para ver, lo que significa observar con todo su corazón y su mente, no observar con palabras, con los ojos llenos de miedo.

Jiddu Krishnamurti 
Libro La Libertad Interior
2ª Conversación 9 de Julio de 1968
Saanen 1968

viernes, 11 de noviembre de 2016

Reunión Mensual Grupo Avatar Armonía




ARMONÍA




El Ser es Armonía

Armonía es ritmo
Danza alegre
Gozo de la Existencia
Esencia de la Consciencia
Sublimación del Amor
Base del Ser

En el Estado CONSCIENTE del SER se expresa la armonía


En un estado interno de armonía 
hay paz, quietud, calma, sosiego, 
hay Silencio consciente

El Silencio no lo produce la Mente, 
se realiza sobre la Mente, 
lo realiza el Ser. 
En ese Silencio se manifiesta la Consciencia, se manifiesta el Ser



VIVIR EN ARMONÍA:

Nada contribuye más en armonizar el Ser que la práctica regular del silencio mental (Práctica)
A la Consciencia de silencio (mental) hay que unir la Consciencia de Deleite,
y la Consciencia de Armonía (calma, equilibrio...)
Estar en calma, armonía, o deleite, no es esperar a tenerlo, sino activar conciencia de calma, armonía...


La Mente no instruida es fuente de desequilibrio
Alteración de emociones
Pensamientos compulsivos
Deseos no satisfechos
Identificación con los conflictos, problemas...
Actitudes camaleónicas del Ego


Orden y armonía son requisitos para la Evolución

Armonía, reagrupamiento ordenado del caos 

 https://sites.google.com/site/aurguki1/20130323

miércoles, 2 de noviembre de 2016

11 11 Ángel Solar


... Las grandes expansiones del espíritu creador, las infinitas tendencias religiosas, las dinámicas concepciones de vida, la evolución espiritual de todas las características humanas, toda cualidad, virtud o tendencia a la unificación de destinos, así como el desarrollo mismo de la conciencia social humana, son la obra del Ángel Solar, de Aquel a quien constantemente invocamos cada vez que nuestro corazón sufre o cuando cualquier penoso interrogante asalta nuestra mente. Al final del proceso mágico de la vida humana, cuando todo soporte de razón, de vida y de conciencia aparentemente ha desaparecido, se halla el Ángel Solar abriéndonos los brazos y mostrándonos definitivamente, con la irradiación de su aura y el testimonio vivo de su Presencia, la senda de luz que recorren los Grandes Seres en su incesante caminar por las indescriptibles e insondables avenidas del Cosmos Absoluto.

El contacto consciente con este Ángel de la Presencia, portador de la Paz, la majestad y el propósito de la Vida del propio Logos Solar, es la necesidad inminente del aspirante espiritual moderno, de todos aquellos que sientan en su corazón la impresión de lo grande e inmaculado, la potencia indescriptible del misterio que ocultan en su interior. No podemos ni debemos ofrecer «métodos de acercamiento», «sistemas de disciplina»,  ni «caminos de perfección», cuando nos referimos a ese estadio particular de la conciencia del hombre en pos de la estela gloriosa del Ángel Solar. La conciencia del hombre moderno en su triple vertiente espiritual, social y humana ha de sumergirse en la integridad de su propio destino, y recorrer el sendero glorioso hacia la luz, siguiendo las directrices de su propia intuición, siendo la intuición al conjunto de valores espirituales atesorados en el corazón a través de las edades, que deben ser RECORDADOS más que aprendidos. Damos aquí un indicio mayor de lo que puede ser la actividad serena de la vida de los aspirantes.

Nunca como ahora será preciso atenerse a las gloriosas máximas de Luz en el Sendero resumidas en la percepción del «Grito lejano», aquel grito, que es la voz del Ángel Solar rasgando desde tiempos inmemoriales los éteres del espacio interior tratando de llegar a nuestros oídos. De ahí que el único sistema de acercamiento consciente al Ángel Solar de nuestra vida, a nuestro primero y único Maestro, es mantener el oído atento, delicada-mente sensibilizado por un gran número de silencios, constante y persistente-mente orientados hacia adentro, hacia aquel centro de conciencia que arranca en forma de vida desde el corazón, penetra en la mente y desde allí asciende hacia arriba, hacia las más elevadas cumbres de nosotros mismos, borrando con su estela de luz el recuerdo de pasados errores, de deseos inconsumados y de todo germen de pasión humana.

El silencio es el camino más fácil y más asequible al aspirante moderno y es muy difícil de ser seguido pese a la sencillez con que es presentado. Nunca como ahora –en los umbrales de la Era de Acuario–, tienen tanto valor las palabras de Cristo: «no verá el Reino de los Cielos aquél que no vuelva a ser como un niño», frase entresacada no de los Evangelios, sino de los Sagrados Textos de la Logia Blanca o «Libro de los Iniciados», de donde fueron sacados por aquellos Grandes Seres, Cristo y Juan, como antaño lo habían sido por Krishna y Arjuna, símbolos constantes de Maestro y discípulo, de Ángel Solar y Alma humana.


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Estas últimas palabras resumen todo cuanto se ha dicho aquí. No contienen normas de disciplina, ni sistemas especiales de contacto, pero son un permanente desafío a nuestra condición de aspirantes de la Nueva Era, que debemos afirmar los principios espirituales latentes en nuestro interior como experiencia de siglos, con toda la simplicidad posible, con muy pocas palabras, con cada vez menos pensamientos y con un corazón cada vez más sensibilizado por los efluvios infinitos y mágicos del verdadero silencio. Esta simplicidad total, esta carencia de valores donde afirmar nuestra atención inmediata, nos permitirá abrir dentro de nosotros las puertas de la intuición, celosamente guardadas hasta aquí por el Misterioso Guardián del Umbral, pero que no puede resistir por más tiempo el imperioso llamado del Ángel de la Presencia. Si han leído atentamente cuanto hemos dicho y han sentido en su corazón el peso infinito del misterio y la indescriptible dulzura de lo grande, agudicen el oído y traten de vivir cada vez más simplemente;  amen mucho el silencio interior y traten de vivir cordialmente con cuántos les rodean. Así, el Misterio mayor, Aquél que está más allá de nosotros mismos y fuera de todo comentario, estará también a su alcance y les permitirá vivir en forma más espiritual y armoniosa en este alborear acuariano que tantas cosas buenas revela ya, a pesar del desorden de lo aparente y de la insaciable sed de lo inmediato. Sean eficaces y precisos, constantes y sinceros en su vida de relación, pero amen mucho el Misterio, déjense llevar por el aliento de lo desconocido;  recorran sin miedo los senderos virginales que tienen dentro de ustedes mismos, aquellos que sólo uno puede recorrer y gustar en toda su infinita fruición e inmaculada grandeza. . . 

El 11-11 a las 12,00 donde te encuentre recuerda decir:
¡AMADO ANGEL SOLAR BIENVENIDO A MI VIDA!


Repetir la oración 3 veces por cada cuerpo: mental, emocional, etérico y físico

Antología sobre El Ángel Solar
extraída de los libros de
Vicente Beltrán Anglada